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Nota: Solamente los dos primeros capítulos, son desde el punto de vista de Theodore.

Auténtica.
Sencilla.
Carismática.
Clare, es así.
Me es difícil concentrarme mientras le escucho hablar sobre algo relacionado con sus traducciones para los inversores japoneses, hemos tenido que venir a mi oficina en Müller para recoger sus escritos. Ambos creímos que el otro los había tomado para llevarlo a casa Grey, pero ninguno lo hizo. Le he invitado a almorzar, como amigos, porque es lo único que me ha permitido ser. Llevamos meses trabajando juntos, una chica como ella cambia la vida de cualquiera, aunque inicialmente no le veía con otros ojos que no fuesen los de admiración por su entrega en el trabajo, pero poco a poco y sin intensión de hacerlo, me ha ido conquistando. La indiferencia con que suele tomar mis piropos esporádicos, es lo que me hace perseverar y continuar insistiendo, aunque son muchas las veces en que se me ha negado. ¿Qué tengo de malo? Sinceramente, no tengo idea. Ella me trae loco y se lo demuestro cada vez que es posible, hace unos días estuve por robarle un beso, pero consiguió esquivarme, me confunde, a veces pienso que vamos dando unos cuantos pasos hacia delante, pero siempre volvemos al punto de partida.

Clare Grace Emerson, la nueva traductora de casa Grey. —La presentó Ross. Ella mostró su hermosa sonrisa, y sin estar demasiado consciente, creo que desde ese momento obtuvo mi atención. Una castaña de unos hermosos ojos, que decían mucho con tan
poco. Una hoja de vida impecable, con el manejo a la perfección de tanto idiomas que parecía una tremenda locura.

Es una persona con una seguridad en sí misma que parece inquebrantable, casi como la puerta de la entrada a su corazón.
Se mofa de mí, le sonrío en respuesta. He estado a punto partirme la crisma por no percatarme del vidrio divisorio de la recepción, que salvada. Subimos juntos en el ascensor y noto como casi siempre, que odia estar encerrada en espacios reducidos, aunque empiezo a considerar que el problema lo tiene si estoy yo ocupando lugar a su lado.

Nada, tendré que investigar con los de seguridad, uno que otro vídeo de cada vez que utiliza el ascensor, y todo resuelto.

Isabella, la secretaria de Paul, me informa que mi hermanita anda por estos rumbos, le estará dando su buena bienvenida. Me regaño mentalmente por mis obtusos pensamientos. Entramos juntos a mi oficina y me doy la tarea de buscar las jodidas traducciones, mientras ella se mantiene al margen con aires de diversión. Claro, si le hubiese hecho caso de guardarles cuando y donde ella me dijo, otra cosa sería. Pero no, ni siquiera sé donde las metí. Y ahora me quiebro la cabeza buscándoles.

— ¿Qué es gracioso, Clare? —Inquiero falsamente indignado. Se ríe de mí, como si yo fuese la cosa más divertida del mundo. O supiese algo de lo cual yo no tengo ni una mínima idea.

—Lo ciego que puedes llegar a ser. Buscas mis traducciones, ¿No? —Sonríe apoyada en el umbral, asiento. —Pues síguelas buscando. Porque están más cerca de lo que piensas. Iré por una taza de té, ¿Quieres un café?

—No, no quiero café. Mejor ayúdame a buscar los benditos papeles, por favor.

—Te lo agradezco, pero no. —Murmura sarcástica. —Esa será tu lección por desobediente, señor Grey. A ver si así me haces caso la próxima vez que te dé alguna indicación.

Se va sin más. Dejándome anonadado, por no decir como un estúpido viendo en dirección al sitio por dónde se ha marchado. Me quedo perplejo, ¿En serio me ha dejado? Niego divertido para continuar mi búsqueda. «Están más cerca de lo que piensas». Ay, Clare, si no fueras la dueña de mi corazón en estos momentos te tendría firmando la carta de despido. Me ha faltado el respeto, se ha negado a ayudarme y se ha ido por un té sin pedir permiso. Para encontrar la jodida carpeta, debo pensar como ella, lo que me lleva a hacerlo en algo así como ocho idiomas, que embrollo. ¿Dónde es exactamente más cerca de lo que pienso? Se me prende la lumbrera de inmediato, están sobre la mesa en la cual suele trabajar, lugar que está impecable y en orden. Escucho un ligero taconeo acercándose, cuando dejo de escucharlo sé que se ha detenido, posiblemente esté con esa su sonrisa impregnada de sorna. Lo acepto, medio tonto soy, tenían que estar en su escritorio, si yo no los cogí por molestarla.

UN GREY ENAMORADO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora