Capítulo 14

183 13 0
                                    

Desperté al día siguiente con el olor a café recién hecho y supe que me había quedado dormida en la biblioteca leyendo.

Levanté mi cabeza de la almohada y vi que estaba en la habitación. Supe que mi marido me había entrado en algún momento a la biblioteca y que me había cargado hasta llegar a la habitación. Pero también vi que tenía el pijama puesto. Darío se había tomado muchas molestias de quitarme la ropa para verme desnuda, cuando lo hacía cada vez que quería.

Recordé aquel día en que mi mente comenzó a ver como se tomó la misma molestia para quitarme la ropa. Pero no cuando estaba dormida. Si no, cuando descubrí como podían ser todos los hombres en realidad. Un día que me recordó a uno de esos en el centro psiquiátrico...

Ã

― Abre la puerta, Inés ―escuché―. Ábrela o la echo abajo de una patada.

Permanecía oculta en el cuarto de baño, mientras que intentaba bloquear mis pensamientos y no pensar en nada. No debí de haber salido por la ciudad y haber llegado en estos momentos al departamento.

Un, dos, tres. Un, dos, tres.

Contar me ayudaba a no pensar y dejar que el tiempo se pasase. Aunque nadie me iba a ayudar con lo que me estaba sucediendo. Ya que para todo el mundo estaba muerta.

Sentí un golpe muy fuerte y supe que había conseguido echar la puerta abajo. Pero lo que temía, es que tras su enfado me doblegase de nuevo. Tenía que hacer algo evitar que algo me hiciese.

Me tumbé en el suelo como si estuviese inconsciente y esperé por unos instantes. Aunque fingir que estaba inconsciente, no me haría salvarme de un castigo al algo peor.

Sentí la puerta del cuarto de baño en unos segundos. Pero fue en otros segundos lo que escuche:

― ¡Inés! ¡Per l'amore di dio!

Él se arrodilló ante mí y comenzó a auxiliarme. Esperaba que no se le ocurriese castigarme después de verme así.

Unos segundos después, comencé a oler alcohol. Eso me dio un poco de ventaja para poder despertarme.

― ¡Grazie dio!

― ¿Qué ha ocurrido? ―pregunté.

― Estabas desmayada. Pensé que te habías encerrado porque querías ocultarte por irte del departamento. Pero no ha sido así.

― No me hagas nada.

― ¿Por qué te haría algo? Solo debo de enseñarte que es lo que debes de hacer con un breve castigo.

Hicimos una pausa:

― ¿Por qué te fuiste del departamento?

― Me sentía agobiada pensando en la violación que sentí hace días por ti y quise que me diese el aire. Regrese y la asistenta me dijo que estabas furioso buscándome. Entonces me vine aquí y me encerré. Lo último que recuerdo, fue sentirme como una pluma.

― ¿Cuándo fue la última vez que comiste?

― Después de que me violases. Te ibas a trabajar y como no regresabas hasta por la noche, evitaba de comer.

― Pues ahora vas a comer algo. Te ordeno que metas alimentos en tu organismo. No quiero una esposa enferma.

― Lo dices por qué quieres poseerme estando sana. Eso es lo que me has dando a entender.

Para ti es mi Pasión (Química Entre Nosotros II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora