C A P I T U L O XLII |suripantas, asco|

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-los celos de tu ex son palpables, Lucien.

Esta suripanta no me daba crédito.

­- ¿también son palpables las sobras que yo he botado? -pregunto soltándome del agarre de Lucien.

- son divinas, ya entiendo porque las extrañas. Hace maravillas con su lengua.

Me acerque a ella en un rápido movimiento y ella también hasta encontrarnos, titubeo un poco al pararse delante de mí.

-las ganas de caerte a golpes, harían que parieras hoy mismo. - le pase por un lado chocando con su hombro haciendo que tambaleara. - perra.

Maldita sea.

Ingrese al hotel más cercano, le mande un mensaje a Lucían para que estuviera consiente de donde me encontraba, no me queje de la atención cuando entre a la habitación luego de registrarme me quite los zapatos lanzándome a la cama. Pedí una merienda para terminar de pasar el día. Hasta que me estaba ganando el sueño, tocaron la puerta de manera brusca

-por fin, maldita sea. - abrí la puerta somnolienta y la sangre de mi rostro desapareció.

- es bueno verte de nuevo, hermanita. - me choco el hombro cuando paso hacia la habitación y cerró la puerta empujándome. Se paseó como un tiburón alrededor de la habitación.

-Josh.

- el muy hijo de puta, de tu exmarido le dará el apellido al monstruito que lleva Ángel en las tripas. - se ríe- mucho dinero para nosotros. Esa mujer es fácil de controlar la verdad, nunca pensé que follarla y decirle cuatro palabras bonitas la tendría así.

- ¿Qué mierda hablas?

-quien diría que una follada con Ángel traería todo esto. Pero hay algo que me causa más intriga. -me observa amenazante. Esa mirada característica suya. – ¿porque no estas aterradas? -se acerca hasta que su aliento caliente mi oreja. – cada golpiza, cada amenaza, no puedo negar que eras una niña muy escurridiza. Buenos tiempos.

Lo abofeteé, se me incrusto el demonio y lo pateé en su entrepierna al doblarse por el dolor le atiné un rodillazo en la frente para salir corriendo. Intente tomar mi teléfono, pero lo había dejado encima de la cama.

Madre mía. Salí corriendo por la autopista y escuche un auto pitar en mi dirección, me voltee y vi la luz escandalada. Escuché los chillidos de los neumáticos y abrí los ojos.

Lucían con la puerta abierta de su Mustang. Tome velocidad al ingresar en su auto. Vi a Josh saliendo del hotel.

-tu hermano...-empezó hablar.

-tuvimos un agradable encuentro hace cinco minutos que me costaron unos zapatos y un teléfono. -intento regular mi respiración. – maldita sea, te juro que casi me desmayo en su presencia.

-ese momento que te vayas de la ciudad. No es seguro que andes por New York

Me rio ante su demanda.

-no me pienso mover del estado.

-ellos no te dejaran tranquila, he pensado en que te vayas en un yate en Miame. Para desconectarte de esto.

-no soy cobarde.

Ante mi negativa su semblante cambio, la costumbre de que todos hagan lo ellos digan no es mi problema, el manejó sin decirme nada. Solo tomo el teléfono dando indicaciones en su idioma.

-te dejare en mi casa, un escolta pasara por ti en una hora para que regreses a la clínica.

Me dejo en la puerta de su casa, para luego irse rodé los ojos. Los nervios habían bajado considerablemente abrí la puerta para entrar y lo primero que mis ojos encontraron fueron a Lucien tomando un vaso de wiski de manera apresurada.

- ¿Qué haces aquí?

Me observo apenas le hable saliendo de su trance. Soltó el vaso que se estrelló contra el suelo, salió corriendo hacia donde estaba yo empujándome contra la puerta recién cerrada, me beso robándome el aire, de manera rustica que sentí sus dientes chocar con los míos. Nuestras lenguas se movieron invadiendo mi boca, nos separamos, lo empujé suavemente y recosté la cabeza contra la pared.

-no puedo estar lejos de ti, Bambi. maldito juego. -mascullo entre diente, sus manos acariciaron mi nuca hasta bajar a mi cuello jalándome hacia él. -necesito estar dentro de ti.

Casada con mi MALDITO Jefe © [MALDITOS IVANOV'S I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora