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Una hora después llaman a mi puerta. Al darle la entrada a mi oficina, y cuando su presencia inunda la estancia, descubro que es ella, luce fastidiada, deja su bolso en el lugar de siempre y avanza para dejar dos sobres de manila sobre mi escritorio.

—Han dejado esto para ti en la entrada, se me hizo fácil traerlos. —Bufa bastante irritada.

—Gracias. —Le digo bastante tranquilo. Con sorna añado: —Y... vienes tarde, Clare.

—Ya lo sé. —Rechista con mal humor evidente. —Pásame el memorando, que lo firmo ya si quieres, no me importa.

—No era un reclamo. —Enuncio con cariño, dejo mi cómoda silla para llegar hasta ella. — ¿Sucede algo? —Niega, pero su gesto de enfado no se va. — ¿Por qué estás así?

—Debo de haber cogido un mal aire —dice suavemente. Me mira y continúa: —Pasa que la semana pasada... Bueno, en realidad, hace dos días he ido al mecánico para el chequeo del auto, todo estaba perfecto. Pero hoy le fallaron los frenos en la vereda... —Alega conmocionada—, tuve que estrellarlo para poderme detener.

—Cristo. —Murmuro asustado, le acaricio el óvalo de la cara. — ¿Estás bien?

—Perfectamente. Aún no hacía el cambio de velocidad, con facilidad pude detener el auto, en una forma un tanto abrupta, pero lo logré. —Se lamenta a través de un suspiro. —He llamado a la grúa y tardaron en aparecer, el tipo me ha cobrado de más, era arrogante y un tanto estúpido, me desagradó. Al final he aceptado porque no tenía para más. Y no acaba ahí, creo que perdí el móvil en el proceso. Me he levantado con el pié izquierdo, este día definitivamente pinta para ser asqueroso. 

—Lo importante es que estás bien, todo lo otro puede reponerse, ¿Te has golpeado? ¿Alguna herida?

—Un tanto, con la bolsa de aire. En el mecánico me da cuando menos un mes para tenerlo listo, tienen mucho por trabajar, ¿Sabes que es extraño? —Cuestiona más para ella que para mí. —Juraría que siempre lo tuve en el bolsillo del pantalón, se debe haber caído cuando me senté a esperar.

—Bendita bolsa de aire. —Murmuro agradecido. —En cuanto a tu transporte durante este mes, podría facilitarte uno de los autos de mi padre, puedes elegir, tiene una variedad impresionante, si le explicamos lo ocurrido y que básicamente eres como su hija adoptiva al ser mi novia, no creo que haya problema. Y el móvil, puedo regalarte uno, ¿iPhone, Samsung, Huawei? Cualquiera, este último ha sacado uno nuevo que se ve bastante bueno.

—Para tu carro ahí, Theodore Grey. —Señala un tanto risueña. —Ni lo uno, ni lo otro. El transporte público existe por algo, puedo usarle sin problemas. Ni loca aceptaría un móvil de tu parte, y menos si vale miles, yo puedo conseguirme uno sola.

—Me supuse que sería tu respuesta, pero como buen hombre de negocios que soy, tengo una segunda propuesta. —Le confieso con chulería, he de quitarme el Grey si no gano en esto. —Uno: Pasaré por ti todos los días, como tu novio, estoy en el deber de hacerlo, es como ocuparme de que mi novia viaje cómoda y demostrarle que le quiero y me preocupo por ella. Dos: En cuanto al móvil, podríamos tomarlo como un activo meramente empresarial; digo, como tu jefe necesito comunicarme contigo, entonces, un móvil vendría siendo algo así como material de trabajo.

—No puedo creer que uses el trabajo como excusa para que al final acepte un regalo tan caro. —Dice falsamente indignada. —Me agrada la idea de que vayas por mí, acepto esa oferta. Lo del móvil, pues...

UN GREY ENAMORADO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora