Parte 13

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La puerta de la habitación se abrió y Temo alzo la mirada emocionado, esperando ver a Aristoteles.

Pero por la puerta entró una mujer a la que no conocía y bajo su mirada.

Estuvo a punto de tirarse de rodillas, pero ahora recordaba que su poseedor le había dicho que la regla numero dos era no arrodillarse. Se sentía mal porque lo había desobedecido varias veces después de que le había dado la orden, pero ahora iba a hacer todo lo posible para hacer a su dueño feliz.

"Hola, querido" dijo la mujer y Temo alzó la mirada para verla y se sorprendió al ver una sonrisa amable en su rostro. Movió su mirada y observó el brazo de aquella, relajándose al ver el tatuaje que le informaba que ella también era una esclava. Al observarla bien, podía notar que era una señora de al menor cincuenta años pero se veía envejecida como las otras esclavas de esa edad que Temo había conocido. "Mi nombre es Diana, soy la esclava de la dama."

"H-hola..." respondió Temo tartamudeante; se sentía un poco mas en confianza de Aristoteles, pero solo con él. 

"¿Puedo acercarme?" preguntó Diana y Temo asintió después de dudarlo un instante "¿Como te sientes?"

"Um..." murmuró Temo sin saber que responder. Ni siquiera sabia si tenia permiso de hablar con aquella mujer "¿...bien?"

"Conozco muy bien al señor Aristoteles, lo he visto crecer" dijo Diana al escuchar la vaga respuesta del ojimiel y se sentó en la silla que estaba cerca de la cama "Por lo tanto, se que él te dejaría hablar conmigo."

Temo miró a la mujer y se relajó de nuevo al verla sonriendole calidamente. Temo había permanecido poco tiempo en el C.A.E. las veces que estuvo ahí ya que siempre tenía la desgracia de que lo elegían rápidamente. Pero a pesar de eso, sabía que entre esclavos existía una hermandad de sobre vivencia; podían confiarse entre ellos.

"Bien, me siento bien" contestó Temo al fin y Diana le sonrió con ternura "El señor no es como ningún otro dueño que haya tenido antes."

"Esta familia no es como ninguna otra familia que vayas a encontrar" respondió Diana sonriendo "Topaste con muchísima suerte al ser elegido por el señor Aristoteles." 

"Lo sé" respondió Temo y sus ojos brillaron " Él es bueno y bondadoso. Me trata bien y me deja hacer muchas cosas. Es más, ¡mira, estoy sentado en su cama!"

"¿Cuánto tiempo llevas en el sistema?" preguntó Diana al ver el brillo en los ojos del chico. Su dueña le había informado que el chico venía en muy mal estado, pero ella lo veía muy bien.

"Fui vendido cuando tenía 11 años, así que creo que seis años" respondió el menor haciendo memoria. 

"De verdad tuviste mucha suerte, querido" repitió Diana y Temo la miró directo los ojos "Sólo estuviste seis años en el sistema y estoy segura de que te quedaras con el señor Aristóteles por todo lo que resta de tu vida." 

Temo se sonrojo al instante al escuchar las palabras de la esclava. A la vez, sintió como su estomago revoloteaba. No quería ilusionarse porque el promedio de años que un esclavo se quedaba con un poseedor era de tres años y luego eran devueltos. Pero Diana vio crecer a su dueño, así que llevaba muchos años con su actual poseedora.

Sin poderlo evitar, una sonrisa brilló en los labios del joven esclavo.

Después de escuchar todo lo que Diana le había dicho, sentía que podría confiar en su dueño y se sentía afortunado.

La verdad era que no tenia ningún problema con quedarse por siempre con su dueño... con su Ari.







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