Capítulo 26

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Es usted la signorina Barquero ―escuché mientras que terminaba de darle un sorbo a mi café con leche desnatada.

Había viajado a Italia para conseguir lo que mi padre había dado por perdido y lo que yo no. Al menos que ese hombre y su hijo sean duros de corazón y no logre el objetivo.

Sí. Soy yo ―dije.

Soy el abogado del señor Palmieri. James Altobelli. El señor Palmieri me ha pedido que me presente a esta reunión por él.

¡Y su hijo!

Su hijo está en un viaje de trabajo de última hora.

Podría informarles a los señores Palmieri que estoy dispuesta a quedarme el tiempo necesario en Florencia para hablar con ellos.

Lo haré. Pero me han mandato a mí, signorina Barquero.

¡Usted podría llamar al señor Palmieri! Quiero que le informe que no pienso irme sin que me reciba.

De acuerdo.

El abogado llamó a esos hombres y mi paciencia comenzó a encenderse como una gran furia intensa.

Signor Palmieri, Miss Barquero si rifiuta di lasciare la città

se non si ottiene ...

En breve me miró y me dijo:

Sé niega a verla.

Déjeme el teléfono, por favor.

Él me dejó el teléfono y comencé a hablar lo poco que sabía de italiano:

Signor Palmieri, non sto chiedendo di negoziare se non si vuole e capire le loro motivazioni nel respingere l'offerta di mio padre. Ma l'unica cosa che chiedo è di incontrare con voi e parlarne. Se non ti convezco, si può insultarmi se volete.

Pero el silencio se hizo y no supe si aquello era una respuesta o un rechazo. Por lo tanto, le entregué el teléfono al abogado.

Va bene, signor Palmieri. Informo che alla signora.

Después el abogado colgó su teléfono.

El señor Palmieri continúa negándose a negociar con ustedes y su empresa. Pero hay algo que usted puede hacer para que su padre negocie con el suyo, signorina Palmieri.

¿Qué cosa?

Que una de las hijas del empresario esté soltera y se case con él en dos meses.

Pues dígale al señor Palmieri que no voy a casarme con él

porque amo a otra persona. Y mi otra hermana acaba de casarse. Soy la única soltera.

Me levanté de la silla en la cual me había sentado y después le dije con sarcasmo:

Ciao. Que le sea breve la búsqueda al señor Palmieri de esposa...

Desperté de pronto y me vi arropada en la cama. No podía creer que me volviese a acostar con la ropa puesta y que amaneciese arropada y con una camisa puesta.

Enseguida reconocí el olor. Entonces supe que Darío había sido la persona que lo había hecho.

Me levanté pensado en el sueño por unos segundos y después me fui a la ducha para poder ser la mujer que era cuando estaba en Italia. Debía de ser la dueña, cambiando algunas cosas. Y sabía que a los sirvientes eran los primeros a los que tenía que avisar.

Para ti es mi Pasión (Química Entre Nosotros II)Onde histórias criam vida. Descubra agora