Día 110: Un poco ciego

129 21 26
                                    

El día está bello. El sol ilumina sereno desde lo más alto de ese cielo despejado, los árboles se mecen al compás del viento cálido que sopla con calma. Las personas caminan por el parque riendo y conversando tranquilos, todo parece normal hasta que un gran ser aparece desde el suelo y comienza a comerse todo lo que tiene en frente. La misma gente que estaba tranquila ahora corre despavorida tratando de no ser el próximo bocado de la bestia. Mientras yo observo todo tranquilamente desde mi asiento.

-Qué película más profunda - señala Manuel al salir de la sala de cine.

-¿Profunda? Si solo era un grupo de extraterrestres mal vestidos y con efectos especiales deplorables, que comían personas sin ningún sentido - dije con propiedad mi espectacular análisis.

-Eso es lo que salía en el periódico de ayer - mierda, se había dado cuenta que lo había memorizado.

-¿Dónde vamos a cenar? - cambié de tema mejor.

Tras confesar nuestros sentimientos, con Manuel hemos intentado iniciar una relación desde cero, comenzando por las citas y todo eso que hacen las parejas normales.

-Es para lo único que me alcanza - dijo apenado antes de hacerme sentar en la banca.

Se trataba de un carrito de la calle que vendía hotdogs, y mi asiento era el frío fierro del paradero de buses.

-¿Con ketchup o con mostaza? - preguntó galante el novio.

-Con caviar, maldito marginal - respondí un tanto ofuscado, aunque traté de no profundizar en ese sentimiento y es que no debía cometer los mismos errores del pasado.

Esperé hasta que se sentó a mi lado con las dos salchichas. Tomé sin ganas una de su mano y me la comí. Al final, tenía hambre y no iba a dejar que se enfriara el plato.

Está bien, lo que importa es que estamos juntos. Por mucho tiempo me importó solo el sexo, el físico de los hombres, cuando debía centrarme en el romance, en el amor que tanto necesito.

Tras comerme la salchicha, decidimos caminar un poco mientras se hacia de noche.

-¿Y cuál es tu pasatiempo favorito? - Oh por Dios, hace tanto tiempo que nadie me preguntaba eso. ¿Acaso volvió LatinChat? ¿O las salas de Ares?

Recuerdo que cuando estaba casado con Leticia, durante nuestros primeros años, visitaba esas páginas para conocer a otros hombres gais, pero nunca pude concretar nada, porque me daba miedo. Ahora estaba frente a un sujeto que hacía las mismas preguntas que en esos lugares.

-Me gusta leer, caminar por el parque y disfrutar de una buena conversación al lado de una persona interesante - mentí, como solían hacer todos en Internet.

Por favor, con el tiempo supe que la gran mayoría estaba metido ahí para follar, y todo de eso "conocer", "buscando al amor de mi vida", era solo una mentira de un tramposo caliente que quería meterse con los menos experimentados, que caían en sus mentiras. Siempre te encontrabas con las mismas frases que todos decían, como las típicas: "No, si es la primera vez que me meto", o el "soy activo, pero en esta ocasión quiero intentarlo como pasivo", cuando en realidad ya tenía el orto bastante suelto.

-Qué interesante, ¿y cómo supiste que eras homosexual? - otra pregunta común.

Usualmente uno decía: "en la adolescencia jugando con mis primos", o el "siempre he tenido la curiosidad". Nunca nadie admitía que se vestía de mujer con la ropa de su mamá, ni mucho menos que andaba mirando en los urinarios a sus compañeritos con la intención de ver alguna presa.

-Lo supe al verte a ti guapo, todo mi mundo cambió en ese instante - me reí y es que todo era muy soso.

Finalmente, llegamos a casa, donde nos quedamos un rato conversando en la entrada.

-Así que ésta es tu casa - Manuel continuaba con su actuación, lo que me parecía interesante.

Era como imaginar que era joven y estaba conociendo a un muchacho mientras iba a la universidad.

-Sí, aquí vivo con mis padres, pero tenemos que tener cuidado porque ellos no saben "lo mío" - típico, mencionar que le gusta morder la almohada es "lo mío".

-Yo pensé que vivías solo, es difícil estar con los papás a esta edad ¿no? - el chiste ya estaba aburrido, ¿para qué recordarme que estoy viejo?

-Tenías que matar la magia. En fin, entremos que tengo que ir a ver a mi hijo - ya era hora de regresar a la rutina.

-¿Tienes un hijo? ¿Acaso estás casado? - se sorprendió el hombre.

-Sí, con Leticia, pero me refería a Gabriel, que en realidad es hijo entre Clarisa y tú, ya sabes, cuando ella era prostituta - que mala memoria tiene ese sujeto.

-Yo nunca he estado con una mujer, es imposible que sea el padre - estaba sorprendido el muy mentiroso.

-Por favor Manuel, ya ha sido suficiente, no sigamos con este juego - me estaba cansando.

-¿Manuel? No me llamo así. Yo soy Paulino - y me quedé lelo.

Tuve un presentimiento, así es que abrí la puerta de la casa para que la luz del interior me ayudara a ver el rostro de mi acompañante.

-¡Mierda! ¿Y quién eres tú? - tenía razón, no se trataba de mi primo, sino que de un desconocido.

-Ya te dije, soy Paulino. Estaba sentado en el paradero del autobús, cuando decidiste comerte uno de mis hotdogs. Comenzaste a hablar de nuestro romance y pensé que estabas coqueteando conmigo. Nos vinimos conociendo todo el camino, ¿acaso no me viste el rostro nunca? - pues no, estaba seguro que era el campesino.

-¿Y dónde está Manuel? - pregunté asustado.

-Le dijiste que querías caviar, le preguntó a una señora y fue al supermercado parece - y de eso no me di ni cuenta.

-Voy a comprar un segundo y ya estás con otro - Manuel apareció desde adentro de la casa, muy enojado.

¿Cómo pude ser tan ciego? Estuve caminando y hablando con alguien que ni conozco.

-No, todo fue un error, no te cambié por este sujeto tan raro - y dejé al desconocido solo para entrar a casa y tratar que mi primo entendiera que todo fue un gravísimo error.

Por primera vez trato de ser romántico y me pasa esto. Si tengo una suerte terrible. Además, parece que voy a tener que comprarme lentes.

Ni tan CasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora