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La bienvenida fue grandiosa. Mucha comida, bebidas, buena música, entretención y muchas risas. Todos bailaron e incluso hubo karaoke, en el cual los recién llegados descubrieron que el alfa Arthur canta como gato agonizante y la luna Violet tiene una voz privilegiada. Un gran contraste. La fiesta aun no acababa cuando Llevo a los niños a casa a dormir; Tara, Matteo y Vanessa. Esta última le dio permiso a Alex de quedarse en la fiesta hasta que Fred se fuera, pues este pensaba volver. Jamás en su vida se divirtió tanto.

Se encontraron con Edgar en la entrada a la manada. Parecía ser que el resguardaba la entrada. Uno de sus duplicados le cubrió en su puesto. Él los acompaño a casa. Le devolvió las llaves a Fred una vez estuvieron en la entrada de esta y se despidió amablemente. Ya era tiempo del cambio de turno, así que dijo que se iría a cambiar y pasaría a la bienvenida. Aparentemente las fiestas tan masivas no eran habituales, mucho menos en la mansión, según le comento Edgar.

Al entrar en casa, descubrió el equipaje a un lado de la escalera y los baúles a su lado. Fred subió con los chicos y entraron cada uno en sus recamaras, las cuales estaban designadas. En las puertas de madera, pintadas de blanco, se encontraba el nombre de cada uno de ellos pintado con letra caligráfica. Había siente habitaciones. Una para Fred, otra para Tara, una para Matteo, Una matrimonial para Vanessa y Alex, una para el bebé, otra matrimonial y una de visitas. Estas tres últimas no llevaban nombres, pero Fred las catalogo mentalmente al revisarlas.

Solo por esa noche dejo que Tara durmiese con Matteo, pues no quería despegarse de este. En un Corto viaje dejo el equipaje de cada uno en sus respectivas habitaciones. Saco a Tara por un momento de la recamara de Matteo para que este pudiese ducharse y ponerse el pijama y de paso él también pudiera bañar a Tara y ponerse el pijama a pobrecita que apenas se mantenía despierta. Después de un par de minutos Fred ya se encontraba cerrando la perta de casa. Había intentado dejar a Tara en su recamara, pero o lo logro. Se apego a su cuello y no le soltó hasta que la recostó junto a Matteo. Fred tuvo miedo de que Matteo pasase a tirar a Tara de la cama, pero aquel temor desapareció cuando le vio inconscientemente arrinconarse contra la pared cediéndole casi toda la cama a Tara.

Iba camino a la mansión cuando un sutil sonido llamo su atención. El sonido era generado por el chocar en un cuerpo contra el viento al caer, y una que otra exclamación. Es una persona, alguien caía. Fred elevo la vista y a tiempo logro vislumbrar un joven que caía e impactaría a pocos metros de él. Se apresuro y detuvo su caída a tiempo.

El joven tenía el pulso acelerado y estaba tan pálido como el papel. Llevaba un extraño traje cubriendo todo su cuerpo hasta el cuello. Este parecía ser una armadura. Segundos después de atrapar al chico, una espada de plata callo incrustándose en el suelo a solo centímetros de Fred. Por poco y lo empala.

— Oh, Guau. Oye, chico. —Agitó al muchacho en sus brazos y este despertó instantáneamente irguiéndose.

— ¡Ah! —Grito al despertar. Fred lo bajo y el chico se apoyó en la espada.

— Oye, caíste del cielo. ¿Estás bien?

— Eh, si, solo... No sabía que tenía alas... Eh, gracias, por atraparme.

— De nada. ¿Quién eres?

— Oh, yo soy Lucas. —Saco la espada del suelo y le mostro el símbolo en esta. El mismo de su sortija.

— Perteneces al clan...

— Si, eh, solo que yo... — apretó un botón en su muñeca y un holograma apareció. Era una Media Luna con una hache en su interior— No soy un Commodum, soy un híbrido. —Le sonrió y quito el holograma— Em, permiso. —Él joven se inclinó un poco y salto, tan alto que cualquiera diría que había emprendido vuelo, y cuando comenzaba a caer, una chica con un traje parecido, melena rubia y de grandes alas negras, lo atrapo y emprendió vuelo tan rápido que pronto desaparecieron de su vista. Podía escuchar el sonido de sus alas contra el viento. Le recordó a un ángel.

Se pregunto si aquel Lucas seria el mismo que acompaño a Luna con Zoe. Pudo percibir la sangre que corría por sus venas. Mitad lobo, un cuarto de brujo, y un cuarto de vampiro. «Como mi sobrino» Pensó.

Continuo su camino, atento a cualquier sonido. «No vaya a ser otro vuelva a caer», pensaba. Una vez dentro de la mansión se relajó y disfruto junto a su cuñado. La fiesta acabó al llegar el alba, donde ya los pocos que quedaban se retiraron, entre ellos, Alex y Fred. Para esas alturas, apenas podían mantenerse en pie. Fred tenía la camisa desabrochada y restos de labial en los labios, el rostro y el cuello. Estaba despeinado y cantaba a coro con su cuñado, apoyándose el uno en el otro para caminar, abrazados por los hombros. Se tambaleaban y reían cada cuanto cuando por poco caían.

— Jungle welcome to the jungle. Watch it bring you to your sha na na na na knees knees —Cantaban a coro Alex y Fred— Down in the jungle welcome to the jungle. Watch it bring you to you.

— It's gonna bring you down, ha!! —Termino Fred y entre risas saco las llaves e intento atinarle a la puerta para abrir.

— Oh, wow, wow. —Exclamaron a coro cuando la puerta se abrió y pasaron de largo. Casi caen y entre risas cerraron la puerta. Se giraron y dieron un respingo al encontrar a Vanessa al pie de la escalera.

— ¿Están ebrios?

— Eh... Solo un poco... —Respondió Alex acercando su dedos pulgar e índice para indicar.

— Poquito, poquito... —Le segundo Fred imitando su gesto.

— A ver... Sepárense y hagan el cuatro con las piernas. —Los chicos bufaron y se separaron. Intentaron hacer lo pedido, mas apenas despegar un pie de suelo comenzaban a tambalear. Fred casi lo logra, pero perdió el equilibrio un segundo antes y trastabilló hacia el lado derecho. Se afirmo en el perchero y recupero el equilibrio— Poquito, poquito... —Imito Vanessa las palabras de su hermano son una expresión de diversión en su rostro.

— Bueno, más que un poco...

— Si, bastante más. Pude escucharlos desde mi habitación cuando venían cantando Welcome To The Jungle de Guns N' Roses, como a unas cuatro casas de distancia... Lo bueno es que al menos no desafinan. —Los chicos le sonrieron en respuesta— Arriba. Se duchan, se cambian y bajan a desayunar.

— ¿Tan tempano?

— Van a ser las siete Fred. —este le sonrió sin decir más subió las escaleras camino a su habitación— ¿Y tú qué esperas?

— Nada amor. —Avanzó hasta ella, le dio un beso en la mejilla y subió las escaleras camino a su habitación.

Destino HibridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora