Capítulo 26.

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Las palabras de Delia fueron un golpe duro, me dolieron en lo profundo del pecho, pero aunque me doliera ella tenía razón. Aún si eramos familia ella no estaba obligada a  quererme.

Pase una hora sentada tratando de entender eso y una vez que el dolor mitigó espere paciente a que Simón me recogiera.

Cuando llegamos a casa me disculpe y subí las escaleras a la habitación, mis días en Liechtenstein estaban contados, así que decidida a aprovechar la libertad que me quedaba me deje caer en la cama para poder dormir todo lo que quisiera.

Cuando desperte, el sol casi se oculta tras los alpes así que me levante y baje al primer piso.

—Buenas noches —dijo Aaron una vez me vio al final de las escaleras— ¿Dormiste bien?

Asiento con la cabeza y me encamino al sofá.

—¿Cómo fue la excursión con el regente?

—Bien, me dieron una botella de recuerdo.

Observo la ventana hasta que siento como el sofá se hunde a mi lado, me giro y observo el rostro preocupado de Aaron.

—¿Qué sucedió? —mi entrecejo se frunce y antes de decir cualquier cosa vuelve a hablar— Y no te atrevas a decir que nada porque te conozco lo suficiente para saber que algo te pasa.

Suspiro y vuelvo la mirada a la ventana, observo los carros pasar por la calle frente a la casa.

—Intenté hablar con Delia pero ella no aceptó escucharme y antes de que digas cualquier cosa, estoy bien.

—¿Estás bien? —repite dudoso y yo asiento volviendo mi vista a él.

—Estoy bien —afirmo— No puedo seguir presionándolos —le sonrío—Además, dijiste que si no querían escucharme o no lograban entender lo sucedido tenía que seguir, que no me podía quedar toda la vida a ganarmelos, así que estoy bien con eso.

Su mirada se intensifica y de un momento a otro me encuentro entre sus brazos, siendo apretujada.

—Se que es un proceso doloroso, pero necesario —besa lo alto de mi cabeza.

—Si, aún me falta hablar con Jacobo y Lydia pero me siento mejor al saber que al menos intente arreglar las cosas con ella.

—Estoy tan orgulloso de ti.

Lo empujo suavemente para que deje de apretujarme en sus brazos.

—Venga vamos a cenar y a probar ese vino que te dieron de recuerdo en la bodega del príncipe ¡Simón, vamos a cenar!

(...)

Una vez duchada y lista para ir a mi primer día de turismo por Vaduz, bajo las escaleras.

—Buenos días princesa —saluda Simón.

—Buenos días ¿Aaron ya está preparado? —lo busco con la mirada.

—Él no vendrá, tiene que hacer unos reportes para la reina.

Mi ceño se frunce pero asiento.

—Vamos entonces.

Simón conduce hasta el restauran de Maggie donde desayunamos y esperamos a Siena, que llega en compañía de Jimmy.

Cuando estamos listos y preparados nos montamos al coche y Simón sigue las indicaciones de la tía Maggie para llegar a la iglesia de San Florín.

La estructura tiene un estilo neogótico y sencillo, recuerdo a mi madre decir que le gustaba mucho ésta iglesia, que sin las estatuas ni ornamentos la sentía acogedora y cálida.

La Corona de Aragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora