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Para el momento en que comenzamos a caminar hacia el ascensor una familiar sensación de inquietud llegó. Las puertas metálicas del ascensor se cerraron frente a mis ojos, las diez personas que íbamos, esperamos expectantes a que se volvieran abrir.

Todos íbamos callados, sumergidos en nuestros propios pensamientos de saber que nos espera. Sin saber qué hacer con toda la inquietud que sentía invadir mi sistema, deslice la vista en Niall, quien era el más cercano a mí solo que me daba la espalda. Ladeé la cabeza para ver su perfil neutro (cosa que no me sorprende en nada) y de verdad me cuestioné sobre esto. En pocas palabras, el chico me evitada, no era capaz de verme o estar en un radio cercano al mío. No le reprochaba eso ya que yo lo había arruinado he hecho las cosas incómodas en ambos.

Suspiré.

No era mi mayor problema lo de Niall, tenía cosas más grandes de las que ocuparme, como por ejemplo saber a dónde íbamos. Así que hice un recordatorio mental para luego arreglar las cosas con el rubio.

Volví a la realidad cuando bajó mis pies sentí el ascensor detenerse y solo me quede a esperar que se abrieran las puertas y saber que habían detrás de ellas.

Hizo un sonido y luego las puertas se abrieron.

Y creo que todos quedamos igual de sorprendidos al ver su exterior.

Por un momento no supe como reaccionar, mi cabeza colapso y mis ojos se negaban a creer en lo veía.

Nadie se movió.

Nadie dijo nada.

Solo estábamos, allí quietos. Sin saber cómo reaccionar.

Hasta que las puertas se volvieron a cerrar pero rápidamente Niall puso su pies para evitarlo y justo en ese momento todos salimos de nuestro estado de sorpresa.

A mí oídos llegó el bullicio, los murmuros y el particular sonido de un teléfono sonar. Habían personas. Muchas más personas de lo que había en El Refugio, algunos se veían jóvenes y otros mayores, las mujeres vestían un traje blanco ceñidos al cuerpos con tacones de color piel y con una ligera bata blanca sobre este, los hombres eran diferentes, llevaban camisas blancas y pantalones grises juntos con zapatillas y sobre sus camisas una bata.

Todos estaban vivos.

Respirando el mismo aire que nosotros.

Moviéndose de un lugar a otro como si nada hubiera pasado hace tan solo 5 años atrás.

Nuestro grupo comenzó a caminar saliendo del ascensor para adentrarnos al lugar. Observe cada lugar sin querer dejar pasar ninguna cosa. El suelo era de baldosas azules y las paredes pulcramente blancas, más allá habían grandes ventanales que mostraban su exterior; habían personas con trajes verdes y blancos caminando de un lado al igual que algunos autos blindados se movían.

—¿E-Esto es real? —balbuceó sin apartar la vista del lugar.

Una áspera, demandante y gruesa voz fue la que me respondió.

— Si, es real.

Todos clavamos la vista en un hombre que hace aparición. Era alto y de cabello castaño oscuro cortado al estilo militar, llevaba una camisa verde con una «M» impregnada en una esquina y unos pantalones de camuflaje. Era robusto y se miraba a simple vista que podía derribar a cualquiera que se metiera en su camino.

—Soy el especialista en entrenamiento Greger y es agradable que mi colega Carson envíe nuevos reclutas —musita pasando su mirada marrón por todos nosotros—. Ahora, basta de presentaciones y déjenme llevarlos a las instalaciones de La Monarquía. Síganme.

El especialista Greger se gira indicándonos que lo siguiéramos. Antes de llegar a poner un paso sentí un tirón en mi brazo que llevó a que chocara la mitad de mi rostro en el pecho de Rust, a causa del tirón. Me separe de él y lo observe molesta notando que a su lado un serio Niall posaba.

—¿Qué te pasa? —pregunto frunciendo el ceño.

—Solo no te separes de nosotros, luego te explico —fue su respuesta.

Sin decir nada más nos aventuramos a seguir al hombre de nombre Greger detrás del grupo. Él nos guió lejos de lo que había mencionado que era el vestíbulo del edificio. Terminamos caminando por un pasillo ancho y blanco hasta llegar a una puerta y al ser abierta nos mostró algo que hacía semejanza a una cafetería un poco parecida al del Refugio nada más que más grande y con más personas.

Lo atravesamos hasta llegar a la otra salida del cual nos topamos con un auto blindado desplazándose del lugar y gente con armas paseándose de aquí allá. Escucho a Greger mencionar que este lugar es el patio central, un lugar amplio y lleno de personas haciendo su trabajo. El especialista nos guía por una ruta que termina llevándonos a un largo corredor que se pierde al doblar y nos informa que este es el área de los dormitorios. Pero nos dice que ya tendremos tiempo de descansar ya que tiene que presentarnos al resto del que será nuestro equipo en la área de entrenamiento.

Al entrar al presunto lugar déjenme decirles que nada que ver con El Refugio. El lugar es mucho más amplio, con un ring de boxeo el doble de grande, máquinas de entrenamiento mejores y entre otras cosas más que si las llego a mencionar me dará un colapso mental.

Greger se detiene frente a un grupo de chicos que son alrededor de quince y exclama el nombre de uno de ellos. En lo que parece un chasquido un chico de tez blanca enfundado en una camisa azul con la inusual y particular «M» bordada en blanco en la parte izquierda de su pecho y pantalones al estilo militar del mismo color que su camisa nada más que de un azul oscuro, se presenta.

Se ve que se la pasa entrenando por lo formado que están sus brazos a pesar de tener una contextura delgada. Su cabello es un maraña de rizos castaños, casi rubios, sus cejas son pobladas y abundantes, sus ojos son de un verde opaco y su mandíbula marcada.

El susodicho se detiene frente a Greger con una pequeña sonrisa traviesa y juguetona, le hace un saludo militar y después repara en nuestra presencia, hasta que siento la pesadez de su mirada verdosa en mi pequeño cuerpo posicionado en medio del rubio y el pelinegro.

—Bien chicos, él es Adrik y se integrarán a su equipo —presenta Greger y el chico asiste a sus palabras con aire emocionado—. Me tengo que ir, así que los dejare con él para que se conozcan a su nuevo equipo.

Sin decir o agregar nada más, el especialista se aleja de nosotros perdiéndose tras las puertas grises del lugar. Los Elegidos no esperan nada más y comienzan a socializar con los demás, sin embargo el trío de buscas respuesta; Niall, Rust y de cabecilla Logan Hughes, o sea yo, nos quedamos en nuestro lugar. Claro que si ya nos conoces a nosotros tres es fácil predecir lo que ocurría ahora: las famosísimas teorías conspirativas, a pesar de que Niall no daba su opinión, Rust y yo éramos expertos en el tema.

Pero antes de llenar nuestras cabezas de estupideces, el chico del cabello lleno de rizos, Adrik, se acerca a nosotros con una sonrisa jovial en su rostro.

—Parece que Carson hizo bien su trabajo al elegir a los candidatos esta vez —comenta llegando a nosotros.

—¿Qué es este lugar? —pregunta Rust robándome las palabras de la boca.

Adrik se relame los labios formando una sonrisa traviesa y divertida, sus ojos se clavan en mí y es allí cuando da la respuesta.

—Este lugar es Monarquía.

Restart | #1 Niall HoranKde žijí příběhy. Začni objevovat