El planeta sigue girando

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Emma miró sus uñas con la pintura amarilla descascarada por ella misma. Fue consciente desde un principio que no iba a poder evitar que Jason mencionara esa noticia, no podía culparlo, ella estaba igual de sorprendida. Jake, Jake, Jake. Bloqueó a Jason, totalmente esperando. Emma habló con Jake en la mañana y ambos evitaron tocar el tema de la fotografía publicada el domingo, como si la misma no existiera. Estaba segura de que él se encontraba buscando las palabras correctas para decirle cómo se sentía frente al «primer novio de su nenita», también estaba segura de que la razón por la cuál no le armó un espectáculo tenía que ver con el terapeuta de él, quien probablemente le aconsejó que debía coger y procesar sus emociones en lugar de desbordarse cómo siempre lo hacía. Si tan solo supiera que Jake calificó al primer novio de ella como «un evento traumático» esa mañana en terapia, él no tenía idea de qué esperar del «nuevo yerno» y le asustaba imaginar a Emma llorando por un hombre, se rehusaba a imaginarlo, incluso «le mandó a la mierda» a su terapeuta cuando éste le dijo «que le rompan el corazón a tu hija es una opción de la que debes estar preparado». Discutir con su propio terapeuta, por verdades que se negaba a escuchar, era lo habitual. Pero ¿cómo iba a reaccionar si se enterara de todo lo que pasó en las últimas diecisiete horas? Emma no quería ni imaginarlo. ¿Llamaría a Theresa? Era probable.

—Mi papá está tan asustado como yo —respondió en voz baja.

—No me cabe duda. Y ¿qué onda con el hijo de Theresa? —la miró una vez mientras conducía—. ¿Me darás el privilegio de escucharlo de tu boca? Con esta situación quedé hasta sorprendido por la cantidad de gente sin oficio en las redes sociales. Algunos hablan de una relación amorosa de publicidad para beneficiar a las dos revistas, yo admito que le encuentro gracioso al hecho de que estés saliendo con el descendiente de la escritora en jefe de la revista rival de tus padres, también admito que leí esas teorías estúpidas de Twitter. Hay un artículo que se titula «¿Quién es la nueva dueña del corazón del hijo mayor de Theresa McClain?». Sé que evitas meterte a Instagram, pero debes saber que armaste un revuelto.

Emma negó, —Él armó un revuelto porque es con él quien todas sueñan.

—Pues, qué bueno que no seas celosa —bromeó.

Quería cambiar de tema, necesitaba cambiar de tema.

—La semana pasada inauguraste nuevo departamento.

—Exacto. Está amoblado gracias a mi mamá, el único lugar que me falta ordenar es la habitación de huéspedes. Recibí tu mensaje anoche y esta mañana salí volando para comprar un colchón, espero que no te moleste dormir en el suelo porque comprar una cama iba a tardar en la entrega, también sé que no aceptarás dormir en mi cama, por eso pensé que dormir en un colchón es más cómodo que en un sofá.

—Así que me compraste un colchón —trató de esbozar una sonrisa, salió una apagada. Por detalles como ése fue que en un verano cayó frente a Jason, era increíblemente atento... y guapo, maldita sea, era un bombón con hoyuelos.

—Y unas sábanas de princesas —echó una carcajada y la miró, empujándola con una mano para que tomara la broma—. Vamos, tienes que admitir que son las sábanas que tu papá hubiese aprobado.

Emma lo miró y parpadeó dos veces, —¿No bromeabas?

—Claro que no. El vendedor creyó que estaba comprando para mi inexistente hermana menor —rió de nuevo al recordarlo—. Escucha, tendremos que parar a comprar comida para llevar porque, aunque me encantaría cocinar para ti, anoche miré Garfield y hoy se me antojó una lasaña, y claramente no sé preparar comida italiana. No te propongo comer en el restaurante porque tienes pinta de cansada y comer en mi departamento puede resultar más cómodo por la privacidad, digo. ¿Qué me dices, mujer? —la vio.

Al Estilo Emma© #1Where stories live. Discover now