Capítulo 10

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Comenzó con un dulce beso. Sus bocas no exigían tanta energía. Caminaban hacia la cama; tropezaron, el chico cayó lentamente encima, con algo bajo él. El beso se intensificaba a la vez que ambos comenzaban a excitarse. Changbin había vuelto a caer en la tentación. Regresó al lugar del cual siempre quiso salir. El arrepentimiento venía, igual que las ganas de hacerlo con aquella chica. No podía parar ahora, pero era necesario. Se apartó de la joven, esta estaba más que sorprendida por aquella acción. Ambos se miraron por un tiempo, no sabían qué decir. Bin sólo tomó sus cosas y se fue. Al fin lo logró. Se autocontroló y pudo salir de esa situación.

Sabía donde se dirigía, lo tenía claro. El camino lo sabía de memoria. Su automóvil a toda velocidad daba a entender lo importante que era reunirse con esa persona. Se encontraba cerca, una cuadra más y llegaría a ese edificio. Una luz roja se hizo presente en su camino. No le importó y apretó el acelerador, sin pensar en las consecuencias que esto podría traer.

[...]

Escuchó un fuerte estruendo junto con un firme freno. Se acercó a la ventana rápidamente, viendo en una esquina un vehículo volcado. Puso más atención dándose cuenta del modelo de este junto con la patente. Esa placa la reconocería en cualquier lado. Estaba congelado, atónito, miles de cosas pasaron por su mente, temía que algo le haya pasado al grupo o más bien al dueño de ese carro. No dudó, salió corriendo en dirrección al accidente, no podía creer que esto estuviera pasando.

La gente estaba atemorizada, nadie se acercaba al lugar del atentado. Lo más extraño es que sólo de encontraba uno de los autos, para que esto ocurriera debían haber al menos dos conductores. El pecoso se acercó con algunas lágrima saliendo de su rostro. Se agachó, quedando a la altura de las puertas. Gracias a que los ventanales estaban abajo pudo distinguir a ese chico que lo traía loco. Su rostro lleno de sangre al igual que su cuerpo, no soportaba verlo así, estalló en un sollozo sin fin. Quería sacarlo, pero no podía, su fueza era inútil con sus ojos borrosos y su estado anémico. Gritó en busca de auxilio.

El público espectante se fue acercando a socorrer a aquel chico. El sonido de las ambulancias junto con la policía resonaban en todo el lugar. Sin duda un hecho que quedaría en memoria de la gente del barrio.

[...]

— Changbinnie, tanto tiempo ¿Verdad? — Una aguda voz se hizo presente. — ¿Cómo has estado? — La silueta de la chica se hizo presente.

— Nayeon... — No lo creía. Simplemente estalló en llanto. — ¿Qué...pasó?

— Sólo quería decirte lo mucho que te extraño. ¿Crees que algún día nos volvamos a ver?

— De eso estoy... — Resopló su nariz. — totalmente seguro.

— Te gusta ese chico, ¿verdad?

— No sé lo que me ocurre, no paro de pensar en él. - Sonrió como un bobo mientras secaba sus lágrimas.

— No te arrepientas de nada, solo sigue a tu corazón. — Desapareció. Millones de mariposas amarillas vinieron en su lugar.

[...]

Los convivientes del paciente junto al pecoso esperaban ansiosos a cualquier respuesta del médico. Félix tocaba sus manos sin dejar de mirar aquella puerta. Las visitas estarían disponibles luego de un par de trámites. De la nada, un par de enfermeras entraron apresuradas a aquella sala. Los presentes no hicieron más que ponerse de pie y cuestionar a cualquiera que se interpusiera en su camino. No hubo respuesta, sólo un "tranquilos" por parte de los profesionales.

Una persona mayor salió de allí. Vestía un uniforme blanco y su experiencia en este tipo de cosas se notaban por sus grandes ojeras y párpados caídos. Los chicos lograron de un sólo paso rodear al doctor.

— Seo Changbin es muy fuerte. Logró sobrevivir a pesar de todo. — Habló orgulloso mientras acomodaba sus lentes.

— ¿Qué pasó ahora? Vi a muchas enfermeras pasar. — Preguntó curioso el mayor.

— Su amigo tuvo unas reacciones totalmente normales luego de la operación, pero aún así es necesario vigilarlo y estar alertas por cualquier cosa.

— ¿Podemos pasar? — La pregunta del peliazul hizo que todos pusieran atención a la respuesta del superior.

— Claro, pero es mejor que pasen de a uno. — Se miraron entre ellos pensando quién sería el primero. No lo tenían claro.

— Félix. — Habló Chan. — ¿Te parece si entras tú primero? — El pecoso no sabía. Tenía miedo de entrar, de alguna manera se sentía culpable de lo sucedido. Sólo asintió y procedió a realizar los pasos antes de ingresar.

La puerta frente a él lo ponía nervioso ¿Quién pensaría que luego sería Changbin el que terminaría en el hospital? Y lo peor de todo es que fue mucho más grave. Se le dio la orden de pasar. Abrió lentamente la mampara encontrándose a su amigo en la camilla. Lleno de tubos y conductos a su alrededor, una especie de máquina informando su pulso y miles de cosas más que el presente no entendía muy bien. No pudo resistir más de dos segundos, estallando en un llanto sin fin ¿Cuántas veces había llorado por el mismo hombre? Corrió hacia el chico y le tomó la mano, esa fría y grande mano. Lo único que quería era que despertara, que abriera esos pequeños ojos. Él necesitaba decirle cada una de las cosas que sentía, en ese mismo instante.

— ¡Vamos! ¡Despierta, Changbinnie!

— ¡Vamos! ¡Despierta, Changbinnie!

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Anexo || Changlix ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora