Capítulo 2

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Froto mis manos entre ellas luego de asegurar nuevamente la puerta y sin saber si quiero enfrentarlo o no, me doy vuelta. El muchacho está mirando tímidamente la sala en torno a él, sus ojos cansados y curiosos viajan de allá hacia acá, pero finalmente se posan sobre mí. Entonces noto que trae una mochila colgando de un hombro y muerde ansiosamente sus labios. Quizás es mi turno de hablar teniendo en claro que él está muriendo por los nervios.

Nuestro Frankie tiene tus ojos…”

Las palabras de Lindsey retumban en mi cabeza cuando logro mirarle a la cara nuevamente, compartimos el mismo tono de ojos, la misma mirada inquieta y esos labios claramente son como los de Lindsey, su nariz se parece mucho a la de ella, pero su rostro luce masculino, formándose para convertirse en un adulto. Pero todavía es un niño.

— Así que… —empiezo yo, parado estúpidamente frente a la puerta, a unos dos metros de él. La imagen parece estúpida, pero ambos estamos demasiado nerviosos como para decir nada con respecto a eso—, ¿Cómo te llamas?

La pregunta de rigor, si se llama Frank entonces estoy jodido. Entonces es mío.

— Frank —responde simplemente.

Mierda, estoy jodido. Es mío.

Parpadeo un par de veces y llevo los dedos a frotar mis ojos, quiero correr a la cama o pellizcarme para ver si estoy soñando. Pero estoy despierto, más despierto que nunca. Tengo un hijo, un hijo perdido. Oh mierda. Dejo ir un suspiro y voy a tomar asiento al gran sofá de la sala, le hago un gesto con la mano al muchacho y él tímidamente toma asiento en el sofá de en frente, dejando su mochila a un costado.

— Mi nombre es…

—… Gerard —responde por mí. Frunzo el entrecejo, ni mis alumnos, ni mi hermano, ni mi pareja… ni siquiera mi hijo fantasma tiene derecho de interrumpirme mientras hablo, y parece averiguarlo porque avergonzado baja la cabeza. Yo sonrío con una vana superioridad.

— Gerard —digo con un gusto dulzón en la boca—, estaba por irme a dormir porque mañana tengo que trabajar temprano pero llegaste tú… así que cuéntame una buena historia que todavía no termino de creerme el cuento tuyo de que eres mi hijo.

El muchacho me mira un poco perturbado, un poco asustado, y no puedo evitar que el sabor antes dulce se transforme en uno amargo. Quizás ha tenido que pasar por cosas difíciles para llegar a conocerme y yo me comporto como un patán, pero simplemente es demasiado extraño para mí todo el asunto. Sí, tuve sexo con Lindsey en la universidad, pero fue cuestión de un par de veces, yo ya era gay y ella lo sabía. No es que al ser gay sea estéril por default, pero sigue siendo bastante raro y conveniente para ella encasillarme a ese niño como mío. Por más que se parezca, por más que las fechas coincidan, por más que verlo me haga querer abrazarlo y protegerlo de todo mal exterior. No, tengo que ser fuerte, lo conozco desde hace unos minutos. Si Jared se entera de este hijo perdido posiblemente se enoje bastante… esto lo cambia todo, absolutamente todo. Demonios.

— Mi madre se llama… llamaba —se corrige a sí mismo, su voz parece agrietarse ante el solo recuerdo— Lindsey. Ella murió por una enfermedad al corazón… pero no sé cómo se llama su enfermedad, ella… murió hace casi seis meses y me… me dejó una carta, también le dejó una carta a… papá… y posiblemente también te haya dejado una carta a ti… usted —se corrigió una vez más.

El silencio inundó la sala por instantes, Lindsey. Era Lindsey. El corazón, la fecha. Definitivamente era Lindsey, mi Lindsey y entonces él era Frank… mi Frank. Pero, ¿Quién era ese padre que el muchacho nombró? ¿Por qué viajar a buscar a alguien que ni siquiera conoce dejando de lado a su padre?

our blood • frerardWo Geschichten leben. Entdecke jetzt