Flashback

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Hace 10 años

Una preciosa niña de 10 años, rubia como el sol, con unos preciosos ojos azul cielo, jugaba alegremente con sus peluches de unicornios, en un parque cercano a su casa. Bajo la atenta mirada de su padre, que estaba sentado a lo lejos.
Después de haberle insistido por algunas horas, había aceptado llevarla al pequeño parque, para que pudiera distraerse de su arduo entrenamiento.
Se encontraba tan distraída jugando, que no vió al chico que se aproximaba hacia ella a gran velocidad. Provocando que ambos chocaran, cayendo al suelo.

—Auch—se quejó la niña al caer.

—Perdón, no te vi—dijo nervioso el niño.

—No te preocupes. Sólo me raspé un poco la rodilla—comentó con una brillante sonrisa.

La dulce niña lo miró fijamente y al ver su vestimenta y armas notó enseguida que era un Shadowhunter en entrenamiento. Pero lo que más llamó su atención eran los dos ojos azul cielo que la miraban con curiosidad, como si nunca en su vida hubiese visto a una chica. Era un niño alto, de pelo oscuro, casi negro y parecía andar siempre serio, a pesar de solo tener pocos años de edad.

—¿Cómo te llamas?—preguntó el muchacho, absorto en los ojos de ella.

Le parecían los ojos más bonitos del mundo, claros como agua calma. Y eso era lo que transmitían a ese nervioso chico de 10 años, pura calma.

—Me llamo Rebekah. Pero Mags me dice Bekah—dijo con una sonrisa tan brillante como el sol que los alumbraba—¿Tú como te llamas?—

—Alexander, pero mis hermanos me llaman Alec—dijo con una pequeñísima sonrisa—¿Quién es Mags?—preguntó curioso.

—Él—dijo señalando a su tutor que miraba atento la situación.

—Debo irme—dijo el muchacho de repente.

Se había dado cuenta de que había detenido su entrenamiento y su madre lo mataría al notar que llegó tarde al Instituto.

—¿Te veré de nuevo?—preguntó esperanzada de encontrar un amigo con quien jugar.

—Tal vez—dijo Alec para luego irse corriendo.

Ese había sido el primer encuentro entre ellos, pero no sería el último. Desde ese día, ambos se encontraban todos los lunes en ese mismo parque. Olvidándose de sus obligaciones por algunas horas y siendo los niños de 10 años que deberían haber sido siempre.
Así fue por todo un año, hasta que Mamá Lightwood descubrió el secreto de su hijo mayor. Prohibiendole ver a su pequeña amiga. Provocando un inllenable vacío en ambos, que nunca lograría sanar.

Pequeña de ojos azules- Alec LightwoodWo Geschichten leben. Entdecke jetzt