Día 89: No aprende

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¿Pueden creer que Bárbara interpuso una demanda en mi contra? Claro, como le saqué casi todo el pelo teñido, tiene pruebas como para sostener que le pegué. Y bueno, Gabriel no tiene ningún rasguño, así es que no puedo probar que fue en legítima defensa.

-Pero yo puedo atestiguar a favor tuyo... Yo vi todo...-Manuel quería ayudarme.

Me llegó una carta certificada, donde se señalaba que tenía que acudir al juzgado para hacer frente a la demanda de la ingeniera.

-¿Harías eso por mí? –después de casi matarle la verga con antidepresivos, de todos modos el hombre quiere estar a mi lado.

Tal como había mencionado en el parque, el campesino solo se había acercado a Bárbara con la intención de sacarme celos y es que estando lejos junto a su padre, se dio cuenta que realmente está enamorado de mí.

-¿Entonces me amas? –le pregunté cuando llegamos del parque la tarde del incidente.

-Bueno... sí, la verdad es que pensé en ti todo el tiempo en que busqué a mi papá...-dijo un tanto apenado por reconocer sus sentimientos.

Y ahí estaba el problema, porque lo que había deseado por fin llegó, tan solo que era yo quien no estaba seguro de sus sentimientos. Me había dado cuenta que estaba interesado en Manuel por su físico, por la forma en que tenemos sexo, mas no estaba seguro si también le amaba. ¿Qué le iba a decir entonces?

-Yo también te amo...- no iba a dejar que se fuera la polla una vez más. Total, mientras medito bien sobre mis sentimientos, puedo seguir follando con mi primo.

Ok, tampoco soy un ser tan insensible, debo reconocer que me dolió un poco mentirle y es que, al ver su rostro de ilusión tras escuchar mi confesión falsa, se me retorció un poquito el estómago. Así no se puede mentir y es que su rostro es muy expresivo.

Y aunque he mentido, todo ha salido bien (sin considerar la demanda obviamente). Dormimos juntos, tomamos desayuno, cuidamos a Gabriel. Parecemos un matrimonio con un bebé, si incluso he sentido que en esta semana he engordado, como todo un recién casado.

-¿Cómo pudiste hacerme esto? –escuchamos la voz de la rubia el otro día mientras salíamos de la casa.

Iba con un gorro en la cabeza para tapar los pelones que le dejé. Se veía como la barbie rapera.

-Lo siento, sé que estuvo mal usarte... Pero todo fue por amor - le sonrió mi primo.

Está bien, el pobre no es muy inteligente, pero de ahí a decirle eso a una mujer despechada, está realmente loco.

Obviamente, Bárbara se enojó de tal manera, que su rostro se puso rojo y de pronto, vi como se tiró encima del hombre, feroz como un puma, loca como una hiena.

-Te vas a arrepentir... Te juro que... ¿Y tú qué haces? - ups, se fijó que había sacado el celular.

-Grabando... Creo que esto es un buen material para el juzgado - sonreí y es que tenía pruebas en su contra.

-Eres un... ¡Pásame ese celular! - me gritó, exigiendo que le entregara mi móvil.

Para mi suerte, en ese momento llegó mi héroe: Super Anastasia. Quien al ver que nos quería agredir, expuso las habilidades aprendidas en la calle y con una cadena fue a amenazar a la ingeniera.

-¿Qué? ¿Te quieres meter con mis amigos? Ven si eres tan valiente... Peleemos de mujer a mujer... - la encaró mi querida muchacha, agitando la estructura de metal.

-¿Mujer? Por favor... Tú no lo eres - y eso fue lo peor que pudo hacer Bárbara.

Anastasia al escuchar sus palabras, se enojó aún más y botando la cadena, decidió que debía hacer justicia con sus propias manos. Si ya antes había quedado con pelones, ahora simplemente quedó calva.

-Son un grupo de delincuentes... ¡Juro que me las van a pagar! - se fue la desgraciada llorando, entendiendo que no puede con nosotros.

-Muchas gracias... Eres genial - le dije a mi amiga, quien jadeaba luego del esfuerzo.

-De todos modos creo que nos hemos excedido con la pobre chica - meditó Manuel.

Tanto Anastasia como yo le quedamos mirando mal. ¿A él qué le importa la desquiciada esa? Solo le vimos feo hasta que se quedó callado.

-¿Qué sucedió aquí? ¿Están bien? - al rato llegó Fabricio, quien se preocupó por los gritos.

-Sí, tan solo que vino esa rubia a molestar a Niquito... - le respondió la chica.

-Pero mírate... Tienes sangre en las manos - se notaba mucho que estaba preocupado.

-¿Esto? No, no es mío... Es de ésa - se limpió las manos.

Vi toda la escena sabiendo los sentimientos del muchacho y por eso, sonreía al ver cómo afloraba el amor.

-Vamos al baño para que te ayude con los moretones - Fabricio era todo un caballero.

Finalmente, el susto pasó y me quedé a solas con Manuel.

-¿A dónde íbamos? Ya se me olvidó - comentó el macho.

-Ya da igual... Vamos a la cama que me dieron ganas de follar - pronuncié con delicadeza y educación.

Ni tan CasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora