Cisco solamente quería probar su nuevo invento, así que Ayleen se ofreció para ayudarle con eso; pensando que era algo inofensivo. Pero por accidente termina atrapada en otra dimensión.
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TORMENTA.
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Scott McCall y su manada acababan de rescatar a un muy rejuvenecido Derek Hale, pensaron que no podían estar más confundidos y que la situación no podía ponerse más extraña, pero ¡Oh sorpresa! Claro que la situación podía ponerse más extraña.
Después de todo, ese grupo de adolescentes vivía de cosas extrañas diariamente. Qué eran unas cuantas más para ellos.
El cielo se llenó de nubes oscuras, lo extraño era el color de esas nubes; pues parecían estar amoratadas. Una tormenta se acercaba muy rápido y para la suerte de los presentes ahí no era una tormenta linda de pequeñas gotas de agua. Era una tormenta eléctrica.
—Scott, deberíamos salir de aquí ahora, no creo que el Jeep aguante una tormenta. Ni nosotros. —Mencionó el chico sentado frente al volante del auto.
—Solo dame un segundo. —Respondió el hombre lobo dejándose llevar por un sentimiento que lo había invadido como un imán.
El alfa caminó unos cuantos pasos, tenía un extraño presentimiento, como si aún no fuese momento de irse. Su cuerpo se sentía como si una corriente lo estuviese llamando, como si fuera el momento adecuado para recibir algo.
Todo era absoluto silencio. Nadie decía nada, pero sí miraban con impaciencia a Scott, pues el clima no se estaba poniendo a su favor.
El cielo tronó haciendo que el grupo se alarmara.
Después de eso todo pasó en un par de segundos; un gran rayo retumbó en los oídos de todos y cayó justo donde el alfa se encontraba parado, provocando que terminara en el suelo. Lo más extraño de todo es que no se sentía como si le hubiese caído un rayo. Es decir, ni siquiera debería estar consciente. Pero lo estaba. Sus ojos estaban cerrados, pero sabía lo que estaba sucediendo. No sentía ninguna clase de electricidad invadir su cuerpo, más bien sentía un ligero peso sobre él, como si alguien lo estuviese aplastando.
—¡Scott!
El grupo que estaba a un par de metros en el jeep bajó de inmediato para acercarse al moreno y asegurarse de que estuviese bien. Y lo estaba, o al menos eso parecía. Lo más curioso de todo era aquello que tenía sobre él o más bien aquella persona.
—¿Eso fue lo que cayó del cielo? —Cuestionó el chico de lunares mirando a su mejor amigo.
—Creo que querrás decir ella.
—¿Es un ángel? —Le susurró Liam a Lydia. — Porque perfectamente podría ser uno.
Y con todo lo que habían pasado, Lydia no se sorprendería si esa chica realmente era un ángel.
