La carta de aceptación

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Maria Jose llegó a la casa de Crista con la carta del internado dónde habian postulado, las dos amigas habian acordado abrir sus cartas juntas para celebrar o consolarse, cual sea el caso.

Ellas habian sido amigas desde hace muchisimo tiempo, la primera vez que se vieron fue en el jardín de niños Crista era una niñita bajita y con el cabello negro; y Maria Jose era un año mayor que Crista, era mucho más alta y tenía lentes con pasta color rosado. En primaria Maria Jose repitió un año y se hizo muy amiga de Crista desde entonces ambas han cambiado, pero sobre todo Crista, ya que se había teñido el cabello de color azul, pero aún seguía siendo bajita, Maria Jose había crecido-como era de esperarse-y había cambiado el color de la pasta de sus lentes que ya no eran rosadas, sino negras. Se suponía que como se conocían desde hace mucho tiempo no se tenian secretos, se suponía.

- ¿A las tres abrimos las cartas? - le preguntó Crista, ansiosa y con aire de desesperación a Majo-asi le decian a Maria Jose.

- Esta bien - respondió Majo nerviosa y cogiendo más fuerte el sobre, pues sentía que las manos le sudaban y que se le iba a caer - uno...

- Dos - continuó la chica de cabello azul cogiendo una esquina del sobre para romperlo más rápido.

- Tres - dijeron las tres al mismo tiempo mientras razgaban el papel y sacaban la carta del internado.

Sacaron el papel blanco y leyeron el contenido, expectantes y con las manos temblorosas. Se miraron sin decir ni una palabra y comenzaron a gritar de emoción mezclada con alegría.

- ¡¿Te aceptaron?! - preguntó Majo mirando  a Crista.

- ¡SI - respondió Crista, entusiasmada y dando pequeños saltitos de felicidad - ya no te pregunto porque ya sé cual es la respuesta - Crista sonrió y Majo le devolvió la sonrisa con una más grande y llena de emoción.

Las dos chicas bajaron corriendo las escaleras para decirles a sus mamás el hecho reciente. Casi se caen por la velocidad con la que corrian, pero eso no les fue impedimento para llegar a las mujeres mayores quuienes estaban sentadas en los sillones de la sala, tomando el té.

- ¡Mamá, mamá! - las dos empezaron a hablar a mismo tiempo y apenas respiraban por toda la adrenalina que tenían dentro de ella.

- chicas, cálmense, respiren y cuentenos qué es lo que pasá - la mamá de Majo rió al ver a su hija y a la amiga de su hija en ese estado.

Las muchachas se quedaron quietas y respiraron tres veces antes de hablar. Una vez que ya habían recuperado el aire en sus pulmones, fue Crista la que habló.

-: nos... nos aceptaron en Santa Águeda - soltó todo el aire que había guardado como reserva y se sentó en el sillón al frente de las dos mujeres.

Ellas se vieron entre si y soltaron un grito que asusto la Crista y Majo, haciéndolas saltar de la impresión.

- ¡Entraron! - gritó la mamá de la chica de cabello azul y fue hasta las muchachas a darles un gran abrazo de oso - estoy muy orgullosa de ustedes

- no puedo creerlo - la mamá de la chica de anteojos se acercó a su hija y le pasó un brazo por sus hombros y le depositó un sonoro beso en la mejilla. Ella sabía lo difícil que era entrar a ese internado, su hija mayor lo intentó, pero fue rechazada y era-para ella- que su segunda hija haya podido entrar - yo también estoy muy orgullosa de ustedes

Majo y Crista se separaron de sus melosas madres y se abrazaron entre ellas, cachete con cachete. Después de separarse empezaron a reir.

- creo que vamos a tener que ir preparando nuestras maletas - comentó Crista poniendose de pie de un salto y girarse a las demás. Esbozando una gran sonrisa.

El club de las seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora