28.

12.6K 605 86
                                    

Estoy nerviosa, para qué mentir.
Ya llevamos cinco días en Elche y no sé cómo coño estoy teniendo tanta fuerza de voluntad para no comerle la boca a Alba.
Es que imaginaos dormir con ella en bragas a vuestro lado, que se os abrace cual koala y no hacer nada.
Es todo un mérito, lo sé.
En fin, que los días que llevamos aquí han sido geniales pero a la vez una tortura.
Rafi y Marina son majísimas, en serio, me tratan como si realmente fuera de la familia y Alba se pone súper feliz al ver que nos llevamos tan bien.
Esta noche hemos quedado para que conozca al resto de sus amigos, ya que sólo conozco a África, la chica del bar, y en parte estoy un poco nerviosa también por eso.
Vamos a ir de fiesta. En las fiestas hay alcohol. Si estando serena me cuesta no hacer tonterías para no cagarla con Alba, es comprensible que me dé miedo lo que pueda pasar con alcohol de por medio, ¿no?
Además, que hace dos días me estresé tanto con este tema que tuve que llamar a la Mari a las tantas de la mañana para que me aconsejase y a la hija de puta sólo se le ocurrió decirme que le comiese ya la boca. ¿Nadie entiende que no quiero cagarla o qué?
En fin, que me meto a la ducha para empezar a prepararme porque no quiero que lleguemos tarde por mi culpa y caerles mal o algo, no sé.

Alba se gira, sonriéndome.

–¿Qué te pasa?

–¿A mí? Nada. ¿Por qué?

–Porque tienes la cara de cachorro asustado que se te pone cada vez que te pasa algo, –explica, soltando una carcajada y haciendo que yo suelte su mano para darle un golpe en el brazo.

–¿Y si les caigo mal?, –pregunto, mirando al frente y mordiéndome la mejilla por dentro, un poco nerviosa.

–Pero cómo les vas a caer mal, si eres un trocito de pan, –dice Alba parándonos y agarrándome el moflete, haciendo que yo sonría. –Os vais a caer genial, ya verás.

Y tras volver a entrelazar nuestras manos, seguimos andando hacia el pub en el que hemos quedado y en el que ya nos esperan los amigos de Alba.
Marilia, Carlos, Dave, Noelia, Alfonso y, a la única persona que ya conocía, África se presentan uno a uno, dándome dos besos.
La verdad es que todos tienen pinta de ser majos.
Y mi teoría no hace más que confirmarse a medida que avanza la noche, pudiendo comprobar que Dave es un cachondo mental, que Alfonso es el rey de la pista, que Carlos y Noelia son muy majos, que Marilia está pinzadísima de la cabeza y que el humor de Afri es tan parecido al de la Mari que estoy segurísima de que esa chica se llevaría de maravilla con mi amiga.
Cuanto más avanza la noche y más alcohol hay en mi cuerpo, siento cómo mi valentía también va aumentando a la vez que mi borrachera, ya que literalmente me pego a Alba cada dos por tres.
Ella no va mal, ni de lejos, pero me sigue el rollo porque el mamoneo siempre ha ido con nosotras.
Cuántos más cubatas, menos distancia entre Alba y yo.
Literalmente sus amigos han acabado optando por pasar de nosotras porque literalmente parece que les tenemos de sujetavelas, pero es que no puedo controlarme.
Mientras bailo con Alba pegada frente a mí, mis manos avanzan hasta su cintura casi sin darme cuenta y acortan el poco espacio que había entre las dos.
Alba, lejos de apartarme, me agarra las manos y sigue bailando pegada a mí.
Yo, sin pensarlo, agacho un poco la cabeza para dejar un par de besos en su hombro, que rápidamente avanzan hasta su cuello haciendo que note cómo se estremece.
Estamos así hasta que termina la canción y, al ver que no me aparto de ella, Alba se gira para mirarme.
Mis ojos rápidamente cambian su trayectoria hasta acabar mirando los labios de la rubia con deseo.
Joder, qué ganas tengo de besarla.
Alba, que lo nota, baja también su vista a los míos.
Juro que siento que en cualquier momento mi cuerpo va a reaccionar por sí sólo y va a acabar haciendo lo que tanto tiempo mi cabeza se ha negado a hacer.

–Qué guapa eres, –digo, intentando vocalizar.

Alba resopla y aparta la mirada de mis labios, indicándome que no me ha salido bien el intento y se ha notado demasiado que voy como una cuba.

–Cómo vas..., –dice, negando con la cabeza y sacando su móvil. –Vámonos a casa, anda.

–No, –digo alargando la o. –¿Qué van a pensar tus amigos si nos vamos tan pronto?

–Lo primero: son casi las cinco, Nat. Y lo segundo: los chicos se han ido hace rato, sólo quedamos nosotras, –dice despacio, supongo que intentando que la entienda.

–Jo, –digo haciendo un puchero y, seguidamente, siendo arrastrada por Alba hasta la calle.

Intentando no tambalearme, me suelto de su agarre y me apoyo en una pared, buscando mi tabaco dentro de la riñonera.

–Lo que te faltaba, ponerte a fumar ahora, –dice Alba, intentando quitarme el cigarro de la mano.

Se lo impido elevándolo y la miro.
Qué ganas de besarla, joder.

–Déjame fumármelo o vamos a acabar las dos peor, –advierto, sabiendo que si no me desestreso fumando puede que mi cerebro deje de funcionar completamente y mi autocontrol se vaya a la mierda por completo.

Alba, sin entenderme, eleva una ceja.

–Jodida vas a estar mañana con la resaca que vas a tener, guapa, –dice. –Dame el cigarro.

–Que no Alba, joder, –digo, desesperada al notar que en cualquier momento se me va a ir la olla y necesitando encendérmelo de una vez.

–¿Por qué?, –cuestiona Alba, sin cambiar su tono calmado de voz pero pegándose a mi cuerpo para intentar alcanzar el cigarro.

Con Alba a escasos centímetros de mi boca, siento que no puedo más.
Resoplo. A tomar por culo.

–Porque como no me dejes fumármelo, igual te como la boca ahora mismo y acabamos las dos jodidas, –suelto más claramente de lo que ninguna de las dos esperábamos.

No puedo evitar echar una última mirada a sus labios antes de que Alba, aún asombrada por mi sinceridad, haga que la distancia entre nosotras vuelva a ser la normal y pueda encenderme el cigarro.
Si vas a ser valiente de una jodida vez, que no sea gracias al alcohol. Anda, Natalia, haz algo bien por una vez.

Volver. // Albalia.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum