Venir al mundo por error, tener trastorno de pánico y poseer un coeficiente intelectual brillante, eran cosas de Emma Miller. No podemos dejar de mencionar la ansiedad, que la azotaba en los peores momentos, y lo ingenua e inexperta que podía llegar...
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—¿Ustedes qué piensan de todo esto? —les preguntó Emma—. No puedo ser la única preocupada porque Colin no apareció en el almuerzo y no responde nuestras llamadas. Temo que se encuentre internado en el hospital por segunda vez en la semana, las migrañas son así; van y vienen todo el tiempo.
Los tres se encontraban sentados sobre el césped frente al monumento histórico de la universidad, eran las seis de la tarde de un día miércoles, Eugene bebía un refresco azucarado mientras escuchaba a Emma, el otro chico, Alan, comía un emparedado de jamón mientras se ocupaba de su teléfono móvil.
Tal como Emma lo expresó, la inquietud le interrumpió la concentración en clase alrededor de las diez de la mañana porque Colin no respondió su mensaje de buenos días que ella le mandó tres horas antes, la preocupación aumentó de tamaño cuando el mismo no se presentó a comer con ellos y siguió sin responderles, pues Emma le obligó a Eugene a escribirle a también. Pasó el resto de la tarde angustiada porque lo imaginó sufriendo en la silla reclinable del hospital en un cuarto a oscuras mientras maldecía por lo desventurado que era al padecer de migraña, porque la migraña por estrés le producía... más estrés, entre otras cosas. Tampoco podía creer que de nuevo la dejó preocupada, sabiendo que era una inquieta, era lo más desconsiderado que había hecho por ella hasta ese momento. Demonios, pero si la mente de Emma era un bullicio entre la parte que estaba enfadada con él y la otra parte que le decía que era una pesada, una loca, por asfixiarlo en sus pensamientos. «No puedes enloquecer cada vez que desaparece por un día», le decía su mitad castigadora, «sí, sí puedes enloquecer cada vez que desaparece por tanto tiempo porque hay una ex novia psicópata suelta en el campus que no desaprovecharía una ocasión para hacerlo sufrir», le respondía su mitad que la justificaba racionalmente.
—Emma —pronunció Eugene con seriedad—, Cole está participando en una investigación desde el año pasado como principiante, él realmente casi nunca almorzaba con nosotros hasta este año. Debe estar metido en el centro de investigación o, quizá, está durmiendo en una silla reclinable con una aguja travesándole la vena. Es un chico con demasiadas ocupaciones, pero se esfuerza por cumplir con todas.
Eugene quería decir que ¿Colin comía diariamente con ellos por ella? Tenía sentido porque él mencionó en algún momento que a veces se olvidaba de comer. «Es un chico con demasiadas ocupaciones, pero se esfuerza por cumplir con todas», repitió mentalmente. Así que ¿ese era el resumen de una relación amorosa con el muchacho promesa de la ciencia? Entendía perfectamente porqué una mujer con la mentalidad de Rebecca lo terminó. Colin no era el indicado para una mujer con rasgos dependientes.
—Contesta rápido ¿dónde estabas? —Alan apuntó a alguien.
Emma giró inmediatamente y ahí estaba el que tanto esperó. Colin tenía una mochila negra sobre sus hombros y la miró directamente a los ojos mientras sostenía una de las correas de la mochila, en la otra mano tenía un té helado, lucía completamente despreocupado hasta que percibió furia a través de esos verdes.
