35. Never Enough

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NATALIA POV

Un manotazo en el brazo me despierta de súbito.

Abro los ojos de golpe y la primera imagen que inunda mis pupilas no podría ser más espectacular. Una Alba despeinada, guapísima de todos modos, apoyada sobre su codo a mi lado, vestida con una de mis camisetas de manga corta, lo que me lleva a recordar la increíble noche anterior. Antes de que pueda decirle nada bonito, me vuelve a zarandear.

-Natalia, ¡el Blablacar!

-¿Qué? –Pregunto despertándome del todo, frotando mis ojos con la mano, absorta en mis pensamientos acerca de lo preciosa que está. -¿Qué hora es? – Vuelvo a preguntar cuando consigo reaccionar.

-Las nueve, amor. –Me dice con urgencia.

Sonrío ante sus prisas y desasosiego.

-Nos recoge justo en la equina con la facultad de deportes y viene a las 10, tenemos tiempo de sobra. –Le respondo con la voz un tanto ronca.

-Ahhh, ¡qué susto, Nat! –Me dice riendo con tono de alivio.

-Ven aquí. –Le digo alargando la vocal i, estirando mi brazo para que se deje caer y ella me mira con los ojos achinados en una sonrisa.

Albi se hace una bolita a mi lado y le dejo un montón de besitos en la frente y en el pelo mientras ella acaricia mi abdomen.

-Nat, te quiero mucho. –Me dice en un susurro áspero y se me pone una sonrisa que no me cabe en la cara.

-Y yo a ti, Albi, un montón. –Aprieto su cuerpo contra el mío y me deja un beso en el hombro. -Anoche, buaaah, no sé ni cómo describirlo. –Le digo intentando buscar las palabras pero se me sigue estremeciendo el cuerpo solo de pensarlo.

-Es que contigo todo es más fácil. –Me dice levantando ligeramente la cabeza para mirarme. Inevitablemente le busco los labios para darle un beso.

Más pillada por este ser adorable no puedo estar.

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Una chica de Pamplona nos recoge en su coche, un Peugeot 208 negro, acompañada por un chico que parece ser su novio. Alba y yo guardamos la maleta conjunta que hemos hecho en su maletero y nos montamos en los asientos traseros sabiendo que nos esperan unas cinco horas de trayecto. Al menos nuestros conductores parecen majos y ponen una lista de música con lo mejor del indie nacional. Mando un par de WhatsApps a algunos de mis amigos de por allí. Me gustaría que Alba pudiese conocerles. Le hablo de Santi, mi hermano. Es al único que aún no conoce. Y ella me explica las últimas conversaciones que ha tenido con Famous, el gerente de la galería que mi padre ha decidido abrirle. Alba sigue flipando pero es que yo más. También hablamos de los tatuajes que tenemos pendientes y mi chica aprovecha para escribirle a Pablo y pedir cita para tatuarnos. Le recuerdo que quiero que me plasme en papel un dibujo que tengo en mente y acordamos hacerlo en mi casa.

En mi piso de Pamplona, mis padres nos reciben encantados. Mi madre le da un abrazo enorme a Alba y eso es algo que me gusta, la están acogiendo como una más. Mi padre bromea con ella sobre Kandinski en algo que yo no entiendo, pero mi rubia le sigue el juego así que no dudo de que ella lo ha pillado. Sabe tanto de arte que me conmueve. Admiración absoluta.

-Hola, yo soy Santi. –Mi hermano se presenta muy educado.

-Hola Santi. –Alba se lanza a darle un abrazo que él corresponde. Yo también le doy uno, ya lo echaba de menos.

-¿Qué tal el viaje? -Nos pregunta. -Se hace un poco pesado pero la opción de tren es peor. ¿A que sí, Natalia? –Yo le respondo haciendo un gesto afirmativo con la cabeza, acompañado de un bufido. Las cinco horas de tren Valencia-Zaragoza son un auténtico calvario, y aún faltan otras dos hasta Iruña. Una odisea.

De ti, de mí, del mundo. (Albalia)Where stories live. Discover now