Capítulo 4

216 19 0
                                    

Desperté al día siguiente y lo hice en la biblioteca. Reconocía que, a pesar de todo, el dolor comenzaba a florecer. Debía de pensar en alguna estrategia para no caer tan fácilmente en ese dolor. Uno que ya comenzaba a crecer. Lo notaba como si fuese ayer.

Cogí mi teléfono móvil y pensé en la única estrategia que conocía. Era vivir mi vida como si fuera el último día.

Llamé a Ignacio. Tenía que proponerle un plan para esa noche. No me importaba el trabajo por un día. Solo quería disfrutar y hacerle entender a todos los que me rodeaba que ya no sería la misma mujer seria que hace meses.

― Ciao Ragazza. ¿Qué sucede?

― Quería proponerte un plan de salida esta noche.

― ¿Por qué tan de pronto?

― Por qué me he dado por disfrutar la vida.

― ¡En serio! Que ha sucedido para que cambiases de opinión.

― Luego te contaré en el despacho.

― ¿Quién más se apunta a este plan?

― Francesca. Solo quiero que estemos los tres.

― ¡Sabes que estás embarazada!

― Lo sé. Pero intentaré no beber nada de alcohol.

― Va bene.

― Te veo en la oficina.

― Ciao ragazza.

Después colgué el teléfono móvil y después llamé a Francesca. Fue cuando comencé a pensar seriamente en el divorcio y no pensar más en el porvenir de nadie. Si no, en el mio propio.

― Ciao Inés.

― Ciao Francesca. ¿Tienes planes para esta noche?

― No. Salvo acostarme para ir mañana a trabajar. ¿Qué planes tienes?

― Quería salir a divertirme. Ignacio ya ha aceptado. Solo quedas tú.

― Vale. Yo también acepto. Quedamos a eso de las nueve en la empresa de tu marito.

― Perfecto.

― Ciao Inés.

― Ciao Francesca

Después colgué el teléfono móvil, pensando que era el momento de vestirse para ir a trabajar.

Sentí que la puerta de biblioteca se abría y vi como mi marido entraba.

― ¿Qué haces tan temprano aquí? ―me preguntó.

― Me quedé dormida aquí. ¿Y tú qué haces aquí?

― Venía a hacer una llamada para cancelar una cita que tenía prevista.

― Va bene.

Caminé para marcharme de la biblioteca e ir a dudarme cuanto antes. Pero mi marido me frenó, cuando me cogió por el brazo.

― ¿Qué quieres Darío?

Él me soltó del brazo y después me respondió:

― A ti. Pero en todos los sentidos. Debajo de mí y físicamente presente en mi vida.

― Creo que llegas un poco tarde para decirme esas palabras.

Pero continuaba amándole a pesar de lo que nos estaba ocurriendo.

― ¡Per l'amore di dio Inés! Eres tan tonta que no te das cuenta que te amo. Que daría mi vida para salvar la tuya, maldita sea.

― No te creo.

― Entonces porque si no, te hubiera ayudado con respecto a tu salud hace años. O porque te trague aquí conmigo.

― Fue por egoísmo.

― Cierto. Pero era para salvarte de un hombre que no te amaba.

― Estefan no es mala persona. Solo que comenzó a follarse a mi hermana por qué no tendría consuelo en su mujer.

― Tú misma. Cada uno cree lo que quiere.

Entonces me marché de la biblioteca para ir a darme aquella ducha y marcharme a trabajar. Dejando de pensar en aquellas breves discusiones que tenía recientemente con mí marido.

Cuando llegué a la oficina una hora más tarde, observé a alguien que esperaba en recepción.

Cuando le pregunté a Ignacio que, si venía a verme, este me respondió que no.

Él entró cinco minutos más tarde. Como era su costumbre, venía a darme la agenda del día. Y cuando me la dio, me dio a entender que tenía una reunión con el nuevo autor y con mi marido.

Se sentó en breve en una de las sillas y comprendí porque lo hacía.

― Cuéntame ragazza lo que ha passato.

― Como siempre, hemos discutido. Pero, en fin. No me importa lo que me ocurra a partir de ahora. Solo quiero disfrutar de la vida, como tenía que haberlo hecho desde que llegue a Florencia.

― Pero eso sería poner la vida de tu bebe también en juego.

― Bueno, solo será una noche. No creo que pierda a mi bebe por divertirme una noche y salir a bailar.

― Pues si quieres bailar y divertirte, esta noche te daré un escarmiento.

― Ignacio, hablas con la persona menos adecuada para retarle.

― ¡Tú bailabas antes de casarte!

― No. Comencé a hacerlo aquí cuando llegué y encontré la solución para bloquear mis problemas.

― Va bene.

Vi en el rostro de Ignacio un poco de tristeza. Entonces le pregunté:

― ¿Qué te ocurre a ti?

― No nos han querido dar la paternidad. Me siento como si no fuese nadie.

― ¿Qué tiene el estado de Florencia en contra de los homosexuales?

― No lo sé. Pero parece que nos odian. Hicimos una pausa:

― Le diré a Francesca que haga algo con respecto al tema.

― Grazie mile.

― No hay de qué.

― Debo de continuar con mi trabajo, Inés. Espero que no te importe.

― Adelante. Cuando venga el autor y mi marido me avisas.

― Va bene. Pero se me olvido de decirte que tu marido no se va a presentar a la reunión. Tienes que estar sola con respecto al tema del autor.

― ¡Que!

― Lo sé. Es un poco cabrón.

― Pues en ese caso, quiero que estés presente durante esa reunión. Si quieres.

― Sera un honor. Hicimos una pausa:

― Debo de continuar con la tarea. Te avisaré cuando el autor este aquí.

― Grazie.

Ignacio se marchó y comencé a estar a solas con mis pensamientos. Pero a veces me daba ganas de tirarle un tiro a mi marido para que no hiciese las cosas mal.

Para ti es mi Pasión (Química Entre Nosotros II)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن