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Hola, hola. Yo por aquí, espero que les guste este capítulo y lo disfruten.
Besos.
Cinthya.

 La habitación se encontraba en silencio, desde que llegaron a casa, Clare se había encerrado. Ella pensaba en el daño que pueden infringir las personas, sin pensar en las consecuencias que eso deja en otros. Años atrás se había visto de lo más feliz, casada y formando su propia familia. Cosa que cambió en cuestión de horas, dando un giro inesperado a su vida. Aquél día, sus sueños estaban al aire y la felicidad que emanaba, no se podía comparar con nada en el mundo. El vestido, el salón de la fiesta, los invitados y el que se convertiría en su esposo.

Una cena romántica, solo para los dos. Así había empezado la noche. Todo era risas y tonteos, pese a encontrarse en un restaurante lleno de personas, ella tenía la sensación de que se encontraban solos. Muy enamorada, y llena de ilusiones. Él desapareció cuando pidieron la cuenta, listos para marcharse del lugar. Tras minutos de misterios, el hombre apareció con una enorme sonrisa. Hincado con una rodilla al suelo, empezó a decir:

Eres una persona especial en mi vida, desde que te conocí, supe que serías importante para mí. Hemos vividos muchas cosas juntos, contigo, he conocido el amor más profundo. Y créeme que no necesito más tiempo para pensarlo, quiero compartir contigo lo que me reste de vida. Porque eres la mujer que más amo. Era inesperado, y por supuesto que había conseguido emocionarle. El sueño de toda mujer. Clare, por todo lo que te conozco y lo mucho que te amo, te pregunto, ¿Quieres casarte conmigo?

Todo había sido actuado, pero perfectamente creíble. Y ella, una estúpida que se lo creyó todo. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Sobre todo, cuando el recuerdo de aquél día se hizo presente.

Con la plaza llena de los invitados, la sonrisa puesta en su labios. Y un pequeño retraso por parte de él. Su ilusión, le hacía esperar paciente, pese a que el tiempo seguía su curso, incluso algunas personas optaron por marcharse.

Clare, deberíamos irnos a la casa. Después podemos hablar con el muchacho.

—No, papá. Peter vendrá, de seguro ha sido el tráfico. Por favor.

Cogió por enésima vez el móvil y volvió a marcar, recibiendo la misma respuesta, la contestadora.

Temía porque algo malo le hubiese sucedido. Peter nunca le dejaría plantada, sin ninguna explicación, y menos sin presentarse. Bajó del auto, resignada a decirles a todos que se marchasen, no había nada que hacer ahí, su novio no aparecía y su corazón insistía en que su ausencia se debía a alguna desgracia.

¿Eres Clare, verdad? la voz de un niño llamó su atención, no parecía pertenecer al entorno. Su ropa estaba sucia. Ella asintió, entonces, él le tendió una servilleta. Me han dicho que te entregue esto.

¿Quién? le preguntó.

Un tal Peter, en la calle de las flores de aquí cerca, es todo. El muchacho salió volando de aquel lugar, sin dejar tiempo a la reacción.

Ella vio la servilleta en sus manos, ¿Qué tipo de broma le estaba haciendo? Intrigada, desdobló aquél objeto. Y perdió las fuerzas en sus piernas con lo que leyó. Conocía la letra, sabía perfectamente a quien pertenecía.

No puedo.

¿Era todo? Dos simples palabras. Él no llegaría, finalmente se había quedado vestida y alborotada. Con todo listo, y definitivamente, con el corazón destrozado. Cerró los ojos, no iba a llorar. No por alguien que no lo merecía. Se levantó del suelo, con la cabeza en alto, y haciendo que todos los presentes que estaban allí se acercaran, dijo a viva voz:

UN GREY ENAMORADO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora