Capítulo 18.

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La mañana está bastante activa, vienen trabajadores y para mi sorpresa nos visitan varios turistas, Liechtenstein es un buen lugar para vacacionar, mucha gente no sabe que existe pero es un buen lugar donde en vacaciones hay muchos eventos.

Me la paso cocinando y atendiendo, muy en el fondo me siento orgullosa de mí misma, sentir este cansancio me recuerda que estoy trabajando como cualquier hombre, mujer, así que mientras atiendo a las personas les regalo mi mejor sonrisa y cuando preparó sus platillos me esfuerzo en que se vean y sepan deliciosos.

A la hora del desayuno siento que me quedo dormida pues no he descansado nada desde el baile, Yusef habla con Julio y Mariano, y Carlo trata de mantenerme despierta mientras como de a poco mi desayuno.

—¿Has viajado a otro lado aparte de Liechtenstein? —me pregunta y yo asiento— Yo nunca he salido de aquí, cuando era joven y estaba planeando como decirles a mis padres que no quería estudiar para ser maestro, un amigo me recomendó fugarme a América pero ciertamente era una pésima idea ¿que iba a hacer allá? No tenía dinero ni conocidos —le da un sorbo a su café— Cuando finalmente les confesé que quería estudiar gastronomía se lo tomaron muy mal, mi padre comenzó a gritar que la cocina era para las mujeres, era un machista y mamá no pensaba contradecirlo, así que comenzaron con comentarios ofensivos y me harté, tomé mis cosas y huí de casa, tenía pensado viajar a América pero no me alcanzaba para el boleto de viaje y no tenía pasaporte así que decidí venir aquí.

—¿Eres de Schaan?

—No, soy de Rugell —sonríe ante un posible recuerdo— Viajé desde ahí y pase por todo Gamprin, cruce VaduzerRiet y cuando llegué a Schaan pasé ahí una temporada, tenía planeado ir hasta Balzers, en aquel entonces quería alejarme todo lo posible de mi familia y creía que estar de orilla a orilla era lo mejor —hace una pausa y nuevamente vuelve a sonreír— Conseguí trabajo como mesero en un restauran y supuse que comenzaría ahí, luego con suerte me ascenderían a chef, obviamente no fue pronto, pase de mesero a ayudante de cocina, aproveche ese puesto para aprender todo lo que quería y ese mismo año conocí a Margaret y Eduardo.

Me quedo quieta cuando escucho el nombre de mi padre.

—¿Conociste a mi padre? —pregunto en un susurro

—Si —mira la mesa de metal— Ellos estaban en Schaan buscando locales para abrir el restaurante de Margaret, ambos pensaban que abrirlo allá era lo mejor pero les di la idea de abrirlo aquí en Vaduz, fue sólo una broma —se ríe en voz baja— Les dije que donde estuviera el hogar de los reyes, estaría la fortuna, pues ellos apoyaban mucho a su gente —niega con la cabeza divertido— Ellos creyeron que yo era un predicador o algo así y me dieron la razón, no supe nada de ellos hasta dos años después, que Margaret me buscó, yo estaba trabajando finalmente como chef y ella me ofreció un lugar en su restauran, me explicó que el proyecto apenas se estaba desarrollando pero que si aceptaba sería el chef principal, obviamente no lo dude dejé mi empleo y me vine para acá, cuando llegamos pregunte por su acompañante la vez que nos conocimos pero ella dijo que se había marchado con su familia, nunca me dijo a dónde o porqué —suspira y finalmente me observa— El restauran paso por muchas cosas pero finalmente triunfo y hace casi cinco meses tú tía me dio la noticia de la muerte de tú padre —ambos nos quedamos callados durante varios segundos— No sabía que eras su hija hasta que Ada montó su show —ambos nos reímos, luego él para y mira directo a mis ojos— Lamento la muerte de tú padre.

Asiento pero no digo nada, efectivamente casi se cumplen cinco meses de la muerte de mis padres y me había esforzado por mantener el dolor fuera de mí pero ahora que Carlo lo traía a colisión el dolor en mi pecho me recordó que por más que quisiera superar su trágica muerte no lo haría, ni hoy ni nunca.

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