Capítulo 9

9.1K 1.2K 137
                                    

Decir que estoy sorprendida es quedarme corta, la verdad. Bueno, sabía que acabaríamos en su casa, no hay que ser muy lista para adivinarlo, pero nunca imaginé que sería tan... acogedora. Creí que me encontraría un lugar de hombres, que rezumase masculinidad por todas las esquinas y puede que incluso con ropa desperdigada por ahí. Vale, tal vez eso sea exagerado, pero en mis 27 años de vida me he encontrado de todo. En cambio, esta casa está totalmente limpia y ordenada y encima... es el tipo de casa que yo elegiría para vivir.

-Tienes que volver a mi casa cuanto antes, Archer -le digo, sin dejar de cotillear y ser consciente de que lo digo en alto-. Necesito que me la redecores ya.

-Cuando quieras -lo noto tan cerca de mí, que me sobresalto. Para decir que solo quiere hablar, se me pega demasiado-. Por pasar más tiempo contigo, lo que sea.

-¿Intentando compensar lo capullo que has sido conmigo? -alzo una ceja y retrocedo un par de pasos, fingiendo que sigo admirando su casa. Aunque lo hago. Dios, quiero una casa así.

Da otro paso en mi dirección y yo sigo moviéndome por la sala, ignorando sus intentos de aproximación. En el ascensor también probó suerte, pero lo frené con una de mis miradas matadoras, esas que dicen tócame y te parto la cara. Si accedí a venir con él es por la disculpa que se supone que va a darme por lo de la otra noche, no porque vayamos a acostarnos otra vez. Tiene que entender que eso no va a pasar. No, no. Ni pensarlo.

-Te dije que no me iba para siempre -se defiende-. Que volvería.

-Uy, claro. Y con eso debería sentirme la mujer más especial de este mundo, ¿no? -lo ataco-. Y abrirme de piernas cada vez que te venga en gana, ¿verdad? Pues que sepas que eso solo funciona con las desesperadas que no se comen un rosco en meses o... puede que en años. A mí si me dejas sin más, después del sexo, ya no vuelvas a repetir porque la respuesta será no. Nunca doy segundas oportunidades.

-¿Y por qué estás aquí? -no soporto su tono prepotente y me acerco a él para enfrentarlo.

-Porque soy buena persona y estoy dispuesta a dejar que te expliques -le respondo-. Aunque luego te mande a la mierda, que será lo más probable.

-O será que te gusto de verdad -me suelta-. Para algo más que sexo esporádico.

-¿Por qué todos los hombres se creen que estamos desesperadas por enamorarnos? -bufo-. Algunas solo queremos sexo, listillo. 

-Dudo que eso sea lo que piensas de verdad -su mirada podría derretirme si se lo permitiese.

-Cierto -le respondo, enviando a lo más hondo de mi mente lo que le hace a mi cuerpo para no tirarme a sus brazos. Maldito sea él y su atractivo encanto-. En ocasiones como esta pienso que sería incluso mejor masturbarse. Al menos te previene de follarte a la persona equivocada. Como tú, por ejemplo.

Busco un sitio donde sentarme y cruzo mis brazos y piernas para dejarle claro que no estoy aquí para terminar en su cama, sino para escuchar eso que quiere decirme y después largarme. Por más bonita que sea la casa, el dueño se está portando como un gilipollas desde que llegamos y no voy a recompensarlo por ello. Me iré en cuanto se disculpe. Y, desde luego, mis prisas no tienen nada que ver con que me esté tentando lo que dice.

-La explicación -añado, por si no lo ha captado.

-Directa al grano, como no -murmura, antes de sentarse junto a mí. Me separo lo justo de él para mantener cierta distancia entre nosotros, no sea que se piense que puede tocarme mientras habla. Y porque necesito ese espacio para controlar la revolución que han iniciado mis hormonas por su culpa.

-Los rodeos son para los vaqueros -digo, para que sepa que le he oído.

-Necesitaba hablar con alguien -empieza-, así que me fui a casa de Zandra y...

Christine (Saga SEAL 3)Where stories live. Discover now