― Es usted la signorina Barquero ―escuché mientras que terminaba de darle un sorbo a mi café con leche desnatada.
Había viajado a Italia para conseguir lo que mi padre había dado por perdido y lo que yo no. Al menos que ese hombre y su hijo sean duros de corazón y no logre el objetivo.
― Sí. Soy yo ―dije.
― Soy el abogado del señor Palmieri. James Altobelli. El señor Palmieri me ha pedido que me presente a esta reunión por él.
― ¡Y su hijo!
― Su hijo está en un viaje de trabajo de última hora.
― Podría informarles a los señores Palmieri que estoy dispuesta a quedarme el tiempo necesario en Florencia para hablar con ellos.
― Lo haré. Pero me han mandato a mí, signorina Barquero.
― ¡Usted podría llamar al señor Palmieri! Quiero que le informe que no pienso irme sin que me reciba.
― De acuerdo.
El abogado llamó a esos hombres y mi paciencia comenzó a encenderse como una gran furia intensa.
― Signor Palmieri, Miss Barquero si rifiuta di lasciare la città
se non si ottiene ...
En breve me miró y me dijo:
― Sé niega a verla.
― Déjeme el teléfono, por favor.
Él me dejó el teléfono y comencé a hablar lo poco que sabía de italiano:
― Signor Palmieri, non sto chiedendo di negoziare se non si vuole e capire le loro motivazioni nel respingere l'offerta di mio padre. Ma l'unica cosa che chiedo è di incontrare con voi e parlarne. Se non ti convezco, si può insultarmi se volete.
Pero el silencio se hizo y no supe si aquello era una respuesta o un rechazo. Por lo tanto, le entregué el teléfono al abogado.
― Va bene, signor Palmieri. Informo che alla signora.
Después el abogado colgó su teléfono.
― El señor Palmieri continúa negándose a negociar con ustedes y su empresa. Pero hay algo que usted puede hacer para que su padre negocie con el suyo, signorina Palmieri.
― ¿Qué cosa?
― Que una de las hijas del empresario esté soltera y se case con él en dos meses.
― Pues dígale al señor Palmieri que no voy a casarme con él
porque amo a otra persona. Y mi otra hermana acaba de casarse. Soy la única soltera.
Me levanté de la silla en la cual me había sentado y después le dije con sarcasmo:
― Ciao. Que le sea breve la búsqueda al señor Palmieri de esposa...
Desperté de pronto y me vi arropada en la cama. No podía creer que me volviese a acostar con la ropa puesta y que amaneciese arropada y con una camisa puesta.
Enseguida reconocí el olor. Entonces supe que Darío había sido la persona que lo había hecho.
Me levanté pensado en el sueño por unos segundos y después me fui a la ducha para poder ser la mujer que era cuando estaba en Italia. Debía de ser la dueña, cambiando algunas cosas. Y sabía que a los sirvientes eran los primeros a los que tenía que avisar.
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Para ti es mi Pasión (Química Entre Nosotros II)
Ficção AdolescenteTras denunciar a sus hermanastros y al amor de su vida, Inés continúa haciendo su vida normal. A pesar de estar embarazada de su marido, nada le va a impedir regresar a España y recuperar la herencia que un día su padre le quedó. Esta vez, ella se...