Tengo que hablar con Emma

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-Papá.

Dejé las cosas del trabajo sobre la mesa de casa y miré a mi hija mayor.

-Dime, Maddie.

-No entiendo nada. Nada absolutamente.

Me acerqué con calma y me senté a su lado.

-¿Matemáticas?

-No. Ética.-Respondió.

Hice una mueca.

-No entiendo nada de eso.-Dije.-Mamá probablemente sepa más que yo. Deberías preguntarle.

Madeleine frunció el ceño.

-Mi examen es pasado mañana y no veré a mamá hasta el fin de semana.

Me rasqué la nuca.

-Maddie...

-No. Te odio. Los odio a los dos.-Dijo tomando sus cosas.-¿Cómo pudieron hacernos algo así?

-Madeleine Grint, no me hables en ese tono.

-¡Me importa un cuerno!-Gritó, logrando llamar la atención de mis demás hijos, que se asomaron por el pasillo.-¿Acaso nosotros no les importamos? ¿Sólo porque discutieron tuviste que irte de casa? ¿Y ahora podemos verte sólo cada tres semanas?

Suspiré. Miré a Madeleine, que tenía ya diez años.

-Vengan aquí.-Dije con suavidad tomando asiento en el sofá.

Jack, el mellizo de Madeleine, se acercó a nosotros y le masajeó los hombros suavemente.

-Tranquila, Maddie.

-No puedo estar tranquila.-Protestó ella.-Papá y mamá llevan separados casi un año, Jack. ¡Y ni siquiera quisieron verse por nuestro cumpleaños!

Mis otros dos hijos, Austin y Emily, que tenían ocho y seis años, se acercaron. Estaban preocupados también. En especial Emily.

-Siéntense aquí. Junto a papá.-Dije palmeando el sofá.-Voy a contarles algo.

Emily se sentó en mi regazo y me abrazó con suavidad. Era idéntica a Emma. Idéntica. Verla me rompía el corazón.

-Yo no te odio.-Dijo.-Pero quiero saber por qué tú y mamá no se quieren más.

Suspiré profundamente.

-Niños, yo amo a su madre. Nunca dejé de hacerlo, ¿sí? Estoy tan enamorado de ella como cuando nos casamos. Pero ella y yo discutimos por algo, y no quiso volver a verme.

-¿Discutieron? ¿Todo esto es por una discusión?

Tragué en seco y asentí.

No por cualquier discusión. Una sospecha de infidelidad no era algo con lo que bromear.

No era del todo mi culpa. Yo sólo había notado que se volvía huraña conmigo, que ya no me besaba como antes, que evitaba deliberadamente el sexo y que no me decía más que me amaba. Salía todos los días unas horas sin decirme y cuando volvía se metía cansada en la cama.

Y yo estaba seguro de que había dejado de ser el único. Pero cuando la enfrenté me desmintió, yo insistí y ella me dijo que si tanto desconfiaba, me fuera. Y eso había hecho.

Me había arrepentido en el segundo en que salí por la puerta, pero Emma no quería verme de nuevo.

Y habían pasado seis meses. No un año.

-Maddie.-Tomé sus manos con suavidad.-Mamá tiene a alguien más.

-No.-Ella negó con la cabeza.-No es así.

-Sí.-Se metió Emily, y sus hermanos la miraron frunciendo el ceño.

-¿De dónde has sacado eso?

Emily ladeó la cabeza.

-Tiene a Lottie y a Alex.

Fruncí el ceño al notar que todos mis hijos miraban hacia otra parte.

-Oigan, ¿qué es todo esto?-Pregunté.-¿Qué está sucediendo aquí?

Austin frunció el ceño.

-Papá tiene que saber.

Jack suspiró y me miró.

-Bien. Emmy tiene razón. Mamá tuvo dos bebés.

Mi corazón se detuvo.

-¿Qué cosa?

-Son mellizos.-Dijo Madeleine.-Charlotte y Alexander. Nacieron con muchas dificultades hace unos meses. Mamá estuvo en el hospital con ellos por bastante tiempo y nos dejó con los abuelos. Pero ahora están bien, aunque siguen en observación.

Tragué en seco.

-¿Quién es el padre de los niños?-Pregunté con el corazón en la garganta.

Jack volvió a mirarme.

-Mamá dice que eres tú. Además, los dos son pelirrojos, y a no ser que...

Sentí un repentino mareo y tuve que sujetarme del apoyabrazos del sofá para no caerme al suelo.

Emma tenía cuarenta y un años. Ser madre a su edad era riesgoso y...

Repasé mentalmente todas las actitudes que yo había atribuido a un engaño.

No quería sexo. Desde luego. Volvía tarde... Y cansada... Seguramente había estado en el hospital. Y evitar mis besos... Había sucedido con los demás niños. Emma decía que si la besaba me deseaba y que era riesgoso para el embarazo hacer el amor.

Cielos, no. No, no, no.

-Mamá nos pidió que no te dijéramos nada...

-¿Hace cuánto nacieron los niños?-Pregunté.

Madeleine me miró.

-Tenían siete meses cuando nacieron, así que fue hace unos dos meses...

-Maldita sea. Maldita sea.-Murmuré poniéndome de pie y tomando mi teléfono.

No tenía batería.

Maldición.

-Papá, tranquilízate.-Dijo Madeleine.

-No puedo. Jack, dame tu celular.

Él miró con preocupación a su melliza y me lo dio con suavidad.

-No llames a mamá...

-No.-Dije.

Busqué a mi madre entre los contactos.

-¿Hola? Mamá, necesito un favor. Voy a llevarte a los niños a casa. Tengo que hablar con Emma de forma urgente.

La señorita Watson [Grintson]Where stories live. Discover now