Día 90: El juicio

130 27 24
                                    

Tuve que ir a tribunales por las agresiones contra Bárbara. Era una mañana fría, oscura como si la naturaleza quisiera advertirme que malos tiempos estaban a punto de cernirse sobre mí.

-Todo te saldrá bien, tienes que tener fe - me consoló Clarisa cuando estaba entrando al edificio de justicia.

Debo reconocer que tenía miedo y es que aunque fue en legítima defensa, probablemente todos le creerían a la mujer y es que era la agredida, además de guapa e inteligente.

-Buenos días, soy el juez Jerónimo Antonio Miguel de la Cruz Riquelme... - y hubiera dicho su segundo apellido si no fuese porque me largué a reír en ese preciso momento.

Estaba mal desde el principio, y es que el magistrado me observó como si le hubiese pegado a él. No sé si me reí por lo largo de su nombre o por nervios, de todos modos, me gané su antipatía.

-El día de hoy tenemos una denuncia por... Agresiones. Contra el señor Nicolás Goycolea, de profesión ginecólogo... ¿Es usted? - se dirigió a mí de forma despectiva. O eso me pareció a mí.

-Sí, señor. - respondí como cadete a su superior.

-¿Y se dedica a su profesión? - continuó.

¿Qué era esto? ¿Una cita?

-No, señor... Tengo un emprendimiento... - lo siento chicos, pero no quería quedar mal parado frente al hombre. Tal vez era conservador y el hecho de tener un burdel no le parecería correcto.

-Un emprendimiento, por favor... Eso es un prostíbulo, que lo diga por su nombre - intervino Bárbara, tratando de humillarme.

Lo bueno es que el juez la mandó a callar por desacato, solo él podía hablar en ese momento.

-¿Y por qué no se dedica a la ginecología? - seguía preguntando.

-Bueno... La verdad es que era muy malo en eso... Dos de cada tres de mis pacientes quedaban embarazadas porque me confundía al recetar las pastillas anticonceptivas - no sé por qué fui tan sincero al responder, pero todo eso era verdad.

El juez me quedó mirando aún peor que al inicio, aunque decidió continuar con el procedimiento.

-La demandada es la ingeniera Bárbara Alcántara... Señorita, ¿podría relatarme los hechos acontecidos? - señorita, por favor no me haga reír.

La rubia se aclaró la garganta antes de comenzar a mentir.

-Yo iba tranquilamente por el parque cuando de pronto, escucho los gritos histéricos de ese hombre - me apuntó como si fuera un animal - me decía que era una prostituta, una ladrona de hombres y todo porque su primo mantuvo una relación conmigo... La misma que yo terminé cuando supe que ambos eran amantes. ¿Puede creerlo? Ambos son parientes y mantienen un romance clandestino... Nicolás estaba colérico y aunque traté de razonar con él, no hubo caso y me comenzó a agredir... - la muy desgraciada comenzó a actuar y a derramar lágrimas de cocodrilo.

Para dar más énfasis en su relato, se quitó el gorro con el que andaba para mostrar lo pelada que la había dejado.

-Me arrancó mi cabello con sus propias manos.. Y no solo una vez, sino que dos, porque al saber que lo había denunciado fue hasta mi casa para seguir con su actuar - ay claro, todos tenían pena por la pobre calvita.

Tras su confesión, el juez decidió interrogarme.

-¿Es eso cierto? - me observó como si le hubiera creído todo a la otra loca.

-No, eso no es así... Le contaré: el que iba tranquilo por el parque era yo, y no estaba solo, sino que con mi hijo... Sin quererlo me encontré con mi primo, que sí, tenemos una relación... Tan solo que no es mi primo, él es adoptado porque mi tío Florencio también es gay, así que no tenemos parentesco de sangre... En fin, el pobre estaba asustado porque se había arrepentido de estar con Bárbara y me pidió que le ayudara... La loca esa apareció después y quería agredirnos, de hecho lo intentó, tan solo que le pegó a mi hijo. Yo no iba a permitir eso, por lo que me enojé y defendí a mi pequeño - narré tratando de ser lo más verídico posible.

-¿Qué hay del segundo ataque? - consultó el magistrado.

-Ah, bueno... Eso no fue en su casa, sino que en la mía. Fue a molestarnos otra vez y como tengo una buena amiga, fue ella quien nos defendió... Bárbara le dijo que no era mujer porque es trans, así que Anastasia se enojó y... La atacó... Sé que están mal los golpes, me lo enseñaron en el kinder, tan solo que usted no conoce a esa mujer... Está realmente loca - terminé mi testimonio.

No sé qué habrá pensado el juez en ese momento, pero pidió que lleváramos a nuestros testigos.

-Mi nombre es Manuel Goycolea y soy el primo de Nicolás - se presentó el hombre.

-Con que usted es la manzana de la discordia... - sentenció el hombre sobre el estrado.

-Supongo... En fin, yo vengo a apoyar la declaración de mi primo, porque estuve ahí cuando Bárbara quiso golpear a su hijo y cuando nos fue a amenazar a la casa - muy bien guapo, tú sí eres valiente.

Luego fue el turno de Anastasia.

-¿Señor Galaz? - preguntó el juez tras ver su cédula de identidad.

-Señorita y la boca le queda donde mismo - respondió con fuerza la mujer.

El hombre la miró extrañado, aunque no hizo ningún comentario porque sabía que sería discriminación.

-Yo estaba muy tranquila en mi cuarto, depilándome las axilas, cuando escuché unos gritos en el patio... Bajé rápido y me encontré con la oxigenada ésa, porque a mi no me engaña, no es rubia natural... Se le notaría en la raíz del cabello. Yo tenía una amiga que era rubia de verdad, de esas que nacen así y ella...-hubiera seguido con su relato si no hubiera sido porque el juez la interrumpió.

-¿Puede ir al grano? - estaba aburrido.

-Así qué chiste... En fin, lo que sucedió es que vi a Bárbara agrediendo a Nicolás, y como es mi mejor amigo, no iba a dejar que le hicieran daño... Solo la iba a espantar, tan solo que me dijo que no era mujer... ¿Y quién es ella para decirme eso? Claro, como ella nació con vagina y tiene tetas de verdad... No como las tiesas que tengo yo... ¿Puede creer que ya no siento el pezón derecho? Igual es bueno, porque hay clientes que lo muerden y... - volvió a ser interrumpida.

Mi turno había terminado, era tiempo que la rubia enseñara sus testigos.

-No tengo a nadie más que a Dios que me observa desde el cielo y el consuelo que usted vea mi aspecto para darse cuenta lo que ellos me han hecho... - dijo como si fuera profeta.

-¿No tienes a nadie? ¿Algún amigo que mienta por ti? ¿Tus papás?.... ¿Algún hermano? - el magistrado estaba extrañado.

-Todos los que eran mis amigos lo eran por interés... Mis papás no me hablan desde la navidad en que les quemé la casa por no invitarme y mis hermanos... Son todos unos envidiosos... Mi psicólogo quería venir, pero se le quemó la casa el otro día, justo cuando me canceló todas mis citas del próximo año... Qué casualidad - relató la rubia. ¿No ven que está loca?

El juez se tomó un receso de media hora, para regresar con un veredicto.

-Como juez a servicio de ésta, nuestra república, sentencio que la demanda de la señorita Bárbara Alcántara es denegada por no poder comprobar fehacientemente las agresiones de la cuales fue supuestamente víctima - y al escuchar eso salté de alegría. ¡La justicia sí sirve!

Quería ir donde mis amigos para que me felicitaran, cuando escuché el grito de Bárbara.

-¿Ni siquiera van a tomar en cuenta que agredió a una embarazada? Porque sí, estoy esperando un hijo de Manuel - y todos quedamos lelos.

Ni tan CasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora