Capítulo siete: Besos de chocolate

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Alaska.

14 de febrero, 2016.

Bien, así que es San Valentín y así que no tengo ninguna cita.

Sin embargo, no es algo que me haga sufrir demasiado porque prefiero estar sola a aceptar ser la cita de Caleb; no me malentiendan, aún me parece atractivo y encantador, pero no puedo olvidar la manera en la que fue desconsiderado y brusco con el primer acercamiento sexual que tuvimos. Y lo que es peor: cómo me abandonó mientras se salvaba a sí mismo.

Así que recibo un montón de mensajes de amistad y supuestos chicos que de manera indirecta dejan caer algo cómo: je, je, je me gustaría cogerte. Pero de una manera más disimulada, solo que soy paranoica y leo entre líneas.

Mi consuelo es que Alice está tan sola cómo yo, excepto que ella está escuchando música a alto volumen sobre mandar al diablo el amor, lo cual me hace reír. Ha declarado este día: el antiamor. Estiro mis pies por los escalones mientras me mantengo sentada frente a la puerta de mi casa, escuchando la música ruidosa de mi hermana. Cierro mis ojos moviendo mi cabeza al ritmo de la melodía.

Lo bueno del día de hoy, al menos para mis lectores, es que he terminado mi historia de comedia romántica corta y les he dejado un maratón con el final. Sí, es esa historia que Drake asegura estuvo leyendo... Y hablando de él, me pregunto si tiene alguna cita caliente para hoy, nunca lo he visto pasar un San Valentín solo, me mata admitirlo, pero no voy a mentirme.

Y tiene sentido, los gemelos Harris siempre han sido cómo una leyenda entre las mujeres: atractivos, sexis, amables y galanes. Siempre hay una suertuda bajo su foco de atención. Alguna afortunada podría estar con Drake mientras a mí me quedan las fantasías.

Y hablando sobre nosotros, la verdad es que hemos tenido unos encuentros muy torpes luego de que me ayudara desde su ventana con la tarea. Ese fue un día extraño, a veces cuando lo recuerdo me debato entre las mariposas de creer que pasó algo especial y entre la vergüenza de toda la torpeza del momento. Otra cosa que me dejó ese día fueron unas inmensas ganas de descubrir cuál de todos mis seguidores podía ser Drake. Es malditamente difícil dar con él.

Vuelvo a la realidad cuando alguien se acerca y se deja caer a mi lado. Lo reconozco de inmediato por su olor; mi corazón comienza su carrera en el instante en el que siento los labios de Drake contra mi pómulo naturalmente sonrojado y con pecas, en un suave beso.

—Feliz San Valentín para mi pequeña escritora —susurra antes de alejarse.

Abro mis ojos muy lentamente, cómo si despertara de un sueño para entrar en uno mejor en donde Drake está cerca. Se encuentra sonriendo, me inclino y beso su mejilla, huele a crema de afeitar.

—Feliz día de San Valentín, Drake.

Golpea mi pierna con la suya, lleva un short a pesar de que el clima, nada raro, está frío. No me quita la mirada de encima.

—Tengo un regalo para ti.

De inmediato me enderezo y mi sonrisa se amplía. Amo los regalos, pero que vengan de él significa más para mí.

—¿Qué sería eso? —No oculto mi entusiasmo. Se acerca como si fuera a contarme un secreto por lo que yo también lo hago.

—Un beso —susurra.

He muerto y no me he dado cuenta o sí escuché muy bien lo que Drake Harris acaba de decirme. Un beso.

A mí.

Un beso para Alaska Brooke Hans. Quien resulta que soy yo.

—¿Un beso? —susurro con miedo a preguntarlo en voz más alta.

+18  (Libro 1 Saga Inspírame)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt