Día 84: Esa rubia

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Está bien, no iba a esta más celoso porque todo era producto de mi imaginación. O sea, ¿quién querría dejarme?

Al final ese pensamiento me duró muy poco, y es que no tengo fuerza de voluntad.

-¿Quién es el bebé más bonito? ¿Quién? - le decía Manuel a mi hijo.

Decidí salir al patio un rato, ¿y con qué me encuentro? Con el campesino jugando a ser papá con Gabriel. ¡Qué yo soy su padre! No importa que haya sido él quien haya puesto el semen, soy yo quien lo ha criado todo este tiempo.

-No te va a contestar... - dije para que se enterara que estoy ahí.

-Lo sé, no soy tan idiota - me observó con odio.

Como había decidido ser rudo, tuve que ponerme a su nivel y con determinación le quité el coche donde estaba mi hijo.

-Vámonos de aquí, hay gente muy mala - dije haciendo un desprecio.

-Algún día se enterará que soy su verdadero papá... - mencionó sin pudor, quería fastidiar.

-Claro, cuando nos casemos y seas su padrastro - iba a descolocarlo porque sabía que sentía algo por mí todavía.

Pude ver en su rostro el desconcierto, como si hubiera revelado su mayor secreto, algo que supuestamente nadie sabía.

-Eres muy evidente, cariño - me seguí burlando.

-¿No será que eres tú quien siente algo por mí? - pudo salir del shock y enfrentarme.

-¿Quién? ¿Yo? No seas imbécil... Ahora soy un hombre de negocios y sólo me preocupa este burdel - no iba a reconocer ante mí enemigo que podía, tal vez de alguna forma extraña, sentir algo parecido a amor por él.

-Muy bien, entonces no te molestará que traiga a mi novia a casa - ¿qué? ¿Que tiene qué?

No pude evitar quedar con la boca abierta. Por favor, de seguro era mentira y es que quería fastidiar.

-Claro que no, solo tráela... - por favor, ¿a quién se iba a conseguir?

Me llevé a Gabriel hasta la sala, donde jugué un buen rato con él, para que desde pequeño se diera cuenta quién es el mejor padre. ¿Qué es eso de forzarlo a hablar? Yo dejo que las cosas fluyan, soy un papá moderno, más relajado, no un cavernícola como Manuel.

Era la hora de cenar, nos sentamos a la mesa todos quienes vivimos en la casa, menos mi primo que misteriosamente no había llegado.

-¿Dónde está el guapo campesino? - preguntó Anastasia antes de mascar un pedazo de carne.

Nadie respondió y es que no sabíamos nada. Tampoco tuvimos que esperar mucho para saberlo y es que él mismo apareció.

-Buenas noches familia, quiero que me pongan atención... - dijo delante de todos antes de hacer pasar a una mujer despampanante.

Era alta como él, de una figura esbelta y estilizada, grandes caderas y prominentes pechos. En sus rostro destacaban sus grandes ojos azules, que combinaba con su cabello platinado. La nariz la tenía respingada. Qué mierda, que era igual a la Barbie, tan solo que no era toda de plástico.

-Hola, me llamo Bárbara, pero pueden decirme Barb... - se presentó deleitándonos con su horrible voz nasal. Que era un pito.

Debo reconocer que la observé con un poco de rechazo, aunque tampoco fui el único, y es que las demás chicas de la mesa la veían como su enemiga, como una mujer más hermosa que ellas.

-Querida, lo siento... Ya no hay más cupos para prostituta - quería destruirla.

La rubia solo rió antes de responder.

-Qué chistoso. No, no necesito trabajo... Soy ingeniera civil... - ¿y además es inteligente?

Después de eso me quedé callado y es que no podía competir con doña perfección. ¿Cómo Manuel había conseguido a alguien tan importante?

-Estaba corriendo por el barrio cuando de pronto choqué sin querer con alguien... Quedé sorprendida al darme cuenta que se trataba de este hombre tan guapo... - relató la rubia.

Así que esa era su historia de amor. Qué romántico... Me daban ganas de vomitar.

-Y ustedes son esposos? - nos preguntó Bárbara a Clarisa y a mí.

-No...-respondió tímida la fea, como si se sintiera coibida con la nueva.

-No, solo tenemos un hijo en común, que en realidad es de Manuel, porque se acostó con ella cuando era puta... Yo me hice cargo del niño y ahora somos muy buenos amigos... Ah, y también me acosté con este hombre... Muchas, muchas veces... Y eso que supuestamente éramos primos - no me iba a seguir aguantando las ganas de destruir esa relación.

Bárbara quedó impactada ante todas las verdades que le había revelado, porque claro, ese hombre con quien estaba saliendo no era tan bueno como imaginaba.

-Que interesante su relación... Me gusta saber del pasado de Manuel, quiero saber todo de él, porque veo un buen futuro entre nosotros... Somos la pareja perfecta y nada que haya hecho en el pasado podría hacerme desistir de estar a su lado - dio el sermón de virgen cornuda. ¡Ridícula!

La odié durante toda la cena y es que no paraba de hablar, de comentar sobre la actualidad, de las mujeres en la historia, de su trabajo perfecto, de sus estudios, de su perrita perfecta, de toda su puta vida perfecta.

Finalmente se tenía que marchar y la acompañé hasta la entrada para despedirla, más que mal soy el dueño de casa.

-Mira imbécil, si te veo coqueteando con mi hombre te juro que te voy a sacar los ojos y te los voy a coser en el orto... ¿Te queda claro? - me susurró al oído Bárbara, justo en el momento en que intentaba despedirse.

La muy desgraciada se hacía pasar por una buena chica, pero todo era mentira, en realidad era una perra igual que todas las rubias y me quería quitar a Manuel. Ah no, eso no se lo voy a permitir. No sabe con quién se ha metido, ya verá de lo que soy capaz.

Ni tan CasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora