10.

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I could risk it all betting on my life you'd run to me if they were blind and nobody could feel our sense of gravity.









Los meses avanzaban y tú y yo seguíamos igual: nos veíamos siempre que podíamos y estábamos igual de bien que la primera vez. Pero, algo que aún no entendía, era el por qué de que no quisieras decírselo a nuestros amigos. Es decir, lo único que se me ocurría es que aún no estabas lista para salir del armario pero es que ellos ya sabían que eras bisexual y te habían visto con tías según me contó la Mari –porque, sí, se lo conté, siento haberlo hecho porque tú no querías que lo supieran pero si no se lo contaba a alguien me iba a volver loca–, por lo tanto no lo entendía. Pero, sinceramente, me daba un poco igual que lo supieran o no. Yo estaba feliz de estar así contigo y cada día me gustabas más, y sentía que tú estabas igual que yo. Qué pena que el estar así nos durase apenas unos meses y que descubriese tan pronto por qué no se lo querías contar a nuestros amigos.
Vacaciones de semana santa, primera noche libre, ¿a qué era igual? Exacto, a la Mari insistiéndonos y chantajeándonos a todos para salir de fiesta. Y, para no perder la costumbre, la Mari siempre tiene lo que quiere.
Marta, Famous, tú y yo habíamos estado la semana anterior hasta el culo de exámenes y Miki, María y Joan habían currado a diario, por lo tanto queríamos darlo todo.
Empezamos la noche fuerte en casa de Miki, bebiendo un poco hasta que a eso de la una decidimos irnos la discoteca. Yo ya empecé a notar cómo estábais cada vez más juntos y el poco caso que me hacías cuando él se te acercaba. Pero tampoco iba a rayarme, ¿no?  Érais amigos y él iba un poco pasadito ya.
La noche siguió en la discoteca, en la cuál ni me miraste. Yo ya estaba empezando a no entender una mierda. ¿Qué coño te pasaba, Alba? Si la noche anterior habíamos dormido juntas y aquélla ni me mirabas. Entiendes que el saber que estabas pasando olímpicamente de mí y el ver que estábais cada vez más juntos me estaba volviendo loca, ¿no?
La que sí que lo entendió fue la Mari que, al verme tan desesperada, me sacó fuera del local y, mientras nos fumábamos un cigarro, me hizo descubrir dos cosas. La primera: por qué no se lo querías contar a ninguno. Y la segunda: por qué estábais así esa noche.
Para qué engañarnos, me hirvió la sangre en el momento que me enteré. Lo pagué con María al chillarle y decirle que por qué no me lo había contado antes, pero realmente era la que menos se merecía que la gritase.
Me fumé otro cigarro cuando nuestra amiga rubia me dejó sola y, al acabármelo, entré a la discoteca con toda la mala hostia que tenía en ese momento dispuesta a ser la mayor hija de puta que había sido hasta la fecha. ¿No estabas tan bien con tu ex pensando que yo no me iba a enterar de que Joan estaba intentando volver contigo? ¿No pensabas decírmelo hasta que acabaséis juntos otra vez? Pues entonces yo iba a intentar ponerte celosa por todos los medios.
Y, así fue, como acabé despidiéndome de todos a los veinte minutos, con una sonrisa de oreja a oreja –finjidísima, todo sea dicho– cuando Miki me chilló que había triunfado. Aún me acuerdo de la cara que se te quedó cuando me viste ir hacia aquella chica y comerle la boca antes de salir por la puerta.
Estuviste una semana sin responderme los mensajes, sin cogerme las llamadas y sin aparecer por el bar o por mi casa. Hasta que, por fin, te dignaste a mandarme un mensaje diciendo que deberíamos hablar. Coño, pues claro que deberíamos hablar. Sólo quería que me contases la verdad y me tranquilizases, que me dijeras que Joan era agua pasada y que entonces con la que querías estar era conmigo. Es que eso era lo único que necesitaba, joder. Imagínate cómo me quedé cuando te fuiste de mi casa tras contarme que habías vuelto con Joan y tras echarnos en cara cosas como que tú me habías ocultado lo de Joan todo el tiempo, que habías jugado conmigo o que yo me había pirado con la pava de la otra noche. Pues, por si no te lo imaginas, me quedé en la mierda. Tras escuchar el portazo que diste al salir, me rompí. Es que, joder, estaba pillada hasta las trancas, no podía soportar estar así de mal contigo. Es que prefería mil veces tener que joderme y ser tu amiga, que todo lo que había pasado entre nosotras y acabar como acabamos aquél día.
Joder, Alba, ¿por qué no me lo contaste? ¿Por qué volviste con él? ¿Por qué, si le querías a él, estuviste así conmigo? Joder, tía, que fuiste tú la que se lanzó. Que yo entendía que entre nosotras no iba a haber nada y lo respetaba porque prefería tenerte, de la forma que fuera, a perderte. Que fuiste tú la que inició todo lo que pasó entre nosotras. ¿Por qué cambió todo tan de repente?
Menos mal que, al menos, a las casi dos semanas de haber discutido quedamos para hablar y acabamos bien. Menos mal que, por lo menos, seguías en mi vida. Menos mal.
Pero, algo que no entendía era el por qué habías vuelto con él. ¿De verdad habías seguido pillada de él todo el tiempo que estuviste conmigo? ¿O es que estaba pasando algo más que yo no sabía?

Volver. // Albalia.Where stories live. Discover now