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El viernes por la mañana, llego al departamento a primera hora de la mañan cuando casi no hay nadie. Me voy a mi despacho e intento averiguar lo mínimo sobre Blanca. Desde que la encontramos el martes, sólo ha recordado que su amiga se llama Soraya y que el perro del motel se llama Ramón. Nada más. No quiero presionarla, pero tengo la confianza del capitán en mí y como no consiga nada, posiblemente no llegue a ser inspector en muchos, muchísimos, años. Me ha costado lo mío llegar dónde estoy con tan pocos años, trabajando para la policía mientras estudiaba criminalística.

A las diez, más o menos, mis compañeros aparecen. Tom me da un café y yo se lo agradezco antes de volver a ponerme al lío.

-¿Dónde has dejado tu amiga? -pregunta Robert mirándome cuando Tom se va.

-¿Mi amiga?

-La asesina.

-Sospechosa. -lo corrijo. -Y no es mi amiga.

-Has pasado mucho tiempo con ella. -alza sus cejas.

-Estoy intentando que recuerde, Rob. -suspiro.

-¿Y lo has logrado?

-Estoy en ello.

Él suelta una risa y palmea mi espalda, antes de irse de vuelta para la puerta pero no lo hace porque aparece Tom de vuelta.

-Tenemos un problema. -dice con una mueca. Yo lo miro. -La familia del muerto está aquí.

-¿Y eso es malo? -pregunto confundido.

-Piden la cabeza de Blanca. Literalmente.

Yo frunzo el ceño y me levanto de la silla, dejando bien puesta mi americana en el perchero. Salgo del despacho seguido de los chicos y veo a seis personas hablando con un oficial. Cuando nos ven, entrecierran los ojos. Supongo que serán los padres y hermanos del asesinado.

-¿Tú eres el inspector Anderson? -pregunta el hombre más mayor. Como de cincuenta años. No sabéis la pinta a chungos que tienen todos.

-Soy yo. -afirmo. Es subinspector, pero me queda de puta madre lo de inspector Anderson.

-¿Por qué coño la zorra asesina de mi primo no está en la puta cárcel? -espeta uno de ellos. Yo lo miro con el ceño fruncido.

-No hay ninguna "zorra asesina". -digo haciendo comillas con mis dedos. -No sabemos aún quién mató a Kevin.

-Tenéis a una tía sospechosa. Nos lo dijo el abogado. -dice otro de los chicos, de mi edad aproximadamente, más joven a lo mejor.

-Eso no la convierte en asesina. -repondo. Todos fruncen el ceño.

-Esa chica tiene que estar encerrada en la cárcel y no protegida por la ley. -dice la mujer.

-No sabía que ahora se protegía a los asesinos. -dice el padre.

-No voy a encerrar a una posible inocente. Esa chica ha perdido la memoria después de esa noche debido a una contusión, cuando logre recuperarla sabremos si lo mató o no.

-Esa perra puede estar fingiendo.

-No está fingiendo. -niego. -Así que les agradecería que se fueran a casa y esperen al juicio del lunes. Más vale que nos dejen investigar el caso y no sea encerrada, porque en el caso de que fuera inocente, el asesino de su hijo estaría suelto por ahí. Y Kevin no estaba limpio precisamente pues su lista de antecedentes penales lograría darle la vuelta entera a la comisaría.

-¿Cómo se atreve? -pregunta la mujer, mirándome mal.

-Por allí está la puerta. -señalo la puerta de la salida con mi mano. -Y la próxima ver que vengan, esperemos que no sea pronto, no traigan armas. -digo mirando la bota de uno de los chicos, dónde asoma el mango de un cuchillo.

Cuestión de memoria {FBTNY #2} ©Where stories live. Discover now