Los celos

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Saber que no necesitaba preocuparse más por Brandon le trajo serenidad, al menos en ese sentido, esperaba que tampoco necesitara preocuparse porque el mismo dañara a Colin de forma física o mental

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Saber que no necesitaba preocuparse más por Brandon le trajo serenidad, al menos en ese sentido, esperaba que tampoco necesitara preocuparse porque el mismo dañara a Colin de forma física o mental. A pesar de ciertas inseguridades, confiaba en que podría empezar a gozar totalmente de su peculiar relación con su raro preferido, aunque todavía era algo que preferían mantenerlo en secreto; él seguía sin tener idea de cómo encarar a sus amigos, tal vez Vivian tuvo razón todas las veces en las que se refirió a él como hombre carente de pelotas porque se encontraba actuando como uno, tenía miedo de su propio mejor amigo, ¿dónde quedó la confianza? Colin siempre describió a Eugene como su hermano, siempre le decía a Emma que ambos eran cercanos, pero últimamente estaba actuando como si Eugene fuese un completo desconocido, pero ella prefirió no meterse porque pensaba que él sabía lo que estaba haciendo.

Ella quería un batido de galletas después del almuerzo y él la acompañó para comprarlo, solo para comprarlo, porque beber un batido de Oreo a esa hora del día le pareció una aberración, pero no lo dijo en voz alta porque sabía perfectamente que la comida era un tema delicado para Emma, la veía todo el tiempo almorzando ensaladas, pero finalizaba el día comiendo donas y bebiendo batidos de chocolate; además, hacía un par de días le mencionó que se sentiría «más gorda» si hacía una degustación de postres sola. Colin no conocía ni una sola mujer que fuera segura de su cuerpo, todas las que conocía intentaban obedecer el canon de belleza impuesto por la sociedad y le daba una rabia que Emma estuviese metida en eso porque él la consideraba extremadamente sexi, incluso fantaseaba todo el tiempo en cómo se vería totalmente desnuda..., y mojada..., sobre él. Le pasaba que sus mayores conflictos tenían que ver con sus pensamientos impuros hacia ella, buscaba con desesperación una manera de reprimir las ganas que tenía de tocarla, aunque sea encima de la ropa, pero no lograba silenciarlas.

—¿Cuál es tu color preferido? —le preguntó Emma, de pronto. Acababa de pagar, sacó la pajilla de cartón del batido e inclinó la cabeza a un lado para lamerla por lo largo; Colin miró esa acción detenidamente y le empujó la cabeza cuando reaccionó, a lo que ella rió—. Cole, es un dato importante.

—Blanco.

—Santo cielo, acerté.

—Te ganaste otro batido, señorita.

Emma abrió la boca y dirigió una mano sobre su pecho fingiendo sorpresa, a continuación, se paró frente a Colin, pegándose completamente contra el pecho de él, mirándolo desde ahí abajo con la barbilla en alto, incluso adhirió su mentón al torso. Colin miró de reojo, a través del ventanal del restaurante, cómo Eugene se encontraba distraído abriendo una bebida, por lo que se atrevió a tomarla de la nuca para besarla con un pico; ambos sonrieron, sobre todo ella, quien interrumpió esa escena melosa levantando su batido para beberlo sin despegarse de él, hizo un ruido al absorber por la pajilla y se apartó después.

—Mi color es el amarillo —comentó, mirándolo en la altura del pecho— y mis flores son los girasoles porque mi papá siempre me los regala por ser las preferidas de mi difunta abuelita Sid, me encantan las fresas bañadas en chocolate, y el chocolate, bendito, era la clase de niña que se escondía para comer los chocolates de la alacena, bien, sigo siendo esa clase de chica —admitió, revolviendo el batido con la pajilla mientras sonreía—. Es tu turno de lanzar datos importantísimos sobre ti, nótese el gran sarcasmo.

Al Estilo Emma© #1Where stories live. Discover now