Parte 16

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Después de la pesadilla, Temo se había quedado dormido entre los brazos de Ari, pero el ojinegro no lograba conciliar el sueño.

Miró el reloj y notó que eran las 4:38 a.m.
Un suspiro escapó de sus labios al darse cuenta que llevaba dos horas simplemente abrazando al chico dormido y mirando al techo.

Eran las 2:30 cuando Aristóteles había despertado por los sollozos y el sacudir de Temo a causa de la pesadilla.

Ari bajó su mirada y la posó sobre el joven esclavo en sus brazos.

Al verlo, sintió como su corazón se estrujaba al notar que aquella carita estaba relajada y llena de paz.

La verdad aún no comprendía como había logrado conseguir la confianza de Temo tan rápido, pero se sentía agradecido, había temido nunca sacar al ojimiel del estilo de vida tan lleno de tortura que le habían impuesto, pero con cada segundo y cada palabra se daba cuenta de que sería capaz de lograrlo.

Movió una de sus manos y la movió a la cara del ojimiel, acariciando su mejilla con delicadeza para no despertarlo.

Temo era realmente el chico más bonito que había visto en su vida y Aristóteles soltó una pequeña risa amarga al darse cuenta de que Temo era el tipo de chico al que, en otra circunstancia, le pediría una cita.

El ojinegro volvió a rodear al menor con ambos brazos y cerró sus ojos, dejándose llevar por el cansancio y la angustia a un profundo sueño.


Liberame - Aristemo ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora