2. El contrato

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—¡DAME MI MALDITO DINERO¡ —gritó el hombre agarrándola por el cuello.

—T-todavía n-no ten-go tu dine-ro —dijo Clarke apenas pudiendo articular una palabra debido a la falta de oxígeno.

—¿Ah no?, entonces tendré que cancelar el tratamiento de tu madre, Clarkie —dijo el hombre apretando su agarre con más fuerza.

—N-no, por fav... —fue lo único que dijo Clarke después de caer desmayada al suelo.

Una hora después, Clarke se hallaba tendida en el suelo de la habitación de limpieza de su universidad. Después de recuperar la consciencia se incorporó y se sentó apoyando su espalda contra una de las paredes de la habitación y se dispuso a llorar.

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Hace 5 meses

—Clarke, no te preocupes por mí, yo estaré bien, por ahora. Quiero que te gradúes y hagas lo que te hace feliz —dijo la madre de Clarke con una semisonrisa.

—Mamá, en serio déjame ayudarte, puedo pausar mi semestre y lo hago después, con ese dinero puedo pagarte un tratamien... —No la dejó terminar.

—Clarke, no seas tonta, te tomaría mucho tiempo hacerlo. Sé que te preocupas por mí, pero en serio mi prioridad es que termines tus estudios —dijo la mamá

—Y mi prioridad eres tú, tú eres lo único que me queda después de que papá nos dejó, no te quiero perder como lo perdí a él. Por favor —dijo Clarke con ojos llorosos.

El año pasado a Abby Griffin, la madre de Clarke, le diagnosticaron cáncer pulmonar, y desde entonces ha tenido que luchar con eso y los medicamentos que escasamente le alcanzan con el poco sueldo que se ganaba su marido fallecido; Jake Griffin quien fue un excontador que falleció por cáncer de riñón el cual le detectaron demasiado tarde por los malos hábitos que el hombre había acatado. Desde que su padre falleció se juró por ella y por su madre que saldrían adelante pasara lo que pasara, y así había sido hasta hace poco, desde que Clarke había entrado a la universidad gracias a una media beca que ganó, los gastos habían aumentado y a duras penas ambas tenían con qué comer y un techo el cual pagar.

Clarke Griffin había crecido en una familia humilde con un entorno lleno de cariño y aprecio, su familia siempre había sido muy unida desde que ella era niña, ellos solamente eran Abby, Jake y Clarke y externamente su hermanastro Aden, quien se había separado de ellas una vez murió Jake.

Desde que Clarke se enteró que su madre sufría de cáncer decidió buscar un trabajo, su primer trabajo de hecho, uno que no le quitara demasiado tiempo para poder acabar su semestre. Buscó por cielo y tierra alguno que cumpliera con los requisitos pero ninguno le favorecía. Un día una amiga de Clarke, Emori, le dijo que hablara con un viejo amigo que quizá podría ayudarla con algo de dinero y así fue. Ben Anderson, amigo lejano de Emori, con un trabajo ilegal, el cual Clarke desconocía. Ben le prestó el dinero necesario para poder empezar un tratamiento para ayudar a su madre. Muy mala idea.

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En aquel entonces...

Clarke después de salir de la habitación del aseo, decidió encaminarse a la próxima clase que le tocaba, no sin antes pasar por el baño y eliminar los rastros de lagrimas que pudieran haber quedado en su rostro. Mientras caminaba por el pasillo sintió una presencia atrás suya.

—¡Hey, Rubia!, ¿Qué tal?, te estaba buscando —dijo Raven, su mejor amiga con una sonrisa en la cara.

—Hola Rae, estaba en el baño —respondió Clarke haciendo una mueca.

—¿Casi dos horas en el baño? ¿Acaso tienes problemas estomacales? Te dije que no debiste comerte ese burrito y acompañarlo con café —dijo Raven recriminándole.

La rubia le ofreció un intento de sonrisa.

—No es eso Rae, realmente me tardé porque estaba tratando de despejar mi mente, ando algo estresada, ya sabes, con todos los parciales —dijo la rubia tratando de convencer a Raven.

—En ese caso, concuerdo contigo, ya no hay nada en qué se pueda pensar que no sean parciales —respondió su amiga mientras se encaminaban a su clase próxima.

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Después de llegar de la universidad, Clarke había llegado a su casa preocupada por el dinero que le debía a Ben, quién la amenazó ese mismo día en la habitación de aseo. Ya se le estaban agotando las ideas, ya no sabía qué más hacer, si su madre seguía así tendría que buscar un trabajo pronto así tuviera que dejar la universidad. Y así fue, ese día al anochecer le dijo a su madre que saldría a tomar aire al parque. Pero no fue así.

Clarke entró a una bar dispuesta a pedir trabajo, al cruzar la puerta vio a un par de meseros ir de aquí para allá, pero al quererles dirigir la palabra la evadieron por sus ajetreados pedidos. La rubia intentó otra vez, pero ahora con alguien de la barra que para su desgracia corrió la misma mala suerte ya que nadie la quiso atender, hasta que un hombre que estaba sentado a unas cuantas sillas en la barra se percató de la insistencia de la chica, cosa que llamó su atención.

—Hey, oí que estás buscando trabajo —dijo el hombre con un trago de whisky en la mano.

—Sí... es cierto, pero aquí parece que son ciegos o sordos, e incluso diría que ambas porque nadie me quiere atender —mencionó frustrada y alzando un poco la voz con intenciones de que al menos con su queja alguno de los empleados se mosqueara—. Últimamente las oportunidades laborales están un poco complicadas en esta ciudad la verdad —prosiguió Clarke no muy convencida de hablar con aquel hombre.

El hombre le pareció divertida la frustración de la rubia.

—Si quieres... yo te puedo ayudar a conseguir un trabajo —dijo el este mientras hacia un gesto para invitarla a tomar asiento.

—¿En serio?, no lo sé, apenas le conozco —respondió Clarke escéptica.

—Mi nombre es Dante Wallace, mucho gusto, ahora ya me conoces —dijo el hombre tendiéndole la mano con una sonrisa.

—Clarke Griffin, encantada —le correspondió al saludo—. ¿Y qué tipo de trabajo me podría ayudar a conseguir usted?

—Mira, en estos momentos soy el encargado en jefe de un nuevo club en la ciudad. Y pues como verás claramente se necesita personal —le aclaró sin deshacer su sonrisa inicial.

La rubia escuchó atenta y le llamaba la atención dicha oferta, pero sabía que no debía confiar en desconocidos, es algo básico que te enseñan cuando eres pequeño, sin embargo, en las circunstancias en las que se encontraba y con tan pocas oportunidades, quiso aferrarse a las palabras del sujeto.

Ambos se quedaron hablando un buen rato sobre los detalles de dicho trabajo, el hombre le comentaba que era algo sencillo y que no consumiría mucho de su tiempo, algo de lo que Clarke agradecía y le favorecía.

—Si estás realmente interesada, sólo tienes que firmar esto. —Dante sacó un papel el cual parecía un contrato.

—¿Llevas contratos a todos los lugares que vas? —preguntó Clarke con el ceño fruncido.

Dante rio—. Esta es la excepción, linda. —Y así sin más le entregó la pluma.

Clarke después de leer y releer, firmó con sus datos. Aceptó viendo que el salario estaba demasiado bien. Le alcanzaría para pagar su semestre, el arriendo y el tratamiento de su madre. El contrato decía que tendría que trabajar de asesora en un club de bolos. Pero qué equivocada estaba.

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Un amor inesperado [CLEXA AU]Where stories live. Discover now