XXIX

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― Muy bien, Tara. Un poco más.

― Esto, es muy cansado... ―Respondió apenas la niña mientras avanzaba por el circuito.

― Si quieres ser veloz tienes que entrenar el cuerpo.

― Okay...

Los hermanos Yazzie entrenaban en el patio mientras Vanesa los observaba desde una esquina de este. Fred y Matteo habían salido también a entrenar. Y ella, Vanessa, estaba relajantemente aburrida en casa. Mientras más notorio se había hecho su embarazo menos cosas le permitían hacer hasta el punto de no poder hacer nada divertido. Creía que pronto comenzaría a aprender a tejer para matar el tiempo. La joven sonrió. Parecería una abuela bruja.

Se levantó de su asiento y avanzo hasta la casa, entro y se dirigió a la cocina. Tomo un poco de agua y luego avanzó hasta la sala de estar. Puso una película y se echó sobre el sofá cómodamente

Al final termino cómodamente dormida. En su sueño, se podía admirar un hermoso cielo nocturno con una luna llena brillante y centenares de estrellas. Estaba en un bosque, uno un tanto desolado. A lo lejos, escucho un tenue aletear, elevo su mirada y allí estaba, una chica a cien metros de ella, suspendida en el aire, de grandes alas negras y ondulado cabello rubio. Vanessa se maravilló y con una sonrisa quiso acariciar su abultado vientre más este no estaba. Desesperada comenzó a agitarse, el mundo se le nublo y comenzó a moverse el suelo bajo sus pies, susurro tenuemente un "Lucas" y se desplomó.

Despertó, y agitada toco su corazón buscando calmar sus latidos. Era ya de noche, se encontraba en pijama sobre la cama junto a un profundamente dormido Alex. Se Levantó con lentitud y observo la hora en su reloj; Las cuatro de la mañana. Vaya que si había dormido bastante. Se vistió y bajo las escaleras para salir al patio a contemplar el cielo nocturno. Se quedo allí unos minutos, disfrutando de el hermoso cielo ante sus ojos. Toco su vientre y sonrió al sentir una patadita de su hijo, acaricio suavemente aquella área y un brillo tornó plomos sus ojos.

― Te amo tanto, hijo... Eres lo mejor que me ha pasado...

Sé quedo otro rato así, admirando las estrellas, acariciando su vientre. En sus ojos había un brillo de alegría y vida. Ella rió suavemente. Estaba muy feliz.

― Jamás pensé que esto llegaría a sucederme, pero estoy muy agradecida de si lo hiciese. Esta, es una hermosa experiencia.

Recordó en ese momento bellos recuerdos junto a Tara, Alex, Matteo y Fred. Mimarla y haciéndole reír eran los objetivos de ellos en esos recuerdos. La llenaban de amor a ella y al bebé.

Volvió a sonreír y cerró el ventanal, subió con lentitud y cuidado las escaleras y volvió a la cama, abrazó a su amado y cerró los ojos esperando volver a dormir.

Dos meses después.

― Hola sobrino. ¿Cómo estás? Pronto saldrás de allí ¿no? Yo ya quiero conocerte, y mimarte, y cuidarte mucho y hacerte reir. ―Tara abrazo el vientre de Vanessa y le dio un pequeño beso― Los quiero mucho, a ti y a tú mamá. Vanessa sonrió llena de amor y abrazo a la niña.

― ¿Cómo está el campeón querida hermana? Ya pronto saldrás pequeñin. ―Comentó Fred acariciando el vientre de su hermana.

― Esta muy bien, querido hermano.

― Que bueno. Me despido, saldré a entrenar. Adiós. ―Beso la frente de su hermana y de Tara y se dirigió a la puerta.

― Espera Fred. Te olvidas de mí. ―Matteo bajaba corriendo las escaleras y Fred se detuvo con una sonrisa y lo aguardo. Matteo Corrió a saludar y despedirse de su hermana y de Tara y luego salió con Fred.

Alex se encontraba entrenando en el patio. No era fan de salir a entrenar afuera como los chicos. Quería estar siempre cerca de Vanessa. Mas ahora que en cualquier minuto podría nacer el bebé. Entrenaba cada mañana hasta que llegaba la hora del almuerzo. Mucho Mas que los chicos. Los primeros meses estaba siempre molido. Muy cansado y adolorido, pero siempre Feliz. Ahora ya le ha tomado el ritmo. Ha aumentado un poco su musculatura. Esta más fuerte, más veloz y más ágil.

Tara también ha entrenado mucho, de a poco ha generado más musculatura. Es una niña fuerte. Ha crecido más, esta alta y muy hermosa. Fred y Matteo se mantienen igual. Los vampiros no incrementan mucho en tanto a la musculatura, pero si en su fuerza y velocidad.

De vez en cuando llegan visitas a casa. Los vecinos se han encariñado mucho de ellos. Por igual, el alfa y la luna de la manada invitan a la mansión a los chicos a cenar o almorzar de vez en cuando. Miman mucho a Vanessa. Es su consentida.

Tocan a la puerta y Tara corre rápidamente a ver quién es. Abre y vuelve corriendo hacia Vanessa después de dejar entrar a alguien y cerrar la puerta.

― Holaa. ¿Hay alguna angelical embarazada por aquí?

― Luna, que sorpresa. ¿Has traído una torta?

― Sí, para consentirte querida. ―Avanzo con cuidado hasta ellas y deposito la torta en la mesita frente al sillón. Saludo de beso en la mejilla a ambas y se posó un momento a su lado― ¿Dejo la torta en el refrigerador o quieren probarla ahora?.

― Probemos. Se me ha antojado.

―Está bien. ―Luna chasqueó sus dedos y en la mesita desapareció la caja de la torta y aparecieron dos platos con una rebanada de esta. Era sabor "selva negra". Le dio los platos con respectivos cubiertos a cada una y tomo asiento en el sillón al lado de ellas― ¿Cómo has estado Vanessa?

― Muy mimada y bien. Gracias. ¿Y tú cómo has estado?

― Oh muy bien querida. Estoy de fiesta. Tengo una hermosa de bebe en cada. Mi cuñada tiene un bebé. Es un amor... Algún lo traeré para que le conozcas. Te va a encantar. Es una maravilla.

― Me encantaría.

― ¿Y cuéntame cómo ha estado el pequeñín?

― Oh, Lucas está bien. He tenido suerte de que ha sido un embarazó muy sano y tranquilo.

― ¿Lo llamarás Lucas? Pero que maravilla. ¿Es por mi sobrino, verdad? Que encanto. Ahora sé que de dónde ha salido su nombre es un misterio.

― Jajajaja... Si.. ―Ella se rio suavemente y sonrió― Luna, ¿de casualidad tu podrías saber cuándo nacerá Lucas?

― Oh si querida. Dentro de pocos días. No te arruinaré la sorpresa. Solo ten cuidado y no uses zapatos lisos en estos días porque podrías resbalar con el líquido de la fuente.

― De acuerdo. Me alegra que hayas venido. Es difícil conversar gratamente como contigo con personas de acá. No sé porque, pero... todos me miman tanto que ya ni me hablan. Solo al bebé.

― Te comprendo... ¿Sabes? Puedes verme como una amiga, no te preocupes. Yo te tengo ya mucho aprecio. Es más, te daré un obsequio. ―Apuñó su mano y de esta salió una luz azul. La abrió y había allí en su mano un collar con un pequeño botón en su centro. Un botón de metal. Se lo dio a Vanessa― Presiona el botón cuando quieras verme y estaré aquí en cuanto pueda querida.

― Gracias. Eres tan dulce.

― No es nada querida. Si a mí me encanta viajar para acá.

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