Parte 11

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Después de un largo rato de llorar, el joven esclavo se había quedado dormido en los brazos de Aristoteles.

Con delicadeza, el mayor lo alzó y lo acostó en su cama, arropándolo con las cobijas.

Luego recogió la taza del piso y caminó al baño en búsqueda de un paño con el cual limpiar la poca sopa esparcida en el suelo.

Al terminar, Aristoteles apagó la luz y salió de su habitación, cerrando con lentitud la puerta para evitar despertar al ojimiel.

Caminó por toda la casa buscando a su madre y la encontró sentada en el sofá de su oficina, leyendo. Al verlo entrar, alzo la mirada.

"¿Como sigue Te-" empezó a preguntar su madre pero frenó en seco al ver a su hijo con lagrimas rodando por sus mejillas, mordiendo con fuerza los labios para contener los sollozos y las manos hechas puños a los costados de su cuerpo "Ven, mi niño." 

Ari casi que corrió hacia su madre y se dejó envolver en sus reconfortantes brazos. Solo así pudo dejar salir los sollozos que le oprimían el pecho y lo ahogaban. 

Se sentía como un desconsolado niño llorando porque se rompió su juguete favorito. Pero esto era mucho mas, esto era un ser humano que había sido tratado como una mierda antes de que Aristoteles llegara a su vida. 

Su madre sintió como los lagrimas le empezaban a picar los ojos al ver a su hijo estremecerse de esa manera entre sus brazos. 

"¿P-porque ti-iene que s-ser el m-mundo tan mierda, m-mamá?" Ari dijo con dificultad en medio de sus sollozos. 

Su madre ni siquiera tuvo la fuerza para hacerle un reprimenda por maldecir. Sabia que lo que tenia su hijo en ese estado había sido el nuevo miembro de la casa y detestaba que su hijo tuviera que pasar por algo así. 

Cuando lo llevo al C.A.E., ella esperaba que Aristoteles escogiera a cualquier esclavo y que lo trajera a casa para que tuviera una vida segura y buena, como la que le habían brindado a Diana.

Pero debio saber que su hijo tendría el gran corazón como para no traer un esclavo a casa, sino de salvarlo.

"Shhh..." consolaba su madre a Ari mientras el dejaba salir todo lo que necesitaba "Ya esta acá, ya lo salvaste. Ahora todo sera mejor."

De alguna manera, Aristoteles llego a estar acostado en el sillón con la cabeza recostada sobre el regazo de su madre, ella pasando sus manos por el cabello del ojinegro y de vez en cuando pasando sus dedos por sus mejillas, limpiando las interminables lagrimas. 

Liberame - Aristemo ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora