XIX

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Apenas atravesaron el portal salieron del otro lado dentro de la manada. Habían aparecido justo en la entrada de esta, por lo cual pudieron apreciar el macizo e imponente muro de roca que se alzaba unos diez metros hacia el cielo. También Fred con algo de dificultad logro ver la barrera con la que Luna había cubierto la manada.

Fred recibió indicaciones para detenerse de parte de un hombre armado que vestía un traje militar; No era un lobo, lo percibía. No sabia lo que era, parecía ser un inmortal, pero no detecta de que tipo. Fred le obedeció y detuvo la van. Se estaciono donde le indicaron y bajo del vehiculó.

— Bienvenido al clan. —Le sonrió el hombre y lo estrecho amistosamente. El hombre se descubrió el cuello y rebelo un tatuaje con el símbolo de su sortija— Todos les esperan en la mansión. —le informo con una sonrisa— Sera mejor que se apresuren. —El hombre le señalo un sendero de piedra no muy largo a un costado de la entrada, el cual conducía a lo parecía ser la mansión, que supuso, seria donde viven el alfa y la luna.

— Oh, gracias. Em, nuestras cosas...

— No se preocupen, nosotros las dejaremos en su casa.

— ¿Nosotros? —Los ojos del hombre centellaron en pateado y un segundo después seis hombres más aparecieron a su lado. Iguales a él. Parecían ser clones.

— Pero que... ¿Qué eres?

— Un commodum. Y lo que acabas de presenciar, es mi poder. ¿Das las llaves? —Fred asintió y le entregó las llaves— Gracias.

— Niños, vámonos. —Matteo y Tara bajaron de la van inmediatamente, mientras que Vanessa y Alex se quedaron cuchicheando— Ustedes también, tortolos. —Se avisparon y bajaron inmediatamente— Oye, ¿Cómo te llamas? —Le pregunto Fred al hombre acompañado por sus duplicados.

— Edgar Simons. —Respondieron los siete a la vez.

— Un placer conocerlos. —El hombre le sonrió y subió a la van, mientras que Fred y los chicos avanzaban por el camino de piedra.

— ¿A dónde vamos, Fred? —Pregunto Tara desde los brazos de Matteo.

— A la bienvenida que han organizado para nosotros.

— ¿Quiénes?

— El alfa y la luna, al parecer. —Tara sonrió y hundió su cabeza en el cuello de Matteo.

Pronto llegaron a la gran entrada. Subieron unas cuantas escalas y golpearon a la puerta. Instantáneamente abrieron, Fred casi le golpetea la cabeza a quien parecía ser el mayordomo. Escondió la mano rápidamente y le sonrió. Si tenia suerte, no se habría dado cuenta, pues no transcurrió más de un segundo en ello.

— Bienvenidos. —Les saludo él muy amablemente con una sonrisa— Adelante. —Abrió un poco más la puerta y les cedió paso.

— Gracias. —Comento Vanessa al pasar tras Matteo. Él le sonrió y al pasar Alex cerró la puerta.

— Vengan, acompáñenme. —El hombre de ya avanzada edad y sonrisa en los ojos les guio por la bella y reluciente mansión hasta un gran cuarto a oscuras. Los chicos pudieron ver a la perfección que había allí. Decenas de personas aguardaban en silencio esperando sorprenderles.

"Matteo, se educado y hazte el sorprendido. Dile a Tara lo mismo"

— Alex. —Susurro Vanessa en su oído a una frecuencia tan baja que apenas era audible para él— Sé educado y hazte el sorprendido. ¿De acuerdo? —Su ahora esposo asintió y se encendieron las luces.

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