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Hoy estamos a miércoles, ha pasado una semana más o menos desde que empecé a quedarme en el piso con Blanca y debo admitir que tengo la espalda molida, pero me niego a dejarla con los oficiales que tiene abajo del edificio porque son más inútiles que una cerveza sin alcohol. En esta semana hemos progresado muy pero que muy bien, pues Blanca ha conseguido recordar los tres primeros días aquí en la ciudad y estoy contento, no sólo porque avanzamos en el caso, sino porque Blanca está feliz y lo demuestra. Aunque cuando recuerda que es la posible asesina de Kevin Hotchner, se viene abajo de nuevo. Hemos notado que cuanto menos piensa en Kevin y en lo que tiene alrededor, más fácil le es recordar las cosas.

Tom sigue viniendo continuamente a intentar ganarse la confianza de Blanca aunque ella sigue dándole largas a lo que él se frustra. Es un tío insistente y no le gusta caer mal a la gente. Y a Robert le da exactamente igual, realmente. Él está encargándose de vigilar de cerca a la familia Hotchner porque creemos que tienen en mente hacer algo con Blanca, Tom se ocupa de buscar a Blanca por España y a su amiga Soraya, y yo me ocupo de la protección de Blanca, de ayudarla a recordar y de hablar con todos los especialistas posibles.

El capitán vino a conocerla hace dos días e intentó empatizar con ella. Y lo hizo pues conoció a mi padre y su caso, así que ha entendido mejor a Blanca.

Hoy he pasado la mañana y parte de la tarde en el departamento ayudando a los chicos a revisar los registros de España. Ahora acabo de aparcar delante del piso, pero antes de que pueda entrar, los oficiales de turno me detienen.

-La chica no está aquí. -me dicen, como si tuviera que saberlo.

-¿Cómo que no está aquí? -pregunto con el ceño fruncido.

-Se la llevaron los oficiales del turno anterior al hospital debido a una agresión, subinspector Anderson. Al central. Hace pocos minutos.

-¿Una agresión? -pregunto enfadado, yendo hacia mi coche.

Ellos dicen algo pero no los escucho porque ya estoy subiendo al coche. Llamo a los chicos para informarles de eso y dicen que van al hospital también. Cuando llego, voy a la recepción y justo entran también los chicos. Nos mandan a la segunda planta. Nada más llegar a la segunda planta, vemos a los dos oficiales custodiando uno de los consultorios.

-Pueden irse. -digo con dureza. Ellos me miran.

-Inspector, nosotros...

-Vosotros no habéis hecho nada. -bufo. -Vuestro trabajo era vigilarla, protegerla.

No les dejo decir nada porque entro en el consultorio, cerrando la puerta a mi espalda. Veo a Blanca sentada en la camilla y una enfermera curándole la cara. Me acerco a ellas y me percato de que Blanca tiene cortes en sus brazos, pecho, frente y mejilla. Ella me mira y la enfermera también.

-¿Qué ha pasado? -pregunto con ceño fruncido, levantándole un poco la barbilla para verla bien. Veo que en un papel a su lado hay algunos trocitos de cristal. -¿Eso son cristales?

-En efecto. -afirma la enfermera, retirándose un poco después de haberla curado.

-Blanca, ¿qué ha pasado? -pregunto mirándole los cortes de su cuerpo. A ella le tiembla el labio.

-Subía las persianas para que entrara el sol y justo me han lanzado una piedra que ha roto el cristal. -musita.

-Y esos cristalitos se le han quedado en la piel. -dice la enfermera. Yo la miro.

-Gracias por curarla. -asiento levemente con la cabeza, ayudando a Blanca a bajar de la camilla.

-Es mi trabajo. -dice sin más.

Cuestión de memoria {FBTNY #2} ©Where stories live. Discover now