8.- Desconocidos.

994 111 5
                                    

Castiel tomó su celular y marcó llegando a la universidad, apenas eran las 9:00 AM. Y esperaba que el rubio ya estuviera despierto.

-¿Qué quieres?- Nathaniel contestó.

Castiel hizo una mueca.

-¿En verdad sigues enojado?

-Adios.

-¡Espera!- Suspiró.- Está bien, delegado llorón. En serio lo siento.

-¿Esa es tu mejor disculpa? ¿En serio?

-¿Qué puedo hacer?

-Disculparte de frente.

Castiel sonrió.

-¿Y dónde se supone que estás?

-Atrás de tu grupo de fans.

Castiel alzó la vista. Un grupo de varias chicas estaban en una banca observándolo. Eran las misma chicas que siempre intentaban estar en los mismo lugares que él. Pero desde el concierto no las había notado, por tener la cabeza en otro lado.

Les dedicó una sonrisa a medias y las rodeó. Nathaniel estaba recargado en un árbol.

Se acercó al rubio y enseguida las chicas lo observaron preocupado.

-¿Mancho tu imagen de estrella? Puedo irme.- Soltó el rubio serio.

Castiel negó.

-¿Hay algún lugar en el que podamos hablar a solas?

Nathaniel asintió.

-Sigueme.

Caminaron unas calles. Las chicas los siguieron de cerca. Al ver que entraban a un gimnasio que parecía cerrado, la chicas se quedaron afuera.

Castiel suspiró al entrar.

-Gracias.

-Como sea.- Nathaniel se quitó la chamarra y subió al ring que había en medio de todo.

-¿De quién es el lugar?

-Te aseguro que no de mis "amigos" matones.

Castiel sonrió apenado, subió al ring y caminó hasta el rubio.

-Lo siento... En verdad... Fue una estupidez decir eso. No nos hemos hablado en años. No sé en qué andas metido, no sé quiénes son tus amigos, no sé nada de ti y te juzgue estúpidamente... En verdad lo siento mucho... Nathaniel.

El rubio sonrió.

-¿Qué pasó con llamarme delegado?

Castiel sonrió aliviado.

-Creo que debo buscarte otro apodo... Has cambiado, poco, pero ya no te queda.

-Está bien... Solo no me llames de alguna manera estúpida.

-¿Cómo rockero de cuarta o famosillo?

Nathaniel volcó los ojos.

-Está bien, no se me dan los apodos.

-¿No se te dan? Eres malísimo.

Nathaniel sonrió de lado.

Lo tomó del brazo y poniendo su pie detrás de los del pelirrojo, lo derribó con fuerza.

-¡Maldita sea! ¿¡Qué te pasa!? - Se quejó Castiel.

Nathaniel sonrió.

-Es un gimnasio de boxeo. Es lo que se hace.

-Te odio.- Castiel se incorporó lentamente.

Nathaniel sonrió.

-Quedas disculpado.

Amor Y Tiempo. [Castiel x Nathaniel] Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon