Capítulo 32.

3.5K 153 16
                                    

—¿Quieres una limonada? 

Harry asintió. Fue lo primero que le pregunté en cuanto ambos nos habíamos quedado en silencio. Me seguía sintiendo intimidada cada que estaba con él, pero aquello no significaba que no pudiera encontrar mi propia voz para hablarle, habían tantas cosas que quería preguntarle pero era mejor tomar mi tiempo y disfrutar de su compañía. 

Caminé hacia la cocina y saqué del refrigerador la limonada. Esta vez la había preparado la tía Susana y sabía mejor que la que preparaba Shay. Los anillos de Harry chocaron contra el vidrio del vaso y le dio un largo trago. Pronto recordé aquella tarde en la que él se había quedado conmigo sentado en el patio, ninguno dijo nada, cada quien disfrutando de la compañía del otro a su manera. Me parecía increíble como las cosas habían cambiado. 

—¿Cómo sigue tu tobillo? —me preguntó. 

Me encogí de hombros y me senté en los taburetes de la isla. 

—En recuperación —sonreí sin mostrar los dientes—. Espero poder jugar regresando a clases. Me volveré loca si no lo hago. 

Harry rió entre dientes. Pronto sus brazos me rodearon. Él se mantuvo de píe con sus manos en mi cintura y yo comencé a sonrojarme poco a poco. Harry me dio un beso rápido en la mejilla y me miró con aquella tonalidad verde que conseguía atraparme. 

—Estás muy cerca —susurré con humor. 

—¿Te molesta? 

—No. 

—A mi tampoco. 

—Entonces no te alejes. 

—No pensaba hacerlo. 

—¿Cómo va la canción? 

Hace tiempo que no le preguntaba. Nunca me ha dicho el nombre de la canción y no creía que nadie mas que él lo supiera. En ese aspecto, me gustaba lo misterioso que era. Me deleité al ver como Harry sonreía, se le veía satisfecho. 

—Creo que por fin la terminaré —sonaba emocionado—. Es un alivio. 

Sonreí junto con él. Aquello significaba que sus malestares y mal humor pasarían a ser historia. Según los chicos, el Harry Styles que componía, no era el más amigable. Concordaba. Lo había vivido. 

—Creo que es un alivio para todos. 

Harry arqueó una ceja. 

—¿Perdona? 

—Es porque tu humor va a mejorar —guiñé un ojo.

Harry rió alto. Eran pocas las veces que lo había escuchado, no siempre se mostraba muy alegre desde que lo conozco y si era honesta conmigo misma, prefería que Harry continuara siendo así. Si le contara mi historia de California, estaba segura que no lo entendería. El miedo seguía ahí, palpante, esperando su turno para salir, pero ya me había hecho experta en ignorarlo. En los brazos de Harry, me sentía segura. 

—¿Quieres ir a cenar? 

Yo sonreí con ganas. 

—¡Claro! ¿Irán los chicos también? 

Harry soltó un largo suspiro. 

—Solo tú y yo. 

Me sonrojé. 

—Por supuesto que si —me alcé para darle un beso—. ¿A qué hora? 

—Paso por ti a las 8, ¿te parece? No te tardes. 

Fool's Gold [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora