Cisco solamente quería probar su nuevo invento, así que Ayleen se ofreció para ayudarle con eso; pensando que era algo inofensivo. Pero por accidente termina atrapada en otra dimensión.
ATENCIÓN: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ALGUNOS CAMBIOS EN COMPARACIÓN CON LA VERSIÓN ANTERIOR.
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DECISIONES
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Ayleen estaba de mal humor; se estaba cansando mucho de que Barry le recordara a cada segundo que Savitar iba tras ella y Iris. Entendía la preocupación de su hermano, pero lo que más le molestaba eran ciertos comentarios que hacía.
"Iris no podría salir viva si Savitar le haciera algo"
"Iris no es como nosotros, tenemos que protegerla"
"Cuidemos de Iris, busquemos donde pueda resguardarse"
"Ayleen, tenemos que protegerla"
Que sí, que ella entendía que Iris era humana y no tenía los poderes de curación que tenía ella. Pero parecía que Barry estaba empeñado en proteger solo a Iris. No era solo ella quien estaba en peligro, Ayleen también lo estaba y Barry no le había ofrecido en ninguna ocasión que se fuera a un lugar más seguro ¡Parecía que solo le importaba cuidar de Iris!
Tal vez ella estaba exagerando o tal vez era que desde que Stiles se había ido se sentía un poco vacía y quería que alguien demostrara que ella era importante.
La chica ni siquiera se había dado cuenta que por el enojo su cabello se había llenado de electricidad y estaba levitando en el aire. Giró por el pasillo para entrar a su habitación y se alarmó cuando se dio cuenta de que la puerta estaba abierta, pero, al sentir un olor familiar sintió como el pecho se le llenaba de felicidad.
Entró como un rayo a la habitación en busca del dueño de aquel olor y sintió como lágrimas de felicidad se resbalaban por sus mejillas. Hacía demasiado tiempo que no veía a aquel hombre.
—¡Magnus! —Chilló de felicidad lanzándose a los brazos del brujo.
—Hola, lobita ¿Me extrañaste?
—Por supuesto que te extrañé, no sabes cuánto.
Magnus le sonrió y le apretó ambas mejillas para después besar su frente de forma cariñosa.
—También te extrañé y no soy el único.
El brujo chasqueó los dedos y un portal se abrió en el medio de la habitación, por el cual salió Alec Lightwood con una sonrisa.
—No es verdad... ¡Alec! —Chilló por segunda vez emocionada y corrió hasta su amigo para abrazarlo.
Alec era un chico bastante serio y apegado a las normas. Ayleen le había dado bastantes problemas cuando se conocieron, pues a la menor le encantaba hacerlo rabiar cada vez que podía para hacerlo distraerse de toda esa tensión que a veces ni el mismo sabía que tenía. A partir de esas bromas Alec sentía que se le alegraban los días, pues no solo se concentraba en trabajo en el instituto, también se reía gracias a Ayleen.
