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Los días de la semana habían pasado muy lentos y yo cada vez más preocupada. El mismo día del concierto mamá nos llamó y nos dijo lo de la cancelación, estas fueron sus palabras.

"Gracias a Dios no fuiste a ese concierto".

No le dije la verdad, ya que, me metería en problemas yo antes que nada por ser su cómplice.

También dijo que venía a pasar un día entero con nosotras, a salir, conocer y a trabajar con ella. Hoy es domingo y puede que mañana o el martes venga, depende de su agenda.

Yo no me podía concentrar en nada, solo pensaba (aunque me cueste decirlo) en los hermosos ojos mieles de Justin; es una estupidez, lo sé, pero nunca creí que llegase a ser tan lindo en persona.

Hoy pensaba en salir de aquí y despejar mi mente un poco.

Sabrina ya no estaba molesta, lo que era una carga menos.

Busqué las llaves del auto y salí. Recorrí un poco las calles de la ciudad, pero al final decidí en estacionarlo y caminar.

Justo cuando doblé hacia la derecha, un auto impactó por mi lado y solo sentí un dolor en el lado izquierdo de mi cuerpo. No recuerdo nada más, mis ojos se cerraron al instante.

Y lo último que pude ver, fueron esos ojos mieles.

-...-

Abrí mis ojos y un intenso dolor en mi pierna me hizo volver a cerrarlos. Tomé aire unas cuantas veces y con la valentía del mundo los vuelvo a abrir. Me encontraba en una habitación blanca con toques azules.

Esperen.

La clínica.

¿Qué hago...?

Recuerdo lo del accidente.

Abro mis ojos como platos.

El auto, mi teléfono, Sabrina.

Me siento como puedo y reviso todo a mi alrededor, un botón rojo: lo presiono y al instante llega una enfermera.

– Oh, despertaste más rápido de lo que creí -sonríe y anota algo.

Frunzo el ceño.

– ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿dónde está mi hermana? ¿qué me pasó? -la agobio con preguntas.

Ya me estoy asustando.

– Hey, estás bien -me toma por los hombros-. Llevas dos horas aquí, tu hermana está allá afuera y solo tienes una fractura en tu pierna izquierda.

Asiento, procesando todo por muy extraño que parezca.

– También está tu acompañante, Justin Trainor -frunzo el ceño de nuevo. ¿Quién es?-. Lo dejaré pasar, luego verás a tu hermana.

Antes de que pueda hacerle otra pregunta sale de la habitación y entra un chico cojeando con gorra, suéter y unos lentes de sol.

– ¿Quién eres? -pregunto algo tensa y con escalofríos. El chico se quita los lentes y no es Justin Trainor, es Justin Bieber.

Me relajo un poco.

– ¿Qué haces aquí? -vuelvo a preguntar.

– Yo choqué con tu auto, lo siento mucho -niego.

– No importa, estoy bien, supongo, ¿y dónde está?

– Lo llevé a reparar, me haré cargo de todos los gastos, tu auto, el mío y tu pierna -abro los ojos como platos.

– Será mucho dinero, no dejaré que pagues todo eso, déjame ayudarte.

Me da mucha pena, de verdad.

– Todo fue mi culpa -explica-. No debí salir con el tobillo así, lo siento.

Me quejo, pero él estaba decidido.

– Bien, como quieras -me encojo de hombros.

Acto seguido escuchamos que la puerta se abre y Justin se coloca sus lentes de sol de nuevo. Miro y es Sabrina, que se le queda viendo como si lo quisiera matar (por lo que veo, no sabe que es Justin Bieber).

– ¡Sara! -exclama y me abraza.

– Hey -le saludo.

– Mamá dijo que vendría mañana a primera hora -anuncia. Asiento- ¿este es el sujeto que te hizo todo esto?

Señala a Justin y aprieto los dientes.

– Sabrina, sé cortés -susurro, esta rueda los ojos y asiente. Sonrío para Justin-. Debes ir a casa, en un rato me darán de alta.

Entrecierra sus ojos.

– Yo la llevo -habla Justin fingiendo una voz diferente. Río internamente.

Asiento, sab le mira, estudiándolo con sus ojos.

– ¿Es de confianza? -se dirige hacia mí.

Justin por detrás de ella me hace señas de un "SI".

Arrugo un poco mi frente.

– Ehh... sí -miro a mi hermana, pero me doy cuenta de lo que dije y me vuelvo hacia Justin-. Espera, ¿sí?

Justin se baja un poco los lentes y alza una ceja.

Sabrina frunce el ceño.

– Digo, sí, obvio -hablo con dificultad-. Él es un... amigo del instituto -miento-, éramos los mejores amigos.

Sabrina asiente y se va con Justin, no sin antes darme un poco de ropa que me había traído.

Hace algunos años terminé el instituto, pero decidí dedicarme más a modelar y a bailar, aunque ya no lo hago con más frecuencia.

Me cambié en el baño con ayuda de unas muletas que me dio la enfermera y me senté a esperar.

¿Qué esperaba?

Ni yo sé, solo pensé en que tal vez Justin viniera por mí.

Pasaron aproximadamente cinco minutos y llegó como lo pensé.

Sonreí al verlo.

– Así que, Justin Trainor, ¿eh? -bromeo un poco cuando ya estoy en su auto.

Sonríe.

– Si, hay muchas personas en una clínica y si digo mi nombre en menos de dos minutos llegan los paparazzis -se encoje de hombros.

Hago una mueca.

Debe ser muy difícil vivir así.

– Pero bueno, no quería incomodarles -se refiere a mi hermana y a mí.

Asiento.

– Gracias, supongo -hablo mirando hacia la ventana.

– Espera... tu teléfono -detiene el auto- olvidé buscarlo.

Niego rápidamente

– No importa, conseguiré otro -asiente y sigue en marcha-. Creo que no deberías conducir mucho.

– Lo sé, por lo de mi rodilla, pero tranquila, no fue algo muy grave de todos modos, mañana estaré perfecto.

Justin me dejó en mi casa y me ayudó a bajar, se despidió de mí y dijo que me avisaría lo de mi auto para ir a buscarlo, yo solo asentí.

– Fue un gusto verte de nuevo -me sonríe y se va.

Fue un lindo gesto de su parte todo, desde pagar, hasta traerme.

Pero algo me decía, que esta no sería la última vez que vería a Justin Bieber, y era agradable.

Needing you | Justin BieberWhere stories live. Discover now