Capítulo 30

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El ambiente de tensión era tan grande que en cualquier momento iba a haber una pelea dentro de la habitación. Todos buscaban información sobre como ayudar a la rubia que yacía inconsciente en la cama.
Habían intentado sacarle el pedazo de cuchillo de la herida. Pero cada vez que lo hacían, este se metía más adentro. Amenazando con perforar su corazón. Si eso llegaba a suceder, la magia negra se distribuiría por todo su cuerpo y ella jamás volvería a ser la misma.
Alec no podía hacer otra cosa que llorar en los brazos de su hermana. La culpa lo estaba consumiendo por dentro. Su hermosa novia estaba en peligro por su culpa. Aunque haya estado bajo la influencia de un hechizo, había sido él quien la apuñaló por la espalda.
Isaac intentaba hacer conexión con Brat, mediante su propio lobo. Pero aún no había tenido suerte. El lobo azul desapareció en cuanto Rebekah cerró los ojos. Y eso no era señal de algo bueno.
La herida estaba comenzando a infectarse y no podían sanarla de ninguna forma. El terror los invadía a todos.
Los Originales estaban buscando brujas que practicaran magia negra por todo el mundo. Alguien tenía que saber como ayudar a la rubia. Magnus no dejaba de pensar en algún hechizo o poción que pudiese usar. Pero nada se le ocurría. Hasta que una terrible y peligrosa idea se le ocurrió.

-Hay algo que podemos hacer- dijo llamando la atención de los que estaban presentes.

-¿Qué se te ocurre, Mags?- preguntó Damon con la voz rota.

-Asmodeus- contestó como única respuesta.

-¿Tu padre?¿Eso no es peligroso?-

-Más peligroso es lo que le está pasando a mi hija. Y, sorpresivamente, Bekah le agrada al ogro que tengo como padre-

-¿Cuánta magia necesitas para invocarlo?- preguntó Isaac levantándose de su lugar, con más energía que antes.

-Con la nuestra y un poco de energía de algún Original servirá. Necesitaré tu ayuda, Isaac-

-Lo que necesites para despertar a mi hermana-

Alexander dejó de sollozar en el regazo de su hermana y se levantó decidido a recuperar a su amada. Iba a ayudar en lo que pudiera, aunque la culpa se lo estuviese comiendo por dentro.

-¿Necesitas algo más?- preguntó con la voz rota por el llanto que estaba reteniendo.

El brujo le sonrió triste. Le apenaba que el amor de su hija estuviese sufriendo de esa manera, cuando no era su culpa realmente. Un fuerte hechizo había tomado el control de su mente y no era algo que él pudiera haber evitado. Nadie en la sala lo culpaba pero su cabeza pensaba otra cosa.

-Un lugar despejado y cargado de la magia de Bekah. Asmodeus tiene que saber que su nieta está en verdadero peligro y la magia se lo dirá-

Nadie entendía bien que lugar podría estar marcado con la magia de Bekah, hasta que un avergonzado y sonrojado Alec habló.

-Yo sé de un lugar así- dijo cortando el silencio de la sala- hay una cabaña cerca de Idris que pertenece a mi familia-

-¿Por qué una cabaña estaría marcada con la magia de mi hermana?- preguntó inocente Isaac.

-Dime que no es lo que estoy pensando, Alexander. O recibirás varios golpes de los presentes- advirtió Klaus con mala cara.

El sonrojo en el rostro de Alec se extendió hacia su cuello y orejas, dándole la respuesta al híbrido.

-Después arreglaremos cuentas. Ahora ese lugar nos viene bien, porque está alejado. Pero, es Idris. Una ciudad angelical. Ningún demonio logrará pasarla- dijo el brujo también observando con ojos críticos al Shadowhunter.

-Hay una manera de hacerlo. Tu sangre puede traerlo- contestó Isaac mirando a Magnus- Así Valentine lograba meter a su hijo allí-

-Todos preparen lo necesario para un breve viaje. En dos horas nos vemos aquí para salir- habló Jace con la mirada triste.

Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodOnde as histórias ganham vida. Descobre agora