FELI(Sí)DAD

24 0 0
                                    

Y de repente, me sentí abrumada por una tremenda felicidad.

Simplemente, me empecé a sentir feliz.

No por obligación, por esa búsqueda infinita de alguna pregunta existencial con respuesta aún inexistente. Por sentidos y sentimientos no encontrados en esas búsquedas. Por remar y remar en cemento sólido, cuando simplemente podría levantarme del bote y caminar, así de simple.

No porque me estén mirando, no sé si decir juzgando, no sé si decir que a alguien podría importarle si sonrío más o menos o cómo me veo. O si es más mente que realidad creer que hay ojos juzgando.

Como sea. 

Solamente soy yo la que está mirando. Solamente sola en la dulce soledad de mi cuarto.

Un lindo momento de tranquilidad después de un día agitado.

Y simplemente sonrío, la sonrisa me invade y se ensancha como un rubor que se apodera del rostro de una piel pálida, en el frío, o después de tres o cuatro copas de más. 

Embriagada de felicidad; sin necesidad de la sustancia que haga cosquillear las extremidades, adormecer la lengua, o más bien adormecer la timidez y borrar los límites.

Un poco mareada en este oleaje repentino de abundante alegría. 

Sin saber por qué. Sin buscarle una razón. Por una vez en la vida, sin buscar el por qué detrás del cómo detrás del cuándo detrás del para qué.

No sé, no sé.

Será ese momento de ignorante felicidad. Calma antes de tormentas. O tal vez mejor, el arcoiris después de la tormenta.

O tal vez, simple paz.

Tal vez me haya alcanzado por fin, en el camino que llevo recorriendo y sigo aventurandome hace tiempo, una ligera paz. 

No sé, se siente bien.

Sin búsquedas infinitas, sin reproches y presiones a mí misma, sin dolores de cabeza, sin pastillas, sin sustancias, sin preguntas existenciales circunstanciales y sustanciales, sin cronogramas, sin calendarios, sin relojes adelantados, sin carreras contra la realidad... Sin siquiera sentir el peso de todos estos "sin" que vengo cargando hace tiempo.

No porque busque alejarme de ellos; sino porque, de repente, se me presentan más livianos. Fáciles de levantar, fáciles de moverme con ellos, fáciles de acomodar.

Y ya me veo armando, de a poco, una casita. Una casita de logros, de lograr convertir ladrillos en plumas, de lograr caminar sobre ríos de concreto, de lograr emborracharme de vida. 

De lograr llenarme de esa felicidad llamada paz.

Pintar Amor en mi PielKde žijí příběhy. Začni objevovat