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La puerta del piso se abre y por ella aparece Blanca, con su pelo recogido en una coleta alta, su maleta de baile colgada en el hombro y una sonrisa que le podría dar la vuelta a la cabeza. Me río un poco dejando mi ordenador portátil encima de la mesita de centro y me levanto, sabiendo de sobras que la han cogido para el trabajo. Cierra la puerta, deja caer la bolsa al suelo y suelta un chillido contenta. Suelto una carcajada y la cojo en brazos cuando me salta encima. Enrolla sus piernas en mi cadera y besa mis labios contenta.

-Enhorabuena, amor. -susurro en sus labios, sonriendo. Ella pone sus manos en mis hombros para mirarme y yo la sujeto bien para que no se caiga.

-Nos han cogido a las dos. -dice contenta.

-Qué bien. ¿Dónde está Soraya?

-Se ha ido a Barcelona. -dice obvia. Yo frunzo el ceño confundido. -Te lo dije, despistado. Su vuelo sale en tres horas y ha ido directamente al aeropuerto. Vuelve pasado mañana, miércoles tanto con mis cosas como con las suyas.

-Oh, es verdad. -murmuro asintiendo con la cabeza.

-Esto... -dice bajando de mis brazos. Yo la sujeto por la cintura y ella pone sus manos en mi pecho. -Ya he firmado el contrato y empezamos en tres días. El jueves empiezan los ensayos.

-¿Qué es exactamente?

-Un concurso de canto que dura aproximadamente tres meses. Luego, el mismo director nos renovará el contrato para otro programa en el que deberemos bailar igual, quiere conservar el mismo equipo de baile. Ese programa durará seis meses más. Después otra vez el de canto, después el otro, y así continuamente hasta que no nos renueven.

-Trabajo asegurado, vaya. -digo contento. Ella asiente con la cabeza animada, pero luego hace una mueca.

-Tengo que mudarme allí.

-¿Cómo? -pregunto con un poco de incredulidad. Ella se aleja un poco de mi y juguetea con sus dedos.

-Está al norte de Broadway, Wade. El plató está al principio, a la altura de Lyndhurst Mansion. Los ensayos son de siete de la mañana a las doce del mediodía. No puedo estar levantándome a las cinco y media cada mañana para ir hasta allí. -me dice con una mueca.

-Eso está a una hora y cuarto de aquí, Blanca. Está muy lejos.

-Por eso tengo que mudarme allí. El director del programa nos da alojamiento en un edificio de pisos pequeños, es suyo y nos ha dicho que los bailarines siempre se quedan en ese edificio dado que suelen venir de fuera. Nos ha dicho que si aceptábamos quedarnos en el edificio, nos descuenta sólo cien dólares del sueldo. Sólo debemos pagar nuestra comida y el agua. La luz, el gas y el resto, se encarga él.

-Por supuesto has dicho que no te quedas en ese edificio.

-Wade, claro que me voy a quedar en ese edificio. -dice con obviedad. Yo frunzo mi ceño.

-Blanca, esta es tu casa también. Lo suyo era que estuviéramos juntos y...

-Wade. -susurra en un suspiro cansado. -¿No es mejor esto a que esté a nueve horas en avión de aquí?

-Lo mejor es que te quedes aquí. -señalo el suelo. Ella chasquea su lengua.

-Quiero ese trabajo. Me ha surgido una oportunidad buenísima, Wade, no voy a desperdiciarla. Que no vivamos bajo el mismo techo no significa que dejemos de pasar tiempo juntos. Puedo pasar perfectamente todas las tardes aquí contigo, podemos salir, puedes venir tú...

-Si, claro. -bufo dándome la vuelta para ir a la cocina. Prefiero no quedarme porque si lo hago diré cualquier cosa que se me pase por la cabeza y no son precisamente bonitas.

Cuestión de memoria {FBTNY #2} ©Where stories live. Discover now