Capítulo 52

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Había sobrevivido a un vuelo largo en compañía de mi madre, la única ventaja de estar en primera clase fue el espacio que nos separaba. Zack se había dormido durante todo el vuelo y no le costó ni un poco; me dio un poco de envidia, pues mis nervios no me dejaron tranquila, estaba volviendo a casa y volvería a ver a mi padre después de años de ausencia. Admitía que esperaba encontrarlo bien, que su salud no se hubiera deteriorado mucho porque quería que estuviera plenamente consciente en nuestro encuentro; deseaba ver su reacción. 

El día estaba soleado, el clima estaba distinto a Londres y definitivamente ya me encontraba muy lejos de casa. Zack no se separó de mí en todo momento y como yo, ignoró la presencia de Alicia Hale mientras esperábamos un taxi para que nos llevara a mi antigua casa. 

—Bonito —dijo Zack viendo alrededor, llevaba su mochila colgada al hombro y se había quitado su chaqueta para su comodidad—. Definitivamente me gusta más este clima. 

Reí. 

—No sabes lo que dices, extrañarás la frescura de Londres. 

—Suban sus maletas —escuchamos que Alicia ordenaba. Yo me abstuve de ponerle mala cara, me sentía cansada y lo único que pude hacer fue obedecer, no quería comenzar una discusión. 

Mi madre ocupó el asiento del copiloto, Zack y yo nos acomodamos en la parte de atrás. El camino a casa tomaría aproximadamente 45 minutos. Cuando pasamos el lugar donde me accidenté junto con Maxon, sentí como mi cuerpo se helaba. Había pasado los peores momentos de mi vida en este lugar, después fui juzgada y rechazada por mis padres; un rechazo que a la fecha me afectaba más de lo que quisiera admitir. 

Al estar en la misma calle de mi vecindario, me puse alerta. Zack notó como me tensaba y su sonrisa logró calmar un poco mis nervios. Jamás dejaría de agradecerle por no dejar que hiciera esto sola, a pesar de estar de vuelta, me sentía con suerte por tenerlo conmigo.

El coche se detuvo enfrente de mi casa. Estaba igual a como la recordaba, nuestro jardín frontal era amplio y seguía estando bien cuidado; la puerta de madera color negra también se encontraba en buenas condiciones, siempre me gustó el contraste que hacía con la pared de ladrillo rojo de nuestra entrada. Salí del taxi, el sol me pegó en la cara y pronto sentí una oleada de calor, tal vez por los nervios o porque el clima del día de hoy era caluroso, no lo sabía, pero ya no había marcha atrás. En pocos momentos volvería a ver a mi padre. 

—¿Estás bien? —me preguntó Zack mientras me ayudaba a bajar mi maleta del taxi. Mi madre en cambio se adelantó y quise suponer que estaba ansiosa por ver a su esposo, aunque tal vez ello fuera demasiado pedir. 

—Eso creo —le sonreí forzadamente—. Bienvenido al infierno. 

Zack se burló. 

—¿Es así cómo se siente el sol? —me reí alto junto con él y comenzamos a caminar hacia la entrada—. No me dijiste que tu casa era grande. 

Me encogí de hombros. 

—Da igual. La casa de mis tíos es mejor en todos los aspectos. 

—Bueno, Ana, aquí estamos. 

—Si, aquí estamos. 

—No hay vuelta atrás. 

—Eso ya lo sabía. 

—Entra entonces. 

Después de tanto tiempo volví a poner píe dentro de mi casa. Los recuerdos de cómo les supliqué a mis padres que no me mandaran lejos me inundaron, sucedió al píe de las escaleras, las cuales estaban cubiertas de una alfombra color negra. El pasillo a la izquierda era el camino hacia mi habitación y me entró un miedo terrible por saber en qué estado lo encontraría. Era peor el silencio que reinaba en casa, no se sentía la calidad de un hogar, como aquél que me ofrecieron en Londres. 

Fool's Gold [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora