Bucky Barnes & Sebastian Stan | One Shots

BUCKY BARNES

Muffin

Lentamente, arrastraste los pies metidos en las zapatillas por el piso, colocándote una mano sobre la boca mientras bostezaste ruidosamente. Sentiste el edredón de tu cama detrás de ti mientras lo sostenías alrededor de tu cuerpo, asemejándose a una capa improvisada. Estabas segura de que parecías un desastre; Podías sentir tu cabello caer desordenado del bollo en el que lo habías colocado estratégicamente la noche anterior, la parte superior de tu pijama se resbaló de tus hombros y estabas segura de que había bolsas prominentes alineando tus ojos. Sonriendo perezosamente, murmuraste un pequeño "buen día" a Steve y Natasha, que estaban en la cocina preparando su desayuno. Ellos devolvieron tu saludo, ambos sin embargo, aparentemente mucho más despiertos que tú. Sin molestarte en reprimir tu suspiro, golpeaste a Steve con el hombro mientras pasabas.

"Recuérdame otra vez: ¿por qué demonios tenemos que despertarnos a una hora impía para practicar el golpe unos a los otros?" murmuraste, su voz se entrelazó con el sueño, entrecerráste los ojos cuando Steve se rió de ti.

"Vamos Lara, no es tan temprano". Steve trató de razonar contigo, pero simplemente le lanzaste una mirada desafiante.

"¡El sol apenas ha salido! Steve, ¿necesitas que te revisen los ojos, viejo cronómetro?" Sonriste triunfante cuando Nat dejó escapar un resoplido, Steve simplemente puso los ojos en blanco en respuesta.

"Bueno, no todos podemos eliminar a un hombre con un solo golpe Lara. El entrenamiento es un poco importante ". Nat bromeó refiriéndose a la súper fortaleza que habías heredado como resultado de un experimento de laboratorio que salió mal. Te sonrojaste por su comentario, incapaz de pensar en un regreso ingenioso, tartamudeando patéticamente. Ante su leve risa, replicaste sacando tu lengua infantilmente, el rubor en tus mejillas creció progresivamente a medida que los dos salían de la cocina.

Dándose la vuelta, apretaste tu agarre sobre la manta y la envolviste cómodamente alrededor de tu figura para combatir el frío que amenazaba con pellizcar la piel expuesta de sus piernas. Odiabas días de la semana, aunque con mayor precisión, que desecharon a ellos. Tu no era de ninguna manera, o forma, una persona de la mañana y el Sr.-Soy-Capitán-América-y-salgo-a-correr-cada-mañana-porque-soy-un-maldito-súper soldado pensó sería un brillante Idea para entrenar temprano cada mañana de lunes a viernes. Tú, por supuesto, protestaste profusamente ante su propuesta, pero para su consternación, la mayoría de su equipo eran pájaros matutinos y no objetaron la idea. Lo único que hizo que la sesión de entrenamiento de hoy fuera algo más soportable fue pensar en el muffin de arándanos recién horneado que compraste en la panadería de la calle en su caminata de ayer. Te aguantas con la boca al solo pensar en la golosina esponjosa, con ganas de finalmente saborear el dulce sabor de tu lengua.

Caminando despacio, recorres la cocina tomando un plato pequeño y un vaso de agua, zumbando suavemente en voz baja para intentar despertarte. Otro bostezo escapó de tus labios, causando que te detuvieras antes de llevar el vaso a tus labios.

"Te ves como una mierda". Ante el sonido de su voz, ni siquiera intentaste ser sutil acerca de tu total decepción en su entrada, interrumpiendo la atmósfera una vez serena. Sin echar un vistazo en su dirección, lo apartaste, antes de girarte hacia la nevera, frunciendo el ceño cuando se rió en voz alta en respuesta.

"¡Aww, no seas así, cariño!" Tu ceño se hizo más profundo y prácticamente pudiste escuchar la sonrisa que estaba luciendo actualmente. No querías nada más que abofetear esa sonrisa directamente de su cara, pero por el bien de Steve y el resto del equipo que te gustaba seguir siendo un tanto civilizado. Sin embargo, la palabra clave en esa declaración es "algo" que significa en la extraña ocasión en que los dos estuvimos emparejados durante el entrenamiento, no pudiste evitar mover el puño un poco más fuerte.