Capítulo 1

Mulai dari awal
                                    

El aire fresco y el olor a naturaleza me da de lleno en la cara y siento que respiro profundamente.

Cuando llegamos a la parte que esta dispuesta para tomar el té y relajarse, Stefan me toma de la muñeca.

—Si nos disculpan, tengo que hablar con la Princesa.

Las tres personas restantes asienten con la cabeza.

Nos damos la vuelta y siento como la mano de Stefan baja hasta enredarse con mis dedos, me guía por el enorme jardín hasta que llegamos a la gran fuente del arco.

Sin verlo venir, siento los brazos de Stefan a mi alrededor, abrazandome con fuerza, su calor me envuelve y automáticamente le devuelvo el abrazo, su olor a colonia varonil me hace soltar un suspiro de relajación, recargo mi cabeza en su pecho y puedo escuchar sus latidos, primero acelerados y luego un poco más lentos.

—Te he extrañado —me dice en el oído en voz tan baja que la piel se me eriza.

—Y yo a ti —levanto la cabeza de su pecho para verlo y me sonríe abiertamente, se acerca y deja un pequeño besito en la punta de mi nariz lo que me hace soltar una risita.

—¿Te funcionó el viaje?

Me quedó callada y me vuelvo a acomodar en su pecho, sé a lo que se refiere pero no tengo una respuesta.

—Principe Stefan, princesa Eliana —Marcus aparece a nuestra izquierda— El té está servido, los reyes piden su presencia.

Ambos asentimos y seguimos al hombre, cuando llegamos tomamos asiento en la mesa, yo a un lado de la abuela y él a mí lado.

—Y cuentenos ¿como les fue en su viaje? —la reina Merith nos mira con atención.

—Fue un viaje aburrido, arreglando papeles y demás, no tuvimos tiempo de hacer algo relajante —le contesta la abuela.

—Las vacaciones de verano están por acercarse —comenta el rey.

—¡Es cierto! —exclama su mujer— Podemos hacer un viaje juntos, tenemos una propiedad cerca del caribe, podemos ir a pasar unos días allá, o incluso Stefan y Eliana pueden hacer su viaje a París ¿cierto chicos?

Antes que alguien pueda decir algo abro la boca;

—La verdad es que pensaba ir de vacaciones a mi lugar natal.

Siento la mirada intensa de Stefan y la inquisidora de la abuela, pero trato de no verme nerviosa.

—¿No crees que es una mala idea? —levanto la cabeza para ver a la reina de Valencia— Ir después de todo lo sucedido, creó que en vez de ayudarte te haría daño.

Por unos segundos la mesa se queda en completo silencio.

—De hecho creó que es una muy buena idea —habla la abuela— Cuando sucedió Eliana ni siquiera tuvo tiempo de estar con la familia de Eduardo.

—Estoy de acuerdo, pero —el rostro de Merith se pinta de preocupación—¿No sería riesgoso? ¿Mandarla a un lugar donde no tendrá protección?

—Voy a estar con mi familia ¿porqué necesitaría protección? —pregunto tratando de sonar segura.

—Ya hablaremos luego —decreta la abuela.

El tiempo se pasa rápidamente entre noticias de ambos reinos y después de aproximadamente dos horas los reyes deciden dar un paseo por el jardín mientras Stefan y yo decidimos hablar en privado en el salón de estar.

Caminamos en silencio y cuando llegamos él observa los libros que hay en el estante y pasa alrededor de tres minutos en silencio, me desespero.

—Puedes preguntar Stefan —suelto cuando lo veo moverse, gira en mi dirección y avanza hasta el sofá dónde estoy sentada.

—¿Porqué quieres irte?

—Sólo sera por el verano, no puedo irme para siempre —digo divertida— Tengo responsabilidades.

—Puedes ir sólo una semana luego volver y podemos planear un viaje —se acerca a mí— Has estado tres meses fuera, necesito saber que pasa por tú cabeza.

Me muerdo el carrillo interno y volteó a otro lado.

—Todo está en orden, sólo necesito tomar un respiro antes de convertirme en Reina —dirigo mi mirada al pelinegro y él me sonríe.

—Puedo ir contigo en todo caso.

—¿Te has vuelto loco? —me rió pero al ver su expresión seria, paro y carraspeo— Tú tienes muchas cosas que hacer, yo me puedo permitir el lujo de irme un tiempo, la Reina se hará cargo de todo.

—Al menos una semana —toma mi mano y le da un apretón.

—Stefan basta, necesito tiempo para todo, y eso te incluye a ti.

Ambos guardamos silencio y me siento mal por haber dicho eso.

—Yo sólo...

—No te preocupes, entiendo que después de la tragedia quieras tener tú propio espacio.

Cuando su mirada se cruza con la mía le sonrió y él se acerca a abrazarme, siento sus labios en lo alto de mi cabeza.

Unos pasos hacen que nos alejemos, Marcus entra a la estancia.

—Disculpen la interrupción —dice— Príncipe Stefan, sus padres lo esperan en el vehículo.

—Claro, ya voy.

Se pone de pie, me tiende una mano y me levanta, caminamos hasta la entrada.

—Gracias por la visita —le dice la abuela.

—Gracias a ustedes por la buena compañía —Stefan besa el dorso de la mano de la abuela— Avisame cuando te marches.

El beso que deposita en mi mano me hace estremecer y yo asiento a su petición.

Sube al coche Real y cuando desaparecen del camino de grava, la abuela y yo entramos nuevamente.

—Marcus ordena que la cena la suban a mi habitación, mi nieta y yo tenemos cosas que hablar.

—Con gusto Majestad.

Marcus se marcha en su porte recto y yo sigo a la abuela escaleras arriba.
Cuando llegamos a su habitación, camino hasta su cama donde me dejo caer.

—Estoy agotada —suelto.

—Yo también, hablemos antes de la cena —se quita los aretes de oro y el collar, los guarda en su joyero y camina hasta sentarse a mi lado en la enorme cama— ¿Cuando se te ocurrió marcharte?

—Lo he estado pensando desde hace unas semanas.

Asiente ante mi respuesta.

—Merith ha tratado de persuadirme en que no te deje ir, pero ambas sabemos que yo no te doy ordenes y que tú no eres una prisionera —asiento y sonrió ante sus palabras— Pero estoy de acuerdo con que no te puedo dejar marchar sola.

—¿Vas a venir conmigo?

Niega divertida.

—Me tengo que quedar, pero tal vez puedas llevarte a Stefan contigo.

—No —suelto rápidamente— No puede venir conmigo.

—Lia...

—Abuela necesito tomarme un descanso de todo esto —suelto un suspiro— Sólo serán dos meses.

La miro suplicante y ella me observa fijamente, no se cuanto tiempo pasa hasta que unos toques en la puerta nos despiertan a ambas.










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