Capítulo 10

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En el pasado

Hiccup Haddock.

 —¡Hiccup! —exclamó Astrid llegando a mi lado sonriente— Iremos a volar esta tarde con los demás. ¿Vienes?

 —Oh, no. Tengo cosas que hacer —dije observando el mapa.

 —Hiccup, ella se fue hace dos años. ¿No crees que es tiempo de dejarla ir? —Astrid se sentó a mi lado. El gran comedor estaba completamente vacío. 

 —No, no descansaré hasta encontrarla —dije serio y doble el mapa. Salí por las grandes puertas sin despedirme de mi amiga. 

Era cierto, habían pasado dos años desde que no veo a ________, dos años en los que no encuentro ni una pista. 

En estos dos años, había comenzado un mapa, tengo el propósito de volar hacia todos lados, descubrir los límites del mundo, y de este modo, encontrar a _______.

Pero a pesar de mis esfuerzos, en dos años no había logrado nada. No había encontrado ninguna pista.

—Hey ¿Cómo va el mapa? —Brutacio se acercó a mi serio. Siempre que hablábamos de _______, o algo relacionado a ella, él no hacía bromas.

—Tan mal como cuando comencé —dije sincero.

—Bien, ¿Volamos esta tarde hasta otro lugar? —preguntó Brutacio— deberé convencer a mi hermana para que venga pero...

—Descuida, iré solo. Tal vez vuele hasta islas cercanas —admití— si lo piensas, ______ solo pudo nadar o desplazarse en un bote, no pudo haber recorrido una gran distancia.

—Lo mismo me dijiste hace dos años —suspiró Brutacio.

—Solo que está vez, no me iré sin una pista —Me senté en el césped. Brutacio imitó mi acto.

—Bien, rompete una pierna —dijo él sonriendo.

—Oh no, no, no —repetí— la última vez que dijiste eso, desperté con una prótesis.

—Dos es mejor que uno —Brutacio soltó una carcajada— bien, nos vemos.

Me golpeó el hombro suavemente y se fue. Yo por mi parte me encamine en la búsqueda de Chimuelo.

Al caminar por la aldea, observé a la madre de ________. La perdida de su hija y los años no le habían favorecido. Aún estaban mal por la huída de su descendencia.

—Buenas tardes —la saludé afablemente.

—Oh Hiccup, buenas tardes. ¿Irás a volar esta tarde? —preguntó la madre de _____.

—Sí, eso planeo —le sonreí.

La madre de ______ suspiró y luego me sonrió con tristeza.

—Quizás sea tiempo de dejarla ir —fue lo último que me dijo antes de irse.

No. Odio cuando me dicen eso.

¿No entienden que no me detendré hasta volverla a ver? ¿Tan difícil es comprender?

No la dejaría ir tan fácil, no dejaría ir a la persona que me apoyo durante tanto tiempo, la persona que me hizo reír y la que me apoyo en malos momentos, no dejaré ir a la persona que ame.

Me rehuso.

Descansaré cuando la encuentre.

Ella es lista, sé que no está muerta. Sé que está viva en algún lugar, lo único que necesito es una pista. Tan solo una pista.

Me monté sobre Chimuelo y emprendimos vuelo hasta una isla con altos árboles, las hojas de estos se habían tornado anaranjadas y amarillas.

Me bajé de Chimuelo y comenzamos a caminar por el lugar. Cada paso que dábamos hacia crujir hojas y ramas.

—Posiblemente aquí hayan Cortaleñas —dije mientras seguía caminando por el lugar.

Caminamos y caminamos, sin poder encontrar algo.

Llegamos hasta la orilla de la isla, allí yacía un hacha. Se notaba que llevaba tiempo aquí.

Fui a recogerla y me sorprendí, al observarla detenidamente me percaté de que era el hacha de mi amiga, solía usarla en los entrenamientos.

Eso significaba que se fue de este lugar completamente desprotegida, pero, ¿Adónde fue?

Por fin, luego de dos años, encontré una pista.

—¡Amigo! ¡Lo hicimos! —le grité a Chimuelo completamente emocionado— ¡Está es su hacha! ¿Puedes creerlo? ¡Una pista! —volví a expresar mi ánimo ante mi amigo— volvamos, a Brutacio y a los padres de ______ les gustará la noticia.

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_______ Gormsson

—¡Sí! —grité emocionada mientras Deimos, mi dragón, emprendía vuelo por las alturas alejándose de los barcos destrozados.

Las alas de Deimos, al ser afiladas, facilitaba la tarea de destrozar barcos, y de este modo poder liberar a los dragones de los cazadores.

En estos dos años me he ganado la vida vendiendo leña a pequeños pueblos, o apostando grandes sumas de dinero en tabernas. Me he vuelto buena en esto último.

Esos son los únicos modos que tengo para adquirir dinero, y de esta manera comprar armas y alimento.

No tengo un hogar.

Miré hacia atrás, y los dragones que habían sido liberados se iban volando, mientras que los barcos se hundían sobre la marea.

A lo lejos vi a tres chicos sobre dragones. Más que nada, me llamó la atención la chica rubia que iba sobre un Nadder Mortífero, se parecía demasiado a Astrid Hofferson, la chica de Berk que solía molestarme.

Pero era imposible, en Berk odiaban los dragones.

Dioses, en Berk estaba Hiccup. ¿Cómo le estará yendo? ¿Estará bien?

Múltiples veces me he preguntado si sería buena idea volver, solo para ver como están las cosas. Pero no, después de lo que hice, volver de la nada. Tendría que dar explicaciones, tal vez me odien.

—Amigo, vamos por otro lado —le dije a mi dragón, con el propósito de mantener distancia entre esos jinetes y yo.

Buscándote [Hiccup y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora