Capítulo VI

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El moreno regresó completamente bañado y cambiado, olía a coco, y Keith le gustaba ese dulce olor.

–Ya es hora de ir a descansar, ve a dormir que las trasformaciones al inicio gastan mucha energía –dijo Lance en el marco de la puerta que da a la sala.

Keith asintió y siguió a Lance escaleras arriba. Al llegar arriba le entregó montones de cobijas que lucían antiguas, pero estaba recién salidas de la secadora, también le entregó una de sus batas, pues no tenía pijamas y después se despidió con un "Buenas noches" y volvió abajo.

Al día siguiente Keith se despertó de golpe, escuchó unos ruidos abajo, revisó la hora en el reloj de la pared, eran las cinco de la mañana, se estiró con pereza y se puso las pantuflas que también Lance le prestó, salió del cuarto, entró al baño de paso y se vio al espejo, aún seguía con aquellas orejas, eso explicaba cómo podía escuchar a la perfección el ruido de abajo, eran unas ollas en las cuales sonaba algo cocinándose, olía a carne, inmediatamente se le hizo agua la boca.

Emocionado salió del baño y llegó hasta la cocina y se asomó, ahí estaba Lance cocinando, eran huevos fritos en una sartén, en otra había tocino, y en ese momento se encontraba exprimiendo unas naranjas, todo se veía delicioso.

–Buenos días –saludó Lance sin la necesidad de voltearlo a ver, sacándole un gran susto a Keith.

–Buenos días –murmuró avergonzado de ser descubierto.

–Pasa a la mesa –se dio la vuelta mostrando el ridículo delantal de cocina que llevaba puesto–, por la noche vi tutoriales de cocina, me siento inspirado –pone las manos en su cintura mientras sonríe orgulloso.

El hombre lobo obedeció y fue a sentarse a la mesa, sintiéndose ligeramente emocionado por el entusiasmo que Lance trasmitía, los platos llegaron a la mesa y una simpática cara feliz hecha de huevos fritos y tocino, apenas el humeante aroma llegó a su nariz sintió su boca salivar de manera exagerada

–Espero que haya quedado bien –el moreno se sentó en frente suya y apoyó sus codos en la mesa.

–De seguro que sí –respondió sin pensar tomando los cubiertos de manera desesperada.

Dudó por dónde empezar, el tocino se veía extremadamente tentador, pero debía tomar control de sí mismo, llevó el primer bocado de comida, que eran los huevos fritos, esperaba un delicioso sabor, pero no era lo que esperaba, tenía excesos de aceite, exceso de sal, por suerte no estaban caducos , si no sería una horrible experiencia, siguió comiendo, acompañándose por largos sorbos de jugo y los brillantes ojos de Lance mirando cada una de sus acciones. Afortunadamente llegó la hora del tocino, trataba de controlarse pero su mano temblaba mientras enterraba el tenedor, y sin esperar, se llevó la comida a la boca y la degustó con gusto, después de eso empezó a comer desesperado hasta dejar el plato completamente limpio. Lance soltó una risilla ante el acto.

–Me alegra que te haya gustado, hice más por si al caso –Lance comentó, a lo que las orejas del hombre lobo se levantaron atentas–, ¿quieres más?

Keith tenía la boca llena, pero aun así asintió enérgico.

–Iré a cambiarme, sobre la estufa queda el tocino –apenas salió, escuchó como unas ollas se estrellaban entre sí y hacia sonidos de pura satisfacción, soltó una carcajada, tener ese compañero en casa era muy cómico.

Regresó abajo con una moda de ropa y se la dio a Keith que estaba sentado en el sofá, acariciando su estómago, muy satisfecho por la comida, tenía los alrededores de su boca sucio, sin dudarlo, admitía que comió como animal, posiblemente no sabía tan bien, pero extrañamente eso no le importó.

–Esta ropa la usaba cuando estaba de moda lo emo, creo que te quedará bien –Lance río por su propio comentario, era solamente una chaqueta y un jean negros y una camisa roja.

El hombre lobo recibió la ropa y fue arriba a cambiarse. La ropa le quedaba bien, no era muy grande, ni muy pequeña, los colores le iban bien, y se sentía cómodo en ellas, regresó a la sala y encontró a Lance viendo hora de aventura, no se esperaba eso, pensaba que, por el hecho de ser tan viejo, tendría gustos muy refinados, no quiere decir que sea una mala caricatura, pero de alguna manera le parecía algo irónico, pero no sabe cómo explicar por qué.

Apenas Lance lo vio aparecer, sonrió satisfecho, estaba feliz de que le quedaran esas ropas viejas que estaban al fondo del closet, se colocó de pie y fue por las llaves, llegaba una gorra, una sudadera y unos típicos jeans con su vestir era casual y jovial, de no saber por anticipado que era un vampiro, nunca hubiera pensado que tenia más de 300 años ni por asomo. El moreno tomó la sombrilla de la entrada, y abrió la puerta, desde que Keith despertó, no se fijó en la hora, pero se notaba que era temprano en la mañana, era extraño ver a Lance abriendo la sombrilla, pero suponía que era cuestión de vampiros.

–Vamos, es un día precioso, no te quedes mirando –animó Lance a Keith.

Keith se levantó del sofá y salió del lugar, Lance salió con la sombrilla en mano y cerró la puerta.

–Vamos al centro comercial, necesitas ropa, comida y productos de aseo –Lance hizo la cuenta.

El hombre lobo asintió, siguió a Lance, pero Lance lo detuvo.

–Tus orejas se ven –avisó el vampiro con una leve sonrisa.

Keith cubrió sus orejas con sus manos, y empezó a ver a todos lados con preocupación, Lance se quitó la gorra y se la colocó, no le quedaba con la ropa pero no había otra solución.

–Oye Lance, por lo que veo la luz solar te afecta, tengo la duda si también te combiertes en murciélago.

Ante la pregunta Lance empezó a reír de manera escandalosa, haciendo molestar al hombre lobo.

–No te lo diré, quizás me conozcas mejor en un futuro –bromeó Lance manteniendo su sonrisa.

A Keith le gustaba ver a Lance sonreír,  parecía que brillaba más que el sol.

Entre Garras y Colmillos - KlanceWhere stories live. Discover now