si estás triste y lo sabes, llora a solas

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"Me ha dado la impresión de que no te he visto estos días" comentó YoonOh, cerrando un libro.

DongYoung hizo una mueca, fingiendo que estaba muy ocupado comiendo una manzana para escucharlo.

YoonOh no se dio cuenta del momento exacto en el que su lazo se había formado. Pero todo se sentía como si fuera una completa estafa. Porque no podía sentir nada de lo que su pareja sentía. Cuando lo intentaba, sentía que estaba en una nebulosa.

Suspiró pesadamente, había logrado calcular la fecha de la formación del lazo en base a la repentina ausencia de DongYoung. Dejó su libro de lado y fue a sentarse al lado del muchacho.

Las cosas serían más fáciles si DongYoung no fuera tan esquivo. Incluso en la forma de sentarse parecía que lo estaba bloqueando, hecho un ovillo en un rincón del sofá, pero sin tener su cuerpo mirando hacia él.

Las contadas veces que había sido consciente de la presencia de DongYoung en la casa, el muchacho estaba desparramado en el sofá. Aunque no sabía si estaba dormido, lo parecía. No entendía lo que pasaba por su mente.

"Me ha dado la impresión de que estos días no te he visto mucho" repitió, con voz clara, mirándolo fijo.

"Ando ocupado".

"¿Te van a ascender?".

"Solo estoy haciendo cosas con mi jefe" masculló, pareciendo disgustado de tener que responderle.

YoonOh lo observó un momento. Había algo en esa oración que sonaba extraño.

"¿Qué es tu jefe?".

"¿Te importa?".

"No, solo pregunto".

"Voy a ir a buscar algo al Correo" se levantó de pronto, yendo a buscar un suéter de rayas, enorme y grueso.

"Te acompaño".

"No es necesario".

"Te acompaño" insistió, volviendo a usar su voz firme.

DongYoung rodó los ojos, pero no dijo nada más. Tomó las llaves del coche y YoonOh se apuró a buscar algún abrigo.

Sentado en el asiento del copiloto, notó que había ojeras oscuras marcando el rostro del muchacho. Era extraño teniendo en cuenta que parecía dormir muchísimo. Bueno, en realidad él había estado bastante distraído pensando acerca del cumpleaños de Johnny y lo que debía regalarle o debía hacer. Pero estaba seguro de que lo había visto dormir mucho.

DongYoung puso mala cara y pegó un volantazo, sacándolo de sus pensamientos.

"La próxima conduzco yo si vas a andar así". YoonOh miró alrededor. "Podrían haberte puesto una multa".

A esas alturas, estaba prefiriendo que DongYoung dijera algún comentario sarcástico antes que su brutal silencio. 

Llegaron a la oficina demasiado rápido. Ni siquiera había podido sacarle alguna palabra y ya estaban ingresando al local. DongYoung caminó directamente hacia la misma estación en la que fueron atendidos la última vez.

"Buenas tardes, señores" dijo una chica pelirroja.

"¿Y el otro chico? El omega moreno".

"Creo que hoy no le toca" respondió ella, aunque no parecía muy segura. DongYoung no le dio mayor importancia y procedió a buscar el paquete que le enviaba JungWoo.

Una serie de productos, de esos que disminuirían su "alfasidad" como había dicho YukHei. Aparentemente había una máquina que ayudaba a la relajación o una vaina así le había dicho su jefe. Él no creía en esas cosas pero se las estaba obsequiando y no tenía planeado negarse a un regalo.

"¿Qué pediste?".

"Nada" DongYoung sujetó la caja. "Son unas cosas del trabajo".

YoonOh asintió, no muy convencido. Pero al menos le había respondido.

Su vista se giró hacia el escaparates de una tienda de trajes. Había en exhibición un frac que pensó que le iría de maravilla a Johnny para algún concierto que tuviera.

DongYoung apuró el paso, hasta que llegaron a su coche. De inmediato se sentó en el asiento del copiloto. YoonOh lo observó con curiosidad.

"Conduce tú porque voy a estrellar el coche contra el primer árbol que vea" bufó. "Pero conduce rápido". Añadió, sus dedos golpeándose contra el borde de la caja. "Y concéntrate en el camino".

YoonOh le hizo caso. Todavía estaba extrañado por su comportamiento. Quizá sí estaba trabajando mucho y por eso estaba tan estresado. Esperaba que se le pasara pronto.

DongYoung corrió a encerrarse en el estudio que había en la casa.

Abrió la caja. JungWoo no quería que abusara del brebaje (así lo llamó), por lo que le dio otras alternativas.

Era una especie de peine para masajear la cabeza, pero un poco más grande y partido a la mitad. Leyó el folleto rápidamente y, como pensó, iba en la cabeza. Lo inició, lo conectó con su comunicador e hizo todo lo que correspondía.

Cuando inició la experiencia más relajante de toda su vida, se ubicó cómodamente en la silla acolchonada que había allí. Una luz de color violeta cubrió toda la habitación y una canción clásica comenzó a sonar. Hizo una mueca, la cosa en su cabeza se movía como si la masajeara.

Pero no se sentía ni cerca de estar más relajado.

Se sacó la porquería y la dejó sobre el escritorio. Revisó los cajones, buscando el frasco. Su dedo anular su hundió apenas y luego lo frotó contra su muñeca.

Apenas pido volver a recostarse por la silla.

DongYoung volvía a no pensar en absolutamente nada. Sus sentidos crispados durante todo el día, se relajaron. Ya no sentía dolor en su pecho. Tampoco su piel ardiendo, ni a su mente descontrolándose. Respiraba con tranquilidad.

Pero otra vez pasó aquello, gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. Desde la segunda vez que lo había utilizado eso pasaba. Después de llorar, se sentía como si estuviera limpio. Al menos por un rato.

Lloraba con vagas ideas. Porque podía pensar, pero era como si sus pensamientos no pudieran alcanzarlo. Estaba la sensación desgarradora, pero artificial, de sentirse engañado. DongYoung lo sabía, eran los neuroquímicos que le habían inyectado lo que hacía que se sintiera tan destrozado por los sentimientos de YoonOh, que antes de que se formara el lazo, no le dolían.

También estaba la angustia por sentirse así por un sentimiento que no era suyo.

El corazón roto que cargaba por la idea de que nunca podría formar una familia real.

La decepción se saber que la ilusión que se tragó por años era una completa farsa. Siempre le decían que su pareja lo entendería y lo completaría, que sería todo lo que necesitaba. Pero sabía que no necesitaba a Jung YoonOh en su vida y que tampoco era necesitado.

Impotente y deprimido, DongYoung lloraba con la sensación de estar en un mar de algodones con olor a coco.

simon saysΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα